La Venus del espejo de Velazquez
Desarrollo
La Venus del espejo es la única obra conservada de Velázquez en la que aparece una mujer desnuda. La Venus apareció en un inventario en 1651 como propiedad del marqués de Eliche, pensándose que puede representar a su esposa o a una de sus amantes. El maestro sevillano nos presenta a una diosa de belleza palpable, de carne y hueso, resaltando aun más su nacarada carnación gracias al contraste con el paño azul y blanco sobre el que se tumba o el cortinaje rojo del fondo, aportando una gran carga erótica al asunto. En un plano intermedio Cupido, resignado, sostiene el espejo en el que se refleja el rostro de la belleza, aunque lo que deberíamos ver sería el cuerpo de la diosa. Quizá por despistar, el pintor coloca el rostro del espejo difuminado, ya que podría tratarse de la dama que el marqués de Eliche amaba. La composición se estructura a través de una pronunciada diagonal formada por el cuerpo de la diosa, diagonal que se desarrolla en profundidad gracias a la mirada de Venus. En cuanto a la técnica, cabe destacar cómo el pintor utiliza una pincelada suelta, que produce la sensación de que entre las figuras circula aire, el famoso aire velazqueño. Posiblemente la carga erótica que irradia este espléndido lienzo provocó que en 1914, una sufragista inglesa asestara siete puñaladas al cuadro que, afortunadamente, apenas sí se notan.