Los judíos en la España medieval

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Desarrollo


En época medieval, la comunidad judía hispana se hallaba muy repartida. La judería más importante era la de Toledo. En Andalucía destacaban Sevilla, Córdoba y Jaén. En Extremadura, Cáceres, Plasencia y Badajoz. Existía también otro buen número de juderías, aunque de menor importancia, como las de Gerona, Barcelona, Zaragoza, Pamplona o Burgos. Por último, en Baleares, la judería de Mallorca alcanzó gran esplendor en el siglo XIV. Las relaciones entre los cristianos y los judíos de Castilla habían sido, en el transcurso de los siglos XI al XIII, en lo esencial pacíficas. Pero, en la siguiente centuria, las dificultades económicas contribuyeron a hacer de los judíos un chivo expiatorio de todos los males. También influyó la propaganda demagógica de Enrique de Trastámara, quien, atacando a los judíos, quiso ganarse el favor de la población castellana en su guerra contra Pedro I. En consecuencia, entre 1348 y 1350 se produjeron disturbios antijudíos en ciudades como Jaca, Solsona, Gerona, Barcelona o Valencia. Pero el punto culminante de ese proceso fueron los violentos ataques a los judíos de Sevilla, acaecidos en junio de 1391. La violencia contra los hebreos se propagó rápidamente por otras localidades: Córdoba, Andújar, Montoro, Jaén, etc. Continuó después la onda expansiva hacia el norte, produciéndose asesinatos en Madrid, Toledo, Segovia, Sepúlveda o Burgos. En la Corona de Aragón, sufrieron matanzas de judíos las aljamas de Lérida, Gerona, Barcelona, Valencia o Palma. El clima de persecución hizo que muchos judíos abandonaran la Península, dirigiéndose al norte de Africa. Este proceso fue completado durante el reinado de los Reyes Católicos, cuando en 1492 se produjo su expulsión definitiva.

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