Cabeza colosal de Amenofis III

Para poner fin a los saqueos de sus tumbas, los faraones decidieron mantener a éstas apartadas y secretas, y construir sus templos funerarios alejados e independientes de ellas. Los repliegues de las Montañas Líbicas les ofrecían buenos escondites, de modo que allí surgieron, desde Amenofis I, las necrópolis conocidas hoy como Valle de los Reyes, Valle de las Reinas y las demás ciudades funerarias de la comarca tebana.

Faraón egipcio (1504-1450 a.C.) miembro de la XVIII Dinastía y sucesor de Tutmosis IV. Mantiene la hegemonía asiática a través de la diplomacia, aunque Suppiluliuma de Hatti provoque las primeras complicaciones en el Imperio. Le sucedió su hijo Amenofis IV.

Tras la llamada Herejía de Atón se produce un periodo de crisis hasta la llegada de Horemheb al trono. Nombró como sucesor a Ramsés I, iniciador de la saga de Ramesidas entre los que destacan Ramsés II y Ramsés III para volver a un periodo de abierta crisis. Entre 1333-1069 a.C. que se desarrolla esta etapa se manifiesta un creciente poder de los sacerdotes en detrimento del faraón. Su poder llegará a tal extremo que convertirán sus puestos en hereditarios.

Espectaculares estatuas sedentes del faraón Amenofis III que formaban parte de su templo funerario en Tebas.

La expresión de la verdad que él estaba dispuesto a imponer como norma era el objetivo buscado por Amenofis IV en las artes plásticas. El primer estilo se denomina expresionista o excesivo cuya obra más imponente son los restos de los 28 colosos del Templo Arrasado, de Karnak. Cuando el nuevo credo parecía haber triunfado, las exageraciones del primer estilo resultaban ya superfluas. Los artistas podían ahora dar un nuevo giro, el último, hacia la verdad, captando todos los matices de ésta, sin alterar la obra de la naturaleza en aras de un ideal estético impuesto por la corte o por el templo. La cabeza de Nefertiti del Museo de Berlín es la obra maestra de esta segunda etapa.