Las mujeres sagradas
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Datos principales
Desarrollo
En el espacio sacro de los aztecas, igual que en otros pueblos de América, las mujeres tenían una especial función, en la que los elementos sacerdotales se entremezclan con los de esposas de los dioses. Asimismo, la práctica del matrimonio sagrado con el gobernante era una práctica frecuente y con trascendentales consecuencias en la evolución social y política de estos pueblos. Según los datos que nos proporciona la crónica de Sahagún, parece que las mujeres en las ceremonias religiosas tenían una función auxiliar, como acólitas de los sacerdotes. Debían suministrar las ofrendas necesarias para el templo de Atenchicalán y además tarer ofrendas y flores para "Nuestra Abuela", Toci, la madre de los dioses. Por lo tanto, el culto, salvo excepciones, era algo más bien restringido a los hombres. Quizá la fiesta más importante en el ámbito femenino era aquella del "barrimiento", Ochpaniztli, que recordaba el viejo rito de desollamiento practicado a la princesa culhuacana. Era una fiesta en honor de las diosas del crecimiento y de la fertilidad. Estas diosas eran representadas por unas muchachas que, portando escobas, limpiaban la "calle de los dioses", para favorecer el crecimiento del maíz. El punto culminante de la fiesta era una lucha entre mujeres que terminaba con el sacrificio de una mujer que representaba a la diosa Toci. Otra fiesta con importante participación femenina era la "Fiesta de las montañas" (Tepeilhuitl). En su curso, las mujeres confeccionaban pequeños tamales de maiz que representaban las montañas de los dioses de la lluvia, y que se comían más tarde.
La fiesta terminaba con el sacrificio de cinco mujeres y un hombre, y el rezo de una plegaria a favor de una buena estación de lluvias. Capítulo aparte merece la descripción de las casas de mujeres "consagradas" que, con fórmulas diversas y distinto significado se extendieron por todo el continente americano, y a las que los cronistas daban en comparar con conventos de monjas, sin comprender el auténtico significado de estas instituciones. Gráfico Tovar describe en su crónica las casas de mujeres destinadas al culto de Huitzilopochtli. En ellas vivían jóvenes doncellas que por un año se consagraban al servicio del dios. Pasado este tiempo salían de la Casa, generalmente para casarse. No era el servicio a los dioses tarea exclusiva de mujeres, pues el mismo cronista habla de otras casas semejantes de varones. En cualquier caso se les exigía absoluta castidad mientras entraban al servicio del dios, castigándose con la muerte cualquier infracción de esta regla. Las muchachas que vivían en esta casa se encargaban de elaborar las ofrendas para el dios, además de recitar diariamente las alabanzas requeridas. Según Tovar, practicaban la automutilación. En a fiesta del dios realizaban grandes fiestas, que incluían una procesión en al que participaban tanto las mujeres como los hombres de las casas del dios. Al finalizar, después de tres o cuatro horas, tomaban el ídolo que habían llevado en procesión y lo colocaban en la parte alta del templo, donde todo el pueblo, desde la plaza, podía contemplarlo y venerarlo, y se hacían diversos sacrificios. El cronista Hernández describe el régimen de vida en las casas de mujeres consagradas, aunque no especifica su dedicación a ninguna divinidad en particular. Sitúa estas casas cerca del templo mayor de las ciudades importantes. En ellas las mujeres se dedicaban a servir a los dioses, al paso que les pedían un buen matrimonio. Una de las reglas de los centros era la inviolabilidad de las mujeres que en ellas vivían, siendo castigado con pena de muerte quien rompiera esta regla, tanto la mujer como el varón que se atreviera a vulnerar este precepto.
La fiesta terminaba con el sacrificio de cinco mujeres y un hombre, y el rezo de una plegaria a favor de una buena estación de lluvias. Capítulo aparte merece la descripción de las casas de mujeres "consagradas" que, con fórmulas diversas y distinto significado se extendieron por todo el continente americano, y a las que los cronistas daban en comparar con conventos de monjas, sin comprender el auténtico significado de estas instituciones. Gráfico Tovar describe en su crónica las casas de mujeres destinadas al culto de Huitzilopochtli. En ellas vivían jóvenes doncellas que por un año se consagraban al servicio del dios. Pasado este tiempo salían de la Casa, generalmente para casarse. No era el servicio a los dioses tarea exclusiva de mujeres, pues el mismo cronista habla de otras casas semejantes de varones. En cualquier caso se les exigía absoluta castidad mientras entraban al servicio del dios, castigándose con la muerte cualquier infracción de esta regla. Las muchachas que vivían en esta casa se encargaban de elaborar las ofrendas para el dios, además de recitar diariamente las alabanzas requeridas. Según Tovar, practicaban la automutilación. En a fiesta del dios realizaban grandes fiestas, que incluían una procesión en al que participaban tanto las mujeres como los hombres de las casas del dios. Al finalizar, después de tres o cuatro horas, tomaban el ídolo que habían llevado en procesión y lo colocaban en la parte alta del templo, donde todo el pueblo, desde la plaza, podía contemplarlo y venerarlo, y se hacían diversos sacrificios. El cronista Hernández describe el régimen de vida en las casas de mujeres consagradas, aunque no especifica su dedicación a ninguna divinidad en particular. Sitúa estas casas cerca del templo mayor de las ciudades importantes. En ellas las mujeres se dedicaban a servir a los dioses, al paso que les pedían un buen matrimonio. Una de las reglas de los centros era la inviolabilidad de las mujeres que en ellas vivían, siendo castigado con pena de muerte quien rompiera esta regla, tanto la mujer como el varón que se atreviera a vulnerar este precepto.