Iglesia de La Merced (Lima, Perú)

Datos principales


Autor

AUTOR ANONIMO,Anonymous artist

Fecha

1667

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Durante el siglo XVIII el arte hispanoamericano, como consecuencia de la reiteración que provoca el gran desarrollo artístico, genera la repetición de unas soluciones que paulatinamente se convierten en unas formas propias. En la composición de portadas y retablos dos elementos arquitectónicos, la columna salomónica y el estípite, desempeñaron un papel de primer orden. La columna salomónica, soporte de marcado carácter barroco, se usó preferentemente en retablos aunque también aparece abundantemente en portadas, alcanzando una importante difusión a partir del último cuarto del siglo XVII. La hallamos en Perú en la portada de La Merced de Lima. El dinamismo y la exuberancia que proporcionaba este elemento arquitectónico sirvieron para acentuar el carácter de prestigio de algunos programas de determinadas órdenes religiosas. El convento de Nuestra Señora de la Merced de Lima fue fundado en 1535 por Fray Miguel de Orenes, por lo que se considera a esta congregación religiosa como la primera en construir su casa en la ciudad. El primer templo erigido fue una rústica capilla que se reconvertiría en un templo empleado como sepulcro por los nobles más importantes de la ciudad. Dice fray Víctor M. Barriga que "al principio el templo fue de una pequeña nave, con cinco altares o capillas: el altar mayor (al centro) y las capillas del regidor Francisco de Ampuero y de La Piedad a la derecha, y las del Crucifijo y de San Lorenzo a la izquierda". En 1589 se adosó a la construcción una torre cuadrada y tres años después se rehace el primitivo claustro. En 1608 se amplia la única nave de la iglesia con dos laterales, adoptando una planta basilical de tres naves abiertas con amplio crucero, esquema que se adaptará en las demás iglesias conventuales de la ciudad y en otros templos de la región sudamericana. A lo largo de los años se continuarán las intervenciones en la traza de la iglesia, especialmente en forma de capillas, así como decoraciones de todo tipo. Los numerosos terremotos sufridos por la región motivarían continuos trabajos de restauración, lento proceso que abarcó casi todo el siglo XVIII.

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