Templo de Vimala Sha. Cúpula

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En el año 1031 y bajo el reinado de Bhimadeva I, su ministro jaina Vimala Sha, después de una cruenta campaña, quiso expiar la sangre que había vertido patrocinando la construcción de un templo en Monte Abu (actualmente en la frontera de Rajasthan; montaña sagrada del Gujarat ya citada en el "Mahabharata" y uno de los centros de peregrinación jaina más importante de la India del norte). Vimala Sha se vio obligado a cubrir con monedas de oro el lugar de la futura edificación, para obtener el permiso de los sacerdotes hindúes que dominaban la zona. Tampoco escatimó el precio del material, un magnífico mármol blanco translúcido, tan fino que alcanza efectos táctiles y cromáticos de marfil. La tradición cuenta que el ministro pagaba a los escultores con el mismo peso de oro en polvo que de mármol pulverizado, procedente de toda su labor de pulimentación. El templo, dedicado a Adinath (1? tirthakara), suscita más la admiración desde el punto de vista escultórico que arquitectónico, a pesar de ser uno de los nagara que más cuidadosamente equilibra masa, espacio y luz, siempre con una rigurosa técnica arquitectónica. Se levanta en medio de un patio rectangular cerrado por un pórtico corrido, adintelado, al que se adosan 59 capillas, que cobijan otras tantas imágenes de tirthakaras. El templo propiamente dicho presenta unificadas la sala y la antesala del dios con un muro de cerramiento; sin embargo, la mandapa, concebida como una sala de danza, es un espacio abierto, rodeado de ocho pilares y centralizado por una cúpula achatada, que constituye una de las claves del arte jaina. Desafiando las posibilidades estáticas, los ocho pilares sostienen el arquitrabe octogonal sobre el que se levanta esta cúpula achatada, construida a base de capas concéntricas en un complejo sistema de aproximación de hiladas y de empujes horizontales, que descansan en una red interminable de arquitrabes hasta las otras estancias. En general, los templos jainas del Gujarat abandonan el bosque de columnas para engalanarse de guirnaldas. A este efecto de petrificación vegetal se suman las cúpulas, que reproducen mandalas florales.

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