Isabel de Avis
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Datos principales
Alias
Isabel de Portugal
Tipo
Político
Fecha nacimiento
1503
Lugar nacimiento
País nacimiento
Fecha muerte
1539
Lugar muerte
Cargo
Emperatriz
Desarrollo
Los enlaces entre miembros de las familias reales de España y Portugal serán muy frecuentes a lo largo de la historia. Uno de los más exitosos será el llevado a cabo por Carlos I e Isabel de Portugal. Isabel era hija de María, hija de los Reyes Católicos , y Manuel I el Afortunado de Portugal; por lo tanto, los cónyuges eran primos hermanos por parte de madre. Nació doña Isabel en Lisboa, el 23 de octubre de 1503. Su infancia la pasó junto a su madre, dedicada ésta al cuidado de su amplia prole ya que engendró siete hijos. Tras el fallecimiento de su madre en 1517, Isabel ocupará el papel materno hacia sus hermanos. En estos años nos la describen como esbelta y hermosa, de ojos grises y cabellos rubios. Tras quedar don Manuel viudo por segunda vez, volvió a contraer matrimonio en 1519, eligiendo a una sobrina: doña Leonor, hija de Juana la Loca y Felipe el Hermoso . Será esta mujer una de las máximas valedoras que llevará al enlace de Isabel y Carlos, años más adelante. En las Cortes de Toledo de 1525, doña Leonor propondrá un doble matrimonio que estrechará aún más la intensa relación entre las casa de Portugal y España: el rey Juan III de Portugal casaría con doña Catalina, hija también de Juana, y el rey Carlos I de España casaría con Isabel de Portugal. La dote de Isabel era muy atractiva para las maltrechas arcas hispánicas: 900.000 doblas de oro mientras que Carlos otorgaba a su futura esposa en calidad de arras 300.
000 doblas. Para ello tuvo que hipotecar las villas jienenses de Ubeda, Baeza y Andújar, signo evidente del deterioro de la economía. La entrega de la futura esposa se produjo en la frontera castellano-portuguesa el 7 de enero de 1526. La boda se celebró en Sevilla el 11 de marzo de ese mismo año. Parece que los cónyuges quedaron rápidamente prendados y decidieron pasar una romántica luna de miel en Granada, donde Carlos ordenó plantar unas flores persas que se convertirán en uno de los símbolos peninsulares: los claveles. En esta estancia granadina Isabel quedó embarazada. El parto tuvo lugar en Valladolid, el 21 de mayo de 1507, naciendo un niño que sería bautizado con el nombre de Felipe. Deseosa de guardar la compostura, Isabel ordenó que apagaran todos los candelabros de la sala, tapándose el rostro con un ligero paño para evitar que los asistentes apreciaran el dolor en su rostro. La reina contenía como podía los gritos y la comadre que la asistía recomendó que soltara toda la tensión del momento gritando, a lo que Isabel contestó: "No me digas tal, comadre mía, que me moriré pero no gritaré". Al año siguiente existen noticias de un segundo nacimiento, un nuevo varón que fue bautizado con el nombre de Juan y murió al poco tiempo. El 27 de junio de 1529 hallamos un nuevo alumbramiento, en esta ocasión una niña de nombre María. Pasado el tiempo casará con el emperador Maximiliano II y tendrá 14 hijos, entre ellos la reina Anna de Austria , cuarta esposa de Felipe II .
Doña Isabel sufrió calenturas después del parto que se curaron, según las crónicas, bebiendo el agua de la fuente de San Isidro. En 1529 Isabel queda por primera vez como regente de España tras la marcha de su esposo. Cinco serán las veces que la Emperatriz desempeñe tal cargo, siempre con acierto y en permanente contacto con Carlos. Este acierto en el gobierno motivará el cariño de los súbditos hacia la Regente. El 24 de junio de 1535 Isabel dará a luz a su cuarto vástago: una niña que recibió el nombre de Juana en honor a la festividad del día y a su abuela paterna. Juana casará con el príncipe don Juan Manuel de Portugal y será madre del rey don Sebastián , fundando el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid al quedarse viuda. Asentada casi definitivamente en Toledo, doña Isabel se rodeó de una pequeña corte de poetas e intelectuales entre los que encontramos a Garcilaso de la Vega . En esta corte también estaba don Francisco de Borja, el duque de Gandia, enamorado platónicamente de la Emperatriz. En el verano de 1539 se esperaba un nuevo parte de doña Isabel. El alumbramiento se adelantó a finales de abril, presentándose con una gran hemorragia. El niño que nació apenas vivió unas horas y la madre falleció con las primeras luces del día 1 de mayo de 1539 en el toledano palacio de los condes de Fuensalida. Carlos se retirará al monasterio de Santa María de la Sisla y encargará a su hijo Felipe la presidencia de la comitiva que trasladará el cadáver de la Emperatriz desde Toledo a Granada. También dirige la comitiva don Francisco de Borja como caballerizo de la Emperatriz. A la llegada a Granada, donde se debía depositar el cadáver, don Francisco debía abrir el féretro para dar fe del hecho al entregarlo a los monjes que debían enterrarlo. En ese momento y al contemplar el descompuesto cuerpo de Isabel, Borja pronunció la frase "No puedo jurar que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver el que aquí se puso".
000 doblas. Para ello tuvo que hipotecar las villas jienenses de Ubeda, Baeza y Andújar, signo evidente del deterioro de la economía. La entrega de la futura esposa se produjo en la frontera castellano-portuguesa el 7 de enero de 1526. La boda se celebró en Sevilla el 11 de marzo de ese mismo año. Parece que los cónyuges quedaron rápidamente prendados y decidieron pasar una romántica luna de miel en Granada, donde Carlos ordenó plantar unas flores persas que se convertirán en uno de los símbolos peninsulares: los claveles. En esta estancia granadina Isabel quedó embarazada. El parto tuvo lugar en Valladolid, el 21 de mayo de 1507, naciendo un niño que sería bautizado con el nombre de Felipe. Deseosa de guardar la compostura, Isabel ordenó que apagaran todos los candelabros de la sala, tapándose el rostro con un ligero paño para evitar que los asistentes apreciaran el dolor en su rostro. La reina contenía como podía los gritos y la comadre que la asistía recomendó que soltara toda la tensión del momento gritando, a lo que Isabel contestó: "No me digas tal, comadre mía, que me moriré pero no gritaré". Al año siguiente existen noticias de un segundo nacimiento, un nuevo varón que fue bautizado con el nombre de Juan y murió al poco tiempo. El 27 de junio de 1529 hallamos un nuevo alumbramiento, en esta ocasión una niña de nombre María. Pasado el tiempo casará con el emperador Maximiliano II y tendrá 14 hijos, entre ellos la reina Anna de Austria , cuarta esposa de Felipe II .
Doña Isabel sufrió calenturas después del parto que se curaron, según las crónicas, bebiendo el agua de la fuente de San Isidro. En 1529 Isabel queda por primera vez como regente de España tras la marcha de su esposo. Cinco serán las veces que la Emperatriz desempeñe tal cargo, siempre con acierto y en permanente contacto con Carlos. Este acierto en el gobierno motivará el cariño de los súbditos hacia la Regente. El 24 de junio de 1535 Isabel dará a luz a su cuarto vástago: una niña que recibió el nombre de Juana en honor a la festividad del día y a su abuela paterna. Juana casará con el príncipe don Juan Manuel de Portugal y será madre del rey don Sebastián , fundando el monasterio de las Descalzas Reales de Madrid al quedarse viuda. Asentada casi definitivamente en Toledo, doña Isabel se rodeó de una pequeña corte de poetas e intelectuales entre los que encontramos a Garcilaso de la Vega . En esta corte también estaba don Francisco de Borja, el duque de Gandia, enamorado platónicamente de la Emperatriz. En el verano de 1539 se esperaba un nuevo parte de doña Isabel. El alumbramiento se adelantó a finales de abril, presentándose con una gran hemorragia. El niño que nació apenas vivió unas horas y la madre falleció con las primeras luces del día 1 de mayo de 1539 en el toledano palacio de los condes de Fuensalida. Carlos se retirará al monasterio de Santa María de la Sisla y encargará a su hijo Felipe la presidencia de la comitiva que trasladará el cadáver de la Emperatriz desde Toledo a Granada. También dirige la comitiva don Francisco de Borja como caballerizo de la Emperatriz. A la llegada a Granada, donde se debía depositar el cadáver, don Francisco debía abrir el féretro para dar fe del hecho al entregarlo a los monjes que debían enterrarlo. En ese momento y al contemplar el descompuesto cuerpo de Isabel, Borja pronunció la frase "No puedo jurar que ésta sea la Emperatriz, pero sí juro que fue su cadáver el que aquí se puso".