Puente de Charing Cross, Londres

Datos principales


Autor

Claude Oscar Monet

Fecha

1899

Estilo

Impresionismo

Material

Oleo sobre lienzo

Dimensiones

65 x 92 cm.

Museo

Santa Barbara Museum of Art

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Hasta en tres ocasiones volvió el artista al hotel Savoy y allí, desde una privilegiada posición en alto, ejecutó varias vistas de los puentes de Waterloo y Charing Cross. El crítico de arte Gustave Geoffroy, amigo íntimo del artista, recordaba una visita que había realizado al estudio de Monet en compañía de Clemenceau durante el año 1900: "Varias veces le vimos en el balcón de su cuarto mirando hacia el Támesis: el puente de Charing Cross a su derecha, el puente de Waterloo a su izquierda... Entre ambos, las aguas del Támesis, casi oculto por la niebla, se ondulan formando olas. Un barco pasa como un fantasma. Los puentes casi desaparecen en el espacio, y sobre ellos un movimiento casi imperceptible parece dar vida a la opacidad de la niebla: trenes que pasan uno tras otro sobre el puente de Charing Cross... es un espectáculo impresionante, solemne y tenebroso... El espectador tiene la impresión de que todas las cosas están a punto de desvanecerse, sumergirse y desaparecer dentro de esta oscuridad incolora". Se cree que durante los tres inviernos que Monet pasó trabajando en Londres (de 1899 a 1901) el pintor concluyó solamente doce vistas del Támesis, hechas allí mismo queremos decir. De vuelta a Giverny, trabajó al menos en ocho lienzos más, aunque no expondría un conjunto de vistas de Londres - un total de 37 - hasta 1904, cuando las mostró en la Galería Durand-Ruel. Para entonces se sabe que Monet había reelaborado casi todas las pinturas en su estudio, puesto que no estaba tan interesado en la exactitud topográfica como en el estudio de las condiciones de la atmósfera. En la exposición de 1904 que comentamos, Georges Lecomte afirmó que Monet nunca había logrado una sutileza y una capacidad de atracción tan interesantes como en esas obras. Más allá fue Gustave Kahn, amigo de pintores como Seurat, el célebre divisionista, al afirmar lo siguiente: "El agua es como un espejo sobre el cual las sombras vaporosas se persiguen y se suceden unas a otras frágiles, lentas armonías, como las de Schumann".

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