Evolución de la pintura gótica italiana

Compartir


Datos principales


Desarrollo


En la pintura gótica italiana podemos considerar dos importantes periodos: el duecento o siglo XII y el trecento o siglo XIII. El duecento es el momento inicial, formativo, continuador de las normas generales del estilo bizantino. El máximo representante de la escuela florentina es Cimabue; sus obras, aunque precursoras de los nuevos tiempos, están aún cargadas de bizantinismo, al seguir trabajando dentro de la "maniera greca". Solamente será en algunos rostros donde se aprecia su deseo de inspiración en la naturaleza. En la escuela sienesa encontramos a Duccio, movido por un ideal de belleza que se interesa por la estilización y la delicadeza, aunque todavía bajo el influjo del bizantinismo. En el trecento continúan trabajando intensamente ambas escuelas. En Siena destaca Simone Martini, continuador de Duccio, pero con un estilo más avanzado, en el que el bizantinismo pasa a un segundo término al dejar paso a la elegancia y al empleo de figuras blandas y flexibles, con rostros expresivos y cargados de gracia. La última etapa de la escuela sienesa está representada por los hermanos Lorenzetti. Ambrogio es el continuador de las grandes composiciones murales donde se interesa por lo anecdótico y el efecto narrativo. Pietro manifiesta en sus obras la suavidad y la blandura sienesa junto a la influencia de Giotto. Es en Florencia donde encontramos al gran renovador de la pintura, Giotto di Bondone. Su principal aportación será liberar a la pintura occidental de la tradición bizantina, tomando la naturaleza como modelo. Pero el naturalismo no impide a Giotto concebir sus obras con una extraordinaria monumentalidad y con un importante sentimiento dramático, surgiendo de su mano escenas tan impactantes como las que se observan en la decoración de la capilla Scrovegni en la iglesia de la Arena de Padua, su obra maestra.

Contenidos relacionados