San Buenaventura en el concilio de Lyon
Datos principales
Autor
Estilo
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Dimensiones
250 x 225 cm.
Museo
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Este lienzo es de una iconografía concreta, pensada para ser "leído" en un contexto concreto. Forma parte de una serie que Zurbarán dedicó a la vida de San Buenaventura. Este santo fue un cardenal franciscano, rasgo que Zurbarán muestra con habilidad: encima de las vestiduras, San Buenaventura lleva un birrete rojo y un manto rojo, dignidades ambas de cardenal. Pero debajo de la túnica blanca asoman los pliegues marrones de pobre tela que caracterizan a los frailes franciscanos. El tema es la convocatoria de un importante concilio en Lyon, celebrado en el año 1274. En él se pretendía reunir de nuevo bajo las riendas del papa romano a los griegos, que se habían escindido en un cisma. El papel de San Buenaventura como intermediario con los teólogos griegos para llegar al posterior acuerdo fue fundamental, como brillantemente nos indica Zurbarán. El protagonista aparece en un lugar privilegiado, en elevación y bajo un baldaquino. Sus vestiduras son de llamativo colorido y se asienta sobre una hermosa alfombra árabe. El teólogo que discute con él lo hace acaloradamente, en la sombra. Sin embargo el santo sólo transmite serenidad en sus planteamientos, en sus gestos y en su expresión, y se encuentra en plena luz. Otro detalle curioso es la idealización de la figura principal: San Buenaventura asistió al concilio a la respetable edad de 53 años, lo que para su época le convertía en un venerable anciano. Sin embargo aparece bajo la efigie de un joven, lo cual alude a sus virtudes y pureza inquebrantables.