Martirio de San Bartolomé

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Los cuatro aguafuertes realizados por Ribera entre 1624 y 1628 suponen su momento culminante como grabador. Entre ellos encontramos el Martirio de San Bartolomé, firmado, fechado y dedicado al príncipe Manuel Filiberto de Saboya, sobrino de Felipe III y virrey de Sicilia. En una de las leyendas sobre su vida, se dice que san Bartolomé murió por orden del rey Astrages, ya que había convertido a sus súbditos. El método empleado será especialmente cruel: fue desollado vivo. La carga de tensión y dramatismo que tuvo que vivirse en ese momento la transmite Ribera a la perfección, situando al santo en el centro de la composición mientras el verdugo procede a realizar el martirio. Un grupo de espectadores contempla la escena mientras un joven que aparece en la izquierda dirige al espectador una pícara mirada. Un denso contrarrayado y la superposición de líneas sirve para crear las sombras más acentuadas, al tiempo que diminutos puntos conforman la anatomía del santo. Con este trabajo, Ribera ha alcanzado la cúspide como grabador.

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