Durante los siglos XI y XII se había extendido en Noruega la fe cristiana en un periodo de anarquía interna. La monarquía conseguirá estabilidad a lo largo del siglo XIII con Haakon IV y Magnus VI. Al pacificar el país, impulsar las instituciones feudales y buscar la reconciliación con la Iglesia, los reyes impulsan el progreso del poder monárquico, situándose Noruega a la altura de Dinamarca.
Con Canuto el Grande se establece el "primer imperio nórdico", impulsando la evangelización. La desintegración del imperio se produce a su muerte. En la segunda mitad del siglo XI, Dinamarca se transformaría en un Estado decididamente occidental bajo la influencia alemana. Con Waldemar II se vuelve a reeditar la gloria danesa pero sus herederos vivirán un periodo de crisis en el que la nobleza y la Iglesia imponen sus condiciones.