San Genaro en gloria

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En 1631 se produjo una terrible erupción del Vesubio. Los napolitanos se encomendaron a San Genaro y la ciudad quedó intacta mientras que las zonas de alrededor sufrieron cuantiosos daños. Esta será la razón por la que Nápoles tomó como santo patrono a San Genaro. El conde de Monterrey, como Virrey de Nápoles, encargó a Ribera esta obra destinada a un altar colateral de la iglesia del Convento de Agustinas Recoletas de Monterrey en Salamanca. El santo aparece sobre unas nubes, cubierto con una amplia capa pluvial, dirigiendo su mirada hacia el cielo al mimo tiempo que bendice con su mano derecha. La capa pluvial se encarga de organizar la estructura de la composición al crear una soberbia pirámide. Los ángeles que sostienen la plataforma de nubes se proyectan en una dinámica diagonal hacia delante, mientras que en la zona baja de la composición encontramos un vista de la bahía de Nápoles, con el volcán en erupción al fondo. Ribera abandona definitivamente el tenebrismo de inspiración caravaggista para trabajar en un estilo luminista y pictoricista, utilizando iluminaciones naturales que no crean contrastes lumínicos. La influencia de la escuela veneciana se manifiesta en las transparencias y en las tonalidades empleadas así como en la sensación atmosférica que se crea. Ribera ha alcanzando su momento más barroco.

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