Hospital Real de Santiago de Compostela. Fachada
El arquitecto que mejor supo adaptarse a las nuevas necesidades fue Enrique Egas quien, atendiendo a la política hospitalaria de los Reyes Católicos, proyectó los hospitales reales de Santiago de Compostela y Granada, y el de Santa Cruz de Toledo. La construcción de estos edificios funcionales respondía a una política estatal moderna de asistencia a los enfermos y sectores marginales de la sociedad, orientada a impedir la mendicidad, coincidiendo a la vez con las nuevas ideas de limpieza, ornato y decoro de la ciudad renacentista. El modelo establecido al efecto, ensayado por primera vez en Santiago de Compostela en 1501, parece inspirado en la disposición cruciforme del Ospedale Maggiore de Milán construido por Filarete (1456-1465) -planta cuadrada con dos crujías transversales en forma de cruz griega, que originan cuatro patios de proporciones regulares-; aunque sus proporciones más reducidas respecto al modelo de referencia lo aproxima más a otras soluciones, también italianas, como el Hospital de Santo Spiritu de Sassia, construido en Roma entre 1474 y 1482. La decoración de la portada responde a las características del Plateresco ya que se pone de manifiesto la utilización de repertorios decorativos italianos en conjuntos donde persiste un espíritu gótico, entendido como negación de la idea de orden y proporción propios de la normativa clásica. En todos estos casos, se trata de soluciones que tienen como objetivo dotar a estas obras de un aspecto moderno respecto al contexto para el que fueron diseñadas.