Autorretrato

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En 1876 Renoir tenía treinta y cuatro años y estaba esperando que surgiera su oportunidad de triunfo en la pintura. Ese triunfo podía llegar en la segunda exposición del grupo impresionista, celebrada en el mes de abril, a la que Renoir presentó once cuadros. La muestra tuvo lugar en la galería de Durand-Ruel, en la rue Le Peletier y los artistas allí representados recibieron duras críticas por parte de la prensa. Entre las obras exhibidas estaba este autorretrato, una temática no muy habitual en la producción del maestro que siempre gustó de hacer retratos pero no de sí mismo. La intensa mirada del pintor se convierte en el centro de atención, destacando su gesto de la misma manera que hacían los maestros clásicos, cuyas obras admiraba en el Louvre: Tiziano, Velázquez, Goya, Rembrandt. Pero la técnica es totalmente impresionista al interesarse especialmente por la luz y emplear una factura rápida y deshecha, renunciando a los detalles para concentrarse en el alma del modelo.

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