Cristo y la Virgen

La liturgia que se celebraba en Santa Sofía reunía a los principales actores en el escenario de la nave central: el clero, encabezado por el patriarca y el emperador, acompañado de su corte. Las naves laterales y tribunas estaban asignadas a los fieles, las mujeres a un lado y los hombres a otro.

Las ventanas de Santa Sofía se distribuyeron de manera cuidadosa; llevaban paneles de cristal, seguramente coloreados. La luz se intensificaría gradualmente desde las zonas más oscuras de las naves laterales, a la zona algo más clara de las tribunas y, finalmente, el cuerpo de la nave central; allí eran especialmente eficaces las ventanitas que ciñen la base de la cúpula. Y como una gran parte de los cultos tenían lugar después del anochecer, la decoración hubo de hacerse también pensando en las lámparas y velas del edificio.

Emperador bizantino (Tauresio, 482 - Constantinopla, 565; gobierna entre 527-565) emprendió una importante expansión territorial que el llevó a dominar buena parte de Occidente. Reorganizó las leyes romanas en el "Corpus Iuris Civilis" e intentó establecer lazos entre las Iglesias de Roma y Constantinopla sin obtener resultados positivos.

El 26 de diciembre del año 537 se consagraba la tercera iglesia de Santa Sofía tras cinco años, once meses y diez días de trabajos. Para la realización de la obra, Justiniano se dirigió a dos arquitectos: el lidio Antemio de Tralles y el jonio Isidoro de Mileto. El diseño está constituido por elementos corrientes en la época y familiares desde el Bajo Imperio: la planta basilical y la rotonda que, combinados, dieron como resultado un edificio nuevo, asentado sobre la cúpula y su sistema de contrarresto; sistema que contaba con dos semicúpulas dispuestas en el eje longitudinal del espacio, es decir, en el este y en el oeste; semicúpulas que descansan a su vez en dos pequeños nichos dispuestos en diagonal respecto al eje.