Museo del Prado (Madrid)
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La simplicidad del diseño, su alineamiento horizontal y el carácter de su volumen abstracto han sobrevivido casi intactos a través del tiempo. Su disposición cúbica y maciza resume el espíritu del neoclasicismo . Sin embargo, también la obra de Villanueva acrecienta su monumentalidad por su relación con la vasta explanada delantera con la que condesciende en su longitud y altura visual. La planta está sustentada en diferentes episodios formales que responden a distinta función. Tal funcionalismo se refleja en la propia separación en dos niveles distintos (bajo y alto) de la actividad científica y en las propias entradas con deliberada orientación opuesta. Se ha calificado su diseño de voluntad diacrítica ya que cada cuerpo se independiza formal y volumétricamente. Sin embargo, el enlace estructural se logra por la unidad de los materiales y una sincronización armónica de los cuerpos diferenciados. Su heterogeneidad es un valor añadido, como lo es también su analogía con la arquitectura religiosa por su inserción central basilical, su pronaos y el zaguán que evoca el espacio transicional de un nártex.