Retablo de Fiesole
Datos principales
Autor
Fecha
1424-30
Escuela
Estilo
Material
Dimensiones
212 x 237 cm.
Museo
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Se le propuso a Fra Angelico la pintura sobre tabla que debería adornar el altar mayor de Santo Domingo de Fiesole. El artista se enfrentó a una estructura dentro de la tradición de retablo del último gótico . Fra Angelico figuró a la Virgen en su trono rodeada de ángeles y santos dominicos. El motivo del encargo fue la reconstrucción del antiguo convento de Fiesole, gracias a las donaciones de un comerciante de Florencia, Barbana degli Agli. A principios del siglo XVI la pintura original se vio sometida a un proceso de actualización por parte de Lorenzo di Credi , con lo que en la actualidad poco queda de la primera concepción del monje pintor. Di Credi suprimió la antigua estructura de madera, cuyo remate era en arcos góticos apuntados, con lo que consiguió presentar el retablo como una escena única, y sustituyó el primitivo fondo de oro de Fra Angelico por una estructura arquitectónica de carácter clásico a los lados, que se abría a un paisaje, y un baldaquino coronando el trono de la Virgen. La composición de las figuras y la construcción del basamento que sustenta la escena serían de Fra Angelico. Sobre un suelo embaldosado de carácter geométrico se levanta un pedestal de mármol en semicírculo donde se asienta el trono de la Virgen y el Niño Jesús. Rodeando esta estructura figuran, a menor escala y en composición circular, ángeles que oran a la Madre de Dios; unos de rodillas en el suelo, otros sobre el pedestal, algunos de ellos se encuentran por detrás del trono, con lo que la sensación espacial queda bien imaginada.
El Niño, desnudo y de carnaciones bien conseguidas, juguetea con su madre y una rosa que porta en la mano. En los extremos del motivo central y guardando proporción con la Virgen, se sitúan el teólogo dominico Santo Tomás de Aquino y San Bernabé (seguramente como referencia al comitente de la obra, Barbana) a la izquierda, San Pedro Mártir y el santo fundador, a la derecha; todos ellos orlados con aureolas doradas de rigurosa planitud que, intuimos no se diferenciarían en exceso del primitivo fondo dorado. En la parte iconográfica menos importante del retablo, esto es, en los huecos excavados en los extremos de la estructura de madera a modo de pilastras, se sitúan otros santos dominicos, posiblemente añadidos más tarde por la mano de Lorenzo di Credi. La predela del retablo presentaba la imagen única de la resurrección de Cristo con diferentes santos y ángeles. De cualquier manera y salvando las dificultades de autoría de algunos detalles, la obra constituye un paso más en el continuo proceso revolucionario en las artes que se dio en el primer renacimiento con autores como Fra Angelico.
El Niño, desnudo y de carnaciones bien conseguidas, juguetea con su madre y una rosa que porta en la mano. En los extremos del motivo central y guardando proporción con la Virgen, se sitúan el teólogo dominico Santo Tomás de Aquino y San Bernabé (seguramente como referencia al comitente de la obra, Barbana) a la izquierda, San Pedro Mártir y el santo fundador, a la derecha; todos ellos orlados con aureolas doradas de rigurosa planitud que, intuimos no se diferenciarían en exceso del primitivo fondo dorado. En la parte iconográfica menos importante del retablo, esto es, en los huecos excavados en los extremos de la estructura de madera a modo de pilastras, se sitúan otros santos dominicos, posiblemente añadidos más tarde por la mano de Lorenzo di Credi. La predela del retablo presentaba la imagen única de la resurrección de Cristo con diferentes santos y ángeles. De cualquier manera y salvando las dificultades de autoría de algunos detalles, la obra constituye un paso más en el continuo proceso revolucionario en las artes que se dio en el primer renacimiento con autores como Fra Angelico.