Conde-Duque de Olivares
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Existen numerosas discusiones sobre los dos retratos del conde-duque de Olivares que tienen una misma posición y se conservan en una colección particular madrileña y en la Hispanic Society de Nueva York. En ambos el personaje aparece en tres cuartos, casi de perfil, en pie, junto a una mesa cubierta con un tapete carmín en la que apreciamos el sombrero, vistiendo traje negro con capa donde encontramos bordada la cruz verde de la orden de Alcántara; una cadena de oro que cruza el pecho y un broche en forma de lazo dorado completan los elementos que porta el valido de Felipe IV. En su mano derecha sujeta una fusta en posición totalmente vertical - posible alusión a su rectitud a la hora de llevar los asuntos públicos - . La única variación existente entre ambas imágenes estaría en la cortina que aquí observamos en la zona superior derecha y en un anillo que porta el personaje en su dedo meñique de la mano izquierda. Sin duda, lo más impactante de estos retratos se encuentra en el rostro donde Velázquez ha sabido transmitir la inteligencia y la decisión de don Gaspar, especialmente a través de sus ojos, avanzando con respecto al retrato que se conserva en Sao Paulo, incluso en la postura, más delicada en este caso que nos ocupa. La mayor parte de los especialistas consideran este retrato que contemplamos como el primero de las dos versiones, dudando algunos de la autenticidad del que se conserva en la colección particular.