La vida del hombre

Jan Steen nos dejó una producción llena de buen humor satírico respecto a las costumbres de sus compatriotas. La Vida del Hombre es un cuadro repleto de personajes y pequeñas historias personales, que contribuyen a pintar una imagen algo licenciosa de la vida holandesa en el siglo XVII. El espacioso cuarto principal de una casa de la alta burguesía está llena de personajes: miembros de la familia, criados, niños, visitantes, músicos... Cada grupito se dedica a una tarea particular, repartidos por toda la sala. Casi todos los grupos consisten en parejas rodeadas de niños o sirvientes, aunque al fondo podemos ver una mesa con jugadores. Los niños se dedican a divertirse sin el control de los mayores. Los animales domésticos pasean por la sala, un gatito blanco, un perro de caza, incluso un loro en su percha. La jaula está significativamente vacía. La luz entra por la ventana e ilumina la estancia. La criada coloca en la chimenea conchas de ostras, símbolo de la lujuria. Toda la escena resulta animada y placentera, pero en el suelo hay cáscaras de huevos rotos, el símbolo de la muerte a la que todo ser vivo se dirige desde el momento de su nacimiento.