Desarrollo
La lombarda fue comenzada a utilizar a partir del siglo XIV, gracias a la introducción de la pólvora en Occidente. Los primeros modelos disparaban bolas de hierro o plomo, materail que fue más tarde sustituido por la piedra, mucho más barata. Estas armas influyeron sensiblemente en el modo de guerrear de la época. Utilizadas sobre todo en asedios, su impacto sobre la ciudad era devastador, tanto desde el punto de vista material como psicológico. Por ejemplo, en el asedio de Rodas, en 1480, los turcos lanzaron más de 3.500 balas de lombarda. Vista su eficacia, la artillería se extendió con gran rapidez, siendo pronto utilizada en batallas campales y combates navales. Para ello fue necesario utilizar estructuras de ruedas, lo que permite desplazar el arma artillera. A pesar de ello, las dificultades para mover estos pesados ingenios fueron enormes, debido a su gran peso. Así, según una crónica del siglo XIV, eran necesarios 24 caballos para mover una lombarda, mientras que otros 20 se encargaban de tirar de los carros con las municiones, la pólvora y el personal auxiliar. Debido al peso de la artillería, caminos y puentes europeos fueron convenientemente reforzados a partir del siglo XIV.