Escena de coito
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El período arcaico es el más brillante de la escuela pictórica de Tarquinia y, en él, la temática fúnebre de juegos y banquetes surge por doquier, suministrándonos una de las imágenes más inolvidables de la sociedad etrusca. Buena parte de estas pinturas debe atribuirse a artistas jónicos inmigrados; pero eso no excluye que podamos ver en ellas exponentes del arte etrusco. La más antigua de las obras de esta época, la Tumba de los Toros (h. 540 a. C.), muestra en su estilo jonizante -aunque un tanto inseguro y precipitado- un tema manifiestamente mítico: el de Aquiles acechando a Troilo detrás de la fuente; posible alusión a la crueldad de una muerte inesperada, o acaso a la habilidad bélica del difunto, Arath Spuriana. Pero también encontramos en esta tumba escenas eróticas como ésta que contemplamos, cuyo significado parece que sólo cabe interpretar a través de una vinculación simbólica entre la fecundidad y la resurrección, una idea que en Grecia tomó otros derroteros. Según la convención compartida en todo el mundo antiguo, las figuras masculinas presentan una coloración más intensa que las femeninas, identificadas con una piel más clara, característica de quien no se expone a los rayos del sol porque no trabaja al aire libre.