Juicio Universal
Datos principales
Autor
Fecha
1432-35
Escuela
Estilo
Material
Dimensiones
105 x 210 cm.
Museo
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La estructura de madera de la tabla donde figura el Juicio Universal no sigue ni la típica forma de trípticos de la tradición tardogótica ni se compone como un retablo renacentista al uso. Hacia 1431, Ambrogio Traversari fue elegido abad de los camaldulenses de Florencia. Fue posiblemente entonces cuando encargó esta tabla a Fra Angélico, para la iglesia de Santa María de los Ángeles, que servía como respaldo de un banco donde se sentaban los obispos. De ahí su inusual trazado. El artista representó el tema del Juicio Final, en el que destacan el fuerte efectismo perspectívico y las diferentes expresiones con que figura las estancias de los bienaventurados, a la izquierda, y los condenados, en la parte derecha. La composición se estructura a partir de la fuerte línea de fuga que señala un camino excavado de tumbas abiertas, con el sarcófago de Cristo en el primer plano y en sección horizontal. A la derecha del mismo, se sitúa el grupo de condenados, en una composición de enorme dinamismo y actitudes expresivas de dolor, confusión y miedo. La zona de la izquierda es mucho más tranquila y sosegada; algunos bienaventurados se abrazan y otros miran hacia el ámbito celeste con actitudes de reverencia, dando gracias a Dios Padre, estableciendo de esta forma relación con el grupo de arriba. Aquí se sitúa el Altísimo, en la intemporalidad de su posición, ricamente ornamentado en su mandorla mística de oropel y luz, que circundan ángeles músicos y cantores.
Del grupo que centra la composición, situados en semicírculo sobre nubes que se adaptan a la estructura de la tabla, dos alas de santos sentados que acompañan el veredicto divino. En los recuadros de los extremos de la zona terrena, el destino de los hombres: mientras los bienaventurados, en composición circular, vagan tranquilos en medio de un jardín de flores de minucioso detallismo, las escenas de dolor y lucha se apoderan de los presentados en las cavernas del infierno, a la derecha. La parte de la izquierda, representación del Paraíso prometido, es de colores armoniosos, luz aterciopelada y de delicada suavidad; por el contrario, representadas en muy primer plano, las imágenes de la parte derecha se componen con oscura luz y personajes amalgamados, reflejo de su sufrimiento. Abajo, el Demonio, que devora a algunos hombres, ilustra el destino de los condenados. Algunos historiadores han señalado la colaboración del taller de Fra Angelico en la realización de esta obra. De cualquier manera, lo que queda patente es el acierto compositivo y estructural del artista para un argumento que debía de presentarse explícitamente.
Del grupo que centra la composición, situados en semicírculo sobre nubes que se adaptan a la estructura de la tabla, dos alas de santos sentados que acompañan el veredicto divino. En los recuadros de los extremos de la zona terrena, el destino de los hombres: mientras los bienaventurados, en composición circular, vagan tranquilos en medio de un jardín de flores de minucioso detallismo, las escenas de dolor y lucha se apoderan de los presentados en las cavernas del infierno, a la derecha. La parte de la izquierda, representación del Paraíso prometido, es de colores armoniosos, luz aterciopelada y de delicada suavidad; por el contrario, representadas en muy primer plano, las imágenes de la parte derecha se componen con oscura luz y personajes amalgamados, reflejo de su sufrimiento. Abajo, el Demonio, que devora a algunos hombres, ilustra el destino de los condenados. Algunos historiadores han señalado la colaboración del taller de Fra Angelico en la realización de esta obra. De cualquier manera, lo que queda patente es el acierto compositivo y estructural del artista para un argumento que debía de presentarse explícitamente.