Angela de Acevedo, dramaturga y dama de Isabel De Borbón
Compartir
Datos principales
Rango
Edad Moderna
Desarrollo
Además de las Puellas doctae y de las damas fundadoras o promotoras, también sobresalieron mujeres escritoras en la corte real. Uno de los ejemplos más destacados es el de Ángela de Acevedo. Aunque nacida en Lisboa, su vida estuvo ligada a la corte de Madrid a donde se trasladó con su padre Juan de Acevedo Pereira. Allí formó parte del séquito de damas de la reina Isabel de Borbón , mujer de Felipe IV , quien se convirtió en su protectora y mecenas. Durante su estancia en la corte, contrajo matrimonio con un caballero de ilustre alcurnia. Al quedarse viuda se trasladó a un convento de religiosas benedictinas en el que permaneció hasta su muerte. Durante sus años cortesanos, Ángela de Acevedo escribió varias comedias de las que sólo han llegado hasta nosotros tres: El muerto disimulado; Dicha y desdicha del juego y devoción de la Virgen; y la Margarita del Tajo que dio nombre a Santarém. Publicadas en una edición del siglo XVII, se desconocen las fechas concretas en que fueron escritas. Parece que fueron redactadas entre finales de 1630 y principios de 1640 con el fin de ser representadas públicamente. Es factible que sus obras fueran representadas formando parte de las actividades cortesanas. Gráfico Su producción dramática en castellano muestra una variada y correcta utilización de los recursos lingüísticos, de los que se deduce que fue una escritora culta e inteligente, conocedora de la tradición literaria y la dramaturgia hispana. Imaginativa e ingeniosa para crear conflictos dramáticos, sus tres comedias están impregnadas de una fuerte religiosidad y sentido del honor; elementos característicos de la literatura barroca española. En todas ellas, la acción se desarrolla en paisajes y ciudades portuguesas y tienen como argumento común el amor. En El muerto disimulado, utiliza una acción enrevesada y una peripecia sentimental, sólo resuelta al final tras múltiples avatares. Las otras dos comedias se encuadran en las demonizadas "comedias a lo divino" o "comedias de santos" en las que abundan los efectos escénicos que entusiasmaban al público barroco y hacían de estas comedias las más populares.