Autorretrato con cuello rafaelesco
Datos principales
Autor
Fecha
1920-21
Material
Dimensiones
41´5 x 53 cm.
Museo
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Desde muy joven y, sobre todo, durante sus estancias en Cadaqués, el contacto con la familia Pichot, en especial de Ramón Pichot, le lleva a practicar una pintura impresionista de la que sus últimas huellas se encuentran en este autorretrato. Pero también se pueden advertir otros registros que conocía bien, como los colores brillantes del fauvismo de Matisse y de Derain . Dalí sitúa su propia figura en el centro de la composición, que alza en medio del mar dejando en la lejanía un paisaje resuelto con sueltas pinceladas. Esta posición en el cuadro así como los detalles en su rostro -que le muestran distante hacia el espectador- y los elementos que rodean su figura ubican al artista en esa aura de genialidad que ya desde los dieciséis años creía poseer. En la misma dirección, se hace evidente en esta obra el conocimiento del simbolismo francés, el del especial arte de Böcklin por lo extravagante y lo extraño, o el de Aubrey Beardsley por el principio de la estilización. Por esas mismas fechas Dalí había descubierto, gracias a su tío Anselm Domènech, librero y apasionado de la historia del arte, todo un mundo de escritos, revistas, libros e incluso hasta pinceles, que le daban a conocer la pintura más moderna del momento. Ejemplos claros de ello son los catálogos de la Galería Dalmau de Barcelona, el semanario literario "Alt Empordà" donde podía leer la poesía más avanzada de Europa o bien, revistas extranjeras como la italiana Valori Plastici o la francesa "L'Esprit Nouveau", en las que se advertían los primeros cambios de la vanguardia europea hacia un retorno al orden. La fecha de la obra nos sitúa además en una época de cambio o, si se prefiere, de transición hacia el descubrimiento de nuevos lugares. Se trata del alejamiento de su tierra natal y del encuentro con una nueva ciudad, Madrid. El primer cambio se produce en su propia fisonomía; en esos momentos, Dalí solía llevar patillas, melenas y chalinas, como se aprecia en esta obra; por el contrario, la llegada a Madrid le transforma en un dandy, con elegantes trajes y el pelo engominado.