Hombres pisando uva en un mosaico romano hallado en Mérida
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La producción musivaria en el ámbito emeritense , quizá la más importante de las que tenemos atestiguadas en Hispania, obra de mosaístas de variada procedencia y personalidad se enmarca en la corriente de la escuela occidental, donde el peso de la tradición es una constante inextinguible, pero donde también las innovaciones no son en absoluto desdeñadas. De ahí su riqueza y personalidad. El mosaico (opus tessellatum) comenzó a ser empleado a gran escala en Mérida como pavimento de diversas estancias a partir del siglo I d.C., sustituyendo a otros tipos, fundamentalmente el conocido como opus signinum. A comienzos del siglo II d.C., siguiendo con la influencia itálica, que es la que preside la evolución de la centuria anterior, las distintas escuelas musivarias comienzan a adoptar sus rasgos peculiares y, poco a poco, a la técnica bicroma sucede una decidida búsqueda de la policromía, que ya es una constante en la segunda mitad de la centuria.