Desarrollo
Uno de los mayores problemas con los que se encontraron los soldados norteamericanos que desembarcaron en Anzio fue este gigantesco cañón de 500 libras- hermano de otros como el Gustav o el Thor-, perfectamente camuflado, que les estaba esperando. Transportado sobre raíles, estaba tan bien oculto protegido que, apesar de conocer con cierta exactitud su posición, los bombardeos artilleros, aéreos y navales no podían hacerlo callar. También llamado Leopold o Annie, estaba sustentado sobre 24 ruedas, que lo transportaban hacia el interior o exterior de la cueva en que se ocultaba. La destrucción de las líneas férreas italianas por parte de los bombardeos aliados hizo que los alemanes hubieran de abandonar el Anzio-Express durante su retirada. Una vez ocupado el terriorio, los aliados repusieron las vías férreas y trasladaron el supercañón a los Estados Unidos para examinarlo.