Catedrales españolas del Gótico Clásico
Desarrollo
Las catedrales de Toledo, Burgos y León fueron los primeros edificios que incorporaron modelos franceses en la Península. La catedral de Toledo se inició hacia 1222 con el patrocinio del arzobispo Ximénez de Rada . Tiene una compacta planta de cinco naves, con una amplia cabecera, en la que el ábside central se rodea por un doble deambulatorio, al que se abre un amplio número de capillas radiales. El transepto, que no sobresale en planta, da paso a las cinco naves que conforman el cuerpo longitudinal. La primera piedra de la catedral de Burgos se puso en 1222 y estuvo casi acabada hacia 1300. Se trata de un edificio de tres naves, con un transepto de una nave, muy marcado en planta. La cabecera presenta un ábside central, rodeado por una girola de nave única a la que se abren capillas radiales. La catedral de León es la más francesa del grupo. Se inicia hacia 1255 y finalizaría hacia 1302. Fue su arquitecto el maestro Enrique, quien ya había trabajado en Burgos. El resultado es un templo con un amplio crucero de tres naves, las mismas que presenta el reducido tramo longitudinal. El ábside central está rodeado por una girola, a la que se abren cinco capillas radiales. Con la catedral de Barcelona se cierra el ciclo del periodo clásico del gótico en España. La construcción se inicia el 1 de mayo de 1298, finalizándose en 1319. Presenta planta de salón, con 91 metros de largo y 40 de anchura, tres naves y cabecera con girola a la que se abren nueve capillas. Entre los contrafuertes se ubican dobles capillas, resultando un total de 27; en los brazos del crucero se sitúan los campanarios octogonales y otra torre a los pies, evocando la posición de los clavos de Cristo en la Cruz. En el costado meridional se dispone un claustro rectangular.