San Francisco abrazando al Crucificado

Para la segunda capilla de la nave de la izquierda del Convento de los Capuchinos de Sevilla, Murillo pintó este cuadro de clara temática franciscana en el que se exalta la profunda devoción hacia el Crucificado que profesa esta Orden. La imagen presenta uno de los momentos más importantes en la vida del santo, aludiendo a la decisión tomada durante su juventud por la que abandonó sus bienes terrenales para servir mejor a Cristo y al prójimo. Como recompensa a la renuncia de San Francisco a los bienes terrenales, Cristo desclava su brazo derecho para acoger bajo su regazo al santo. La referida renuncia se refuerza con el gesto de San Francisco al pisar el globo terráqueo, despreciando las cosas terrenales, y el texto que se escribe en el libro que sujetan los ángeles: "quien no renuncia a todo lo que posee no puede ser discípulo mío".Este trabajo de Murillo goza de gran popularidad debido a la espiritualidad que emana, captando el afecto de ambos personajes como algo familiar por lo que el espectador se siente cercano a la escena. Esa espiritualidad se refuerza con el colorido empleado, utilizando gamas suaves y una luminosidad intensa, que resalta las monumentales figuras del Crucificado y San Francisco, quedando el paisaje casi esbozado. La perfección anatómica de Cristo recuerda a la empleada en la Resurrección

Resurreción de Cristo

Lienzo realizado por Murillo hacia 1655 para el convento de la Merced Calzada de Sevilla en el que se manifiesta el interés del artista por los contrastes lumínicos, apreciándose ecos de Caravaggio en las posturas de los soldados.

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