Trajano a caballo
Datos principales
Autor
Fecha
1974
Material
Dimensiones
14 x 15 cm.
Museo
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En esta escultura Dalí utiliza de forma consciente las posibilidades que tiene ese arte respecto al diverso grado de terminación del material. Esa faceta llegó a ser muy importante desde el Alto Renacimiento (la Piedad Rondanini de Miguel Angel, por ejemplo) y en el siglo XIX llevaría a formular toda una teoría acerca de lo que llamó el "fini", el acabado. Como podemos comprobar en este Trajano a caballo, tanto el jinete como el animal apenas quedan sugeridos, sus formas son muy difícilmente reconocibles. Así, en el caballo se elige el aspecto algo rudo, basto, lo que lo entronca con la escultura contemporánea más avanzada entonces, la del neo-expresionismo o la del existencialismo que dominó la escena europea a finales de los años 60. Sobre el caballo se yergue un personaje tanto o más indefinido, tanto o más fantasmal. Se supone que es la figura del emperador romano Trajano, aunque apenas se reconocen los brazos o la cabeza, ésta una masa informe, sin rostro. Mucho más libre incluso es el tratamiento de la capa, que se retuerce en forma curvas, muy pulidas, que recuerdan el trabajo en barro o plastilina. La leyenda de la Roma imperial siempre había atraído a Salvador Dalí. El esplendor, la magnificencia, de esa época le parecían dignos de ser imitados. No resulta extraño, pues, que en determinadas obras del artista catalán afloren, una y otra vez, los recuerdos de esa Antigüedad clásica o grecorromana. Pese a todo, Dalí se inclina por los modelos griegos más que por los romanos. Numerosos cuadros suyos, por ejemplo, eligen como protagonistas a esculturas griegas. Uno de los casos más sorprendentes podría ser Torero alucinógeno (1968-1969), en el que la efigie de la Venus de Milo se multiplica casi hasta el infinito.