San Genaro sale ileso del horno

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En 1641 Ribera recibe el encargo de pintar el gran cobre con el tema de San Genaro saliendo ileso del horno para un altar de la capilla del Tesoro, obra encargada en un primer momento a Domenichino que no completó. En septiembre de 1647 Ribera entregaba el encargo con el que cosechó gran éxito. El santo patrón de Nápoles aparece en la zona derecha de la composición, en el momento de salir del horno sin haber recibido ni una sola quemadura, conservando aún las cuerdas con las que había sido atado y dirigiendo su mirada hacia el cielo, donde aparece un rompimiento de Gloria integrado por un grupo de angelitos. Ante la salida del santo sus verdugos y torturadores huyen despavoridos, provocando un momento de tensión típicamente barroco. El arremolinamiento de figuras y las expresiones de terror- conseguidas a la perfección- llenan de dinamismo y dramatismo la composición. Ribera hace en este trabajo un homenaje a Lanfranco, creando una obra cargada de naturalismo, clasicismo y barroco. Naturalismo en las expresiones y los detalles de las telas, tomadas las figuras de los ambientes populares y eliminando en sus rostros cualquier rasgo de idealización. Clasicismo por las luces y los colores resplandecientes empleados, inspirados en la escuela de Carracci. Y barroco por el bullicio conseguido, con formas en permanente movimiento, estados de ánimo en constante vibración, figuras estatuarias, diagonales, dramatismo y efecto teatral. El resultado es un cuadro de gran belleza en el que Ribera se presenta como un artista que ha roto definitivamente con el tenebrismo de Caravaggio, aunque curiosamente vuelva de nuevo a este estilo en sus años finales.

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