La vicaría
Datos principales
Autor
Fecha
1870
Estilo
Material
Dimensiones
60 x 93´5 cm.
Museo
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La obra maestra de Fortuny se fue madurando desde su matrimonio el 27 de noviembre de 1867 por lo que realizó una primera versión sobre una tabla que adquirió en el Rastro madrileño; pronto se dio cuenta de que la tabla era demasiado pequeña para el desarrollo que quería dar a la escena por lo que su modelo Arlechino le proporcionó una puerta de nogal perfecta en un primer momento, apareciendo la carcoma instantes después, siendo restaurada por el propio Fortuny. En esta nueva tabla elaborará un cuadro que supondrá un auténtico revuelo cuando fue expuesto en París , en la primavera de 1870, considerándose el acontecimiento del año, calificando la obra Teophile Gautier de "boceto de Goya retocado por Meissonier - el creador en Francia de esta temática costumbrista -", planteando Regnault que Fortuny "es el maestro de todos". La vicaría representa el momento en que los testigos de una boda firman en la sacristía, separada del templo por una magnífica reja que el pintor localizó en una iglesia romana, siendo el elemento culminante del trabajo. Todos los invitados a la ceremonia están pendientes del acto mientras en la zona derecha unos majos y un torero están ausentes del protocolo, al igual que los dos hombres de la izquierda. La escena está ambientada en el siglo XVIII como los cuadros de "casacón" que tanto éxito cosechaban en Europa, sirviendo como modelo la esposa del artista, Cecilia , para la mujer que habla con la novia, la mujer rubia y la señora de espaldas; Arlechino sirvió para el torero y Nicolina para la mujer que se abanica, siendo los demás personajes modelos profesionales que Fortuny utilizaba en variadas ocasiones así como sus cuñados Raimundo e Isabel de Madrazo .
Meissonier posó para el general, existiendo un estudio previo sirviéndole al pintor como excusa cuando alguien le importunaba ya que alegaba: "Perdóneme, poso para monsieur Fortuny". El pintor plantea la obra con una amplia concepción espacial, distribuyendo las pequeñas figuras en los diferentes episodios que aparentemente están aislados pero forman un excepcional conjunto, descentrando la escena principal. Las principales características de la obra de Fortuny se resumen en esta obra: cuidado dibujo; minuciosidad y preciosismo; delicadeza y verosimilitud en los detalles; amplitud espacial; gran sentido del color y estupendo estudio lumínico; perfecta captación de los distintos tipos de telas y sus calidades descriptivas; interés por las expresiones de los personajes que se convierten en auténticos retratos; pincelada rápida y fluida a la par que precisa; interés por el estudio de los reflejos que provoca la luz blanca. La imagen es un perfecto retrato de la sociedad española del siglo XVIII con su clérigo, su torero, sus damas encopetadas, sus majas, el militar, hasta el demandadero de las ánimas del purgatorio, la extraña figura que con el torso desnudo, la cabeza encapuchada y una bandeja en las manos otorga a la escena un aspecto fantasmal. La ejecución de la obra fue lenta, motivando un buen número de retoques y repintes que agobiaban al maestro. La tabla fue vendida por el marchante Goupil nada más exponerla a Mme. de Cassin por 70.000 francos, un elevadísimo precio para su época, contrastando su pequeño formato con las grandes "máquinas" de historia que se hacían en aquellos momentos como el Testamento de Isabel la Católica de Rosales por ejemplo. Con este tipo de trabajos Fortuny alcanzará la fama y la fortuna social y económica, llegando a una situación límite cuando se canse de estas escenas pero el ritmo de vida que lleva le obligará a desperdiciar su verdadero talento.
Meissonier posó para el general, existiendo un estudio previo sirviéndole al pintor como excusa cuando alguien le importunaba ya que alegaba: "Perdóneme, poso para monsieur Fortuny". El pintor plantea la obra con una amplia concepción espacial, distribuyendo las pequeñas figuras en los diferentes episodios que aparentemente están aislados pero forman un excepcional conjunto, descentrando la escena principal. Las principales características de la obra de Fortuny se resumen en esta obra: cuidado dibujo; minuciosidad y preciosismo; delicadeza y verosimilitud en los detalles; amplitud espacial; gran sentido del color y estupendo estudio lumínico; perfecta captación de los distintos tipos de telas y sus calidades descriptivas; interés por las expresiones de los personajes que se convierten en auténticos retratos; pincelada rápida y fluida a la par que precisa; interés por el estudio de los reflejos que provoca la luz blanca. La imagen es un perfecto retrato de la sociedad española del siglo XVIII con su clérigo, su torero, sus damas encopetadas, sus majas, el militar, hasta el demandadero de las ánimas del purgatorio, la extraña figura que con el torso desnudo, la cabeza encapuchada y una bandeja en las manos otorga a la escena un aspecto fantasmal. La ejecución de la obra fue lenta, motivando un buen número de retoques y repintes que agobiaban al maestro. La tabla fue vendida por el marchante Goupil nada más exponerla a Mme. de Cassin por 70.000 francos, un elevadísimo precio para su época, contrastando su pequeño formato con las grandes "máquinas" de historia que se hacían en aquellos momentos como el Testamento de Isabel la Católica de Rosales por ejemplo. Con este tipo de trabajos Fortuny alcanzará la fama y la fortuna social y económica, llegando a una situación límite cuando se canse de estas escenas pero el ritmo de vida que lleva le obligará a desperdiciar su verdadero talento.