Iglesia de Santa Ana (Sevilla). Retablo Mayor
Datos principales
Autor
Fecha
1557
Escuela
Estilo
Material
Museo
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El retablo mayor de la iglesia de Santa Ana, primeramente dedicada a san Jorge, está datado en 1557. Se trata de un políptico de grandes dimensiones, con quince tablas de buen tamaño enmarcadas con doradas arquitecturas renacientes, donde consta que trabajaron varios doradores, estofadores y decoradores. La obra pictórica es de Pedro de Campaña , y el artista desarrolla allí el excelente concepto de su narrativa pictórica que ya había planteado a menor escala en el retablo Caballero . Las vidas de santa Ana y de su hija María están contadas buscando los episodios más significativos y que, a la vez, sirvan mejor plásticamente al conjunto. Destacan, porque habitualmente se destacan, el San Joaquín abandonando su casa del primer cuerpo del retablo y el Nacimiento del tercero, pero hay en el conjunto muchas pinturas que merecerían un estudio más detallado. No ocurre así con el Nacimiento, donde ambos estímulos se mezclan muy coherentemente. La composición es muy a la italiana, aunque no he hallado una fuente precisa, ordenada en dos áreas superpuestas iluminadas por dos focos de luz. Pero coexisten los rasgos idealizados de María y José con la brusca inmediatez de los rostros de los pastores, de raigambre muy nórdica, y la concreción animal del buey y la mula. El coro superior de ángeles es de tan abigarrado movimiento que justifica en algo la consideración de prebarroco que se le ha dado a Campaña, casi siempre sin motivo. Otra apreciación merece otra tabla del mismo conjunto: el Anuncio a san Joaquín, donde el paisaje adquiere un protagonismo al margen de la historia narrada que resultaría impensable en el ambiente pictórico sevillano si no fuera un flamenco quien lo realiza. El fondo paisajístico se acentúa en Flandes con tal ímpetu a partir de fines del siglo XV, que no tarda en independizarse como género. En las fechas que esto se pintó había allí, desde tiempo atrás, landchaftmalerei (paisajistas), como denominó Durero a Patinir . Pero este paisaje resulta tan vivido, tan real, que no dudo hubo de dejar atónitos a los pintores sevillanos de su tiempo.