Atahualpa

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Datos principales


Tipo

Político

Cargo

Inca

Desarrollo


Poco antes de morir, el Inca Huayna Capac dividió sus territorios entre su primogénito Huáscar, a quien le corresponde la parte sur, y Atahuallpa, quien dominaría la región norte. Aunque parece que en principio la división quedó aceptada, hacia 1530 comenzó una feroz lucha civil por el control de la totalidad del Tawantinsuyo. Del lado de Atahualpa estaba el poderoso ejército imperial, ubicado en la región norte del Imperio, y los experimentados generales Chacuchima, Kizkiz y Rumiñahui. El inicio de la guerra se produjo en Tomebamba, un lugar estratégico en el que Atahuallpa estaba dedicado a la construcción de edificios y monumentos. Las hostilidades condujeron a victorias de uno y otro lado, quedando en principio reflejado el equilibrio de ambas fuerzas. Atahuallpa fue en alguna ocasión apresado, si bien quedó libre e inició la ocupación de la región meridional del Imperio. El equilibrio de fuerzas pudo provocar en Atahuallpa la idea de dominar todo el Imperio y derrocar a Huáscar; éste, por su parte, conocedor de las ideas de su rival, se aprestó a fortalecer su ejército y se dispuso a preparar la defensa de la capital, el Cuzco. La gran batalla se produjo en Cotabamba, junto al río Apurimac, y fue favorable a Huáscar el primer día, si bien el segundo el general Chalcuchima loró infligir una estrepitosa derrota al enemigo, apresar a Huáscar y tomar Cuzco. Entretanto Atahuallpa, desde Cajamarca, faltó a las promesas hechas a su generales y a la población y ordenó el asesinato de todos los miembros de la familia de Huáscar, con lo que se anticipaba a una futura rebelión.

Es en este contexto en el que aparece Pizarro, conocedor de la situación, quien espera apresar a Atahuallpa para descabezar el estado imperial. Así, decide marchar a Cajamarca, entrando en la ciudad el 15 de noviembre de 1532, mientras que Atahuallpa espera acampado en las cercanías, con un ejército de entre 40.000 a 80.000 soldados. Se produce entonces el intercambio de embajadas, accediendo el Inca a entrevistarse en la ciudad con Pizarro y cayendo en la trampa de éste. Aun no consciente del todo de la nueva situación, Atahuallpa, hecho prisionero, ordenará desde su cautividad el asesinato de Huáscar y los oficiales que lo llevaban ante su presencia y el pago de un rescate por su liberación de los españoles, con el que pensaba ser liberado y ejercer su mandato ya sin oposición. El rescate se fijó en una cantidad indeterminada de oro, capaz de llenar su celda hasta la altura de un hombre, y se pudo cumplir rápidamente, al llegar objetos desde todo el Imperio. No obstante, la promesa de liberación de los españoles no se cumplió y Atahuallpa fue juzgado en función de unos cargos en parte ficticios, cuyo objetivo era eliminar la cabeza del Imperio y facultar así su caída. Ajusticiado Atahuallpa, la lucha contra los españoles continuó no obstante con la resistencia de su general Ramiñahui, en Quito, y de Apu Kizkiz, en Cuzco, ambas aplastadas. Los españoles aun intentaron aprovecharse de la estructura estatal, nombrando un soberano títere en la persona de Tupac Huallpa, hermano de Huáscar e hijo del Inca Huayna Capac. La resistencia de los incas aun continuara durante varias décadas, con los intentos fracasados de Tisoc, Manco Inca, Sayry Túpac, Tito Cusi y Túpac Amaru, éste decapitado por los españoles cuarenta años después de su llegada. La resistencia aun tendrá nuevos episodios durante los siglos XVII y XVIII, el más importante de los cuales será el de Túpac Amaru en 1780, siempre con el objetivo no cumplido de restaurar el antiguo imperio del Tawantinsuyo.

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