Gala desnuda observando un espejo invisible
Datos principales
Autor
Fecha
1960
Material
Dimensiones
42 x 32 cm.
Museo
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Si en el llamado Sueño de Cristóbal Colón la imagen de Gala es sacra, divina, en esta ocasión Dalí opta por devolverla a la materia. Se comenta, no sin razón, que los catalanes en general y los artistas en particular tienen un sentimiento muy especial de la realidad. Que, como sucede en el arte veneciano, las condiciones de luz y de atmósfera les llevan a preferir una visión más precisa, donde los cuerpos humanos y los objetos se concretan mucho. En este sentido Dalí se nos muestra muy catalán; ya en su juventud (en los primeros años 20) había realizado algunos desnudos femeninos de espalda, desnudos que tienen mucha relación "espiritual" con éste de la imagen. Existe un sentido de lo cotidiano evidente en ese cuerpo de espaldas pero también predomina la inagotable sensualidad. La figura desnuda de Gala determina con su presencia dos mitades del cuadro, la izquierda está dominada por tonalidades más cálidas que en la derecha. En un cuadro con voluntad de clasicidad. Todo en él tiende al equilibrio, a la armonía. La luz se reparte con suavidad por el cuerpo; el color es sereno, nada estridente; de igual manera, la forma es mimada en su descripción. En contraste con ese cuerpo tan terrenal, la sábana con que se cubre el pubis es tan blanca que provoca reflejos casi metálicos, muy fríos. Esa brusca contraposición de sensaciones era buscada con asiduidad por el pintor catalán. Como hemos intuido, el cuadro no está completo. A la imaginación del espectador deja Dalí que lo explique (ése había sido un "descubrimiento" de la mejor escultura barroca, lo que se conoce como grupo abierto). Como asevera el título de la obra, la mirada de Gala se concentra en otra parte, fuera el cuadro; por lo tanto, en el plano de la misma realidad del espectador.