Tras largos años de inestabilidad política, Tiglat-pileser III supo emprender las adecuadas reformas para el despegue económico y político del Imperio asirio, que cristalizarían más tarde, a finales del siglo VIII a. C., bajo Sargón II. Con este rey, Asiria conocería su última etapa de poderío, dominando toda Mesopotamia y Siria y teniendo bajo control a Fenicia y Palestina. En el año 612, fuerzas combinadas de medos y caldeos fueron capaces de acabar con la existencia de Asiria como Imperio.
Al tratarse el marfil de una de las materias más solicitadas por las altas capas sociales del mundo neoasirio, con él se tallaron infinidad de pequeños bajorrelieves para decorar refinados muebles y los más variados utensilios suntuarios. Su fina labra fue especialmente practicada por los fenicios y los sirios.