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MEMORIAL 17 El capitán Pedro Fernández de Quirós, digo: Que para descubrir la parte incógnita del sur, por mandado de vuestra majestad salí del Callao, puerto de la ciudad de los Reyes, día de Santo Tomé Apóstol, 21 de diciembre 1605, con dos navíos; sus portes: 150 y 120 toneladas, y una lancha, y 130 personas de todo menester, y otras 21 sin ganar sueldo, y seis religiosos de la orden de San Francisco, y que a nueve de octubre de 607 llegué a esta corte y a catorce de diciembre presenté a V. Majestad un memorial en razón del mismo caso, pidiendo a priesa segundo despacho para poder proseguir, y que V. Majestad fue servido de remitirlo al conde de Lemos y de Andrada, Presidente del Consejo Real de las Indias, que el Consejo nombró por juez comisario a don Francisco de Tejade, oidor de dicho Consejo, el cual después de haberme oído muy despacio me mandó que hiciese el resumen que se sigue. La sustancia de todo el descubrimiento que hice consiste en tres partes de tierra con grandes sierras, que se entendió ser toda una, y si es así es muy gran cosa. En esta tierra se halló una bahía de veinte leguas de orilla, de punta a punta, con un buen puerto y dos ríos; el uno se juzgó ser tan grande como Guadalquivir, en Sevilla, y se tuvo noticia de haber allí cerca otro mayor río. A la bahía se dió por nombre de San Felipe y Santiago, porque fue descubierta en su día. El puerto se llamó de la Veracruz, porque este día surgieron las naos en él. A toda la tierra se puso nombre la Austrialia del Espíritu Santo, porque se tomó la posesión en su mismo día, debajo del estandarte real, cuyos autos tengo en mi poder.

Aquí estuvimos surtos por dos veces, 36 días. Los bastimentos que hallamos son muchas y muy buenas raíces de tres castas, y este es el pan y muy buen sustento. Muchos puercos, gallinas, palomas torcazas, patos reales y otras aves. Muchos cocos, plátanos, cañas dulces y almendras de dos castas, muchas nueces de la tierra, naranjas, obos (sic) y una grande y muy buena fruta y otras. El pescado son lenguados, salmonetes, peces reyes, lizas, cazones, pargos y otros géneros, y muy buenas aguas. La gente de esta bahía es de color lora, y antes de entrar en ella se vido en la misma tierra, y cerca, otros indios más blancos, y los unos y los otros son gentiles y en común son corpulentos, y todos traen cubiertas partes, y no comen carne humana, y por los muchos fuegos y humos que por toda la tierra se veían, se entendió ser mucha la gente, y que era parcial y poco amiga entre sí. Las armas son arcos y flechas, macanas y dardos, todas de maderas recias y pesadas; no se entendió haber yerba. Las casas son de dos vertientes, armadas sobre maderos y cubiertas de hojas de palma, con su modo de sobrado a donde recogen las comidas. No se vieron grandes pueblos, pero muchas caserías. Las haciendas son muchas y cercadas todas. La tierra negra y de gran migajón. Usan de ollas de barro. Tienen telares pequeños y muchas redes de pescar. Castran los puercos y pollos. Arman con lazos a pájaros, de que hay muy grande suma, y muchos dellos son muy músicos. Labran piedra mármol y ébano, indicios todos de ser aquel arrabal de grande tierra y vecindad de gente de más pulicia (sic).

No usan grandes embarcaciones y por esto se entendió que no tienen necesidad de valerse de otras tierras. No hay mosquitos ni caimanes ni se vieron sabandijas ponzoñosas. Viéronse perros pequeños como los nuestros y túvose noticia de perros grandes y de un animal mayor que gato y de que hay vacas y búfalos. Hay muchas nueces moscadas, que es especie de estima y su masa de valor; puédese luego hacer azúcar, y criar seda con las hojas de los árboles que llaman obos, y se ha visto plata, aunque poca, y hay noticia de haber muchos metales. Es tierra ésta a donde la industria puede hacer muy grande oficio, por tener tan grande comodidad, y mucha gente, y se puede contratar con Chile, Perú, Panamá, Nueva España y Filipinas. A mi entender puedo decir con razón que tierra más apacible, sana y fértil de sus frutos, ni sitio de mayor aparejo de cáteras y maderas para fundar una muy grande ciudad junto al mar y junto a puerto, y junto a un buen río y en un llano, y cerca de sierras, lomas y quebradas, y de mejor aparejo para criar, plantar y sembrar de todo cuanto produce Europa y las Indias, juzgado por la disposición de lo dicho, ni de puerto más alegre ni más airoso, con todos los requisitos menesterosos para hacerlo, sin de presente conocérsele contrario, ni de tan gran comodidad de astilleros, fondo a pique, o de menos, para fábricas de grande suma de naos de todos portes, ni de monte más abundante de muy trabadas maderas buenas para ligazones, currúas, busardas, forcaces; altos, gruesos y derechos árboles para tablas y todos mastiles y bergas; ni tierra que por sí sola pueda luego sustentar a tantas gentes, y tan regaladamente, si bien se considera lo escrito, ni que tenga todo lo que ésta tiene tan junto y tan a la mano; y enfrente de su puerto, y tan cerca, tiene islas pobladas que bojean doscientas leguas al parecer de las mismas calidades, ni que tenga tan grandes y tan buenas señales para ser buscada y hallada, sin bajos ni otros tropiezos, y casi a medio camino, islas conocidas, con gente, y puerto a donde se puede hacer escalas.

No la he visto en todo cuanto tengo andado, con ser tanto, ni he tenido tal noticia. Su distancia de la ciudad de los Reyes son 1700 leguas, de Acapulco, mil y trescientas, y mil cien de Manila en las islas Filipinas. Su altura es de 15 para 17 grados y se deben de esperar doblados bienes en 20, 30 y 40 (grados). Se sube como promete y digo que aunque no sea mejor que lo ya visto, que basta por parte muy principal para que sea poblada, sin lo cual no se puede acabar de descubrir lo que falta, ni tomar el tino a tantas y tan varias cosas. Sin las referidas tierras, se descubrieron otras 16 islas en alturas de 10, 12, 13, 14 grados y diferentes distacias; las cinco dellas están pobladas y se presume que otras cuatro a que no se pudo ir, y también lo están por cerca de isla con gente. Las otras siete restantes son desiertas y la primera de todas se descubrió desde el Callao en treinta y seis días de navegación. Los indios de la isla de Taumaco dieron noticia de más de 60 islas mayores y menores pobladas de gentes negras, y de blancos con cabellos largos y muy rubios, y de mulatos y de indios; gentes todas como las que ahora vimos. Y a buena cuenta en aquellas partes hay quince islas que tienen pesca de perlas, cuyas conchas de nácar fueron vistas éste y el otro viaje, y también algunas perlas, y es de creer que no se criaron solas, ni solos aquellos hombres, ni sola aquella tierra, ni sola aquella plata, ni las demás cosas que vi. También dijeron que había tierra firme y se entiende ser la misma que allí vimos.

El indio Pedro que traje de aquellas partes, después que supo darse a entender en nuestra lengua, conformó con todo lo dicho y dió noticias de muy grandes perlas y de grandes conchas capaces dellas, y de mujeres blancas y muy hermosas y que se cubren con cosa como mantos delgados. Y también dió noticia de aquella grande tierra y de un buen puerto en ella, y de grandes ríos y muy altas tierras, y mucha gente y muchas comidas, y gran suma de nueces moscadas. Y digo que aunque Pedro y los otros indios no hubieran dado la tal noticia, que de necesidad ha de haber muchas y muy grandes tierras pobladas al oriente y poniente de las que vide, y que hay allí de parte incógnita cinco mil leguas de longitud y en parte ochenta y más grados de latitud; y en suma que es la cuarta de todo el globo que está por descubrir. Todo me remito a papeles y a una junta de matemáticos y personas práticas, porque sin lo dicho hay mucho más que decir y notar y allí se puede averiguar. Adviértase que la experiencia ha mostrado que en las tierras de poca altura, así al norte como al sur, están cifradas las riquezas de todos géneros, y que estas mismas se puede y deben esperar de las tierras de que trato, así por las noticias y claros indicios, como por ser aquel paraje paralelos del Pirú, con tan buena disposición de aquellas sus altas y dobladas serranías. Supuesto que Dios, por sus muy secretos juicios, tiene mostradas tantas y tan buenas tierras sobre qué poder decir y hacer y pretender, y que en el Pirú hay muchos hombres sobrados y que esta ocasión es para ellos muy buena, y que en muchas de sus partes hay muchos y muy grandes soldados, y que es gente que sabe sustentarse con poco y puede aprovechar mucho, y que también hay muchos navíos con todo lo que han menester para navegarse.

Y que hay muchos y muy buenos bastimentos de toda suerte y que tengo experimentada su duración. Y que los tiempos y vientos y el camino desde el Callao a aquellas tierras son conocidos y que por estas razones digo (salvo siempre el mejor parecer en todo) que de presente conviene que esta jornada se arme en la ciudad de los Reyes y no en otra parte, y también más porque tiene a dos leguas el puerto suyo, que es grande comodidad para lo que se pretende y lo que más se puede ofrecer al tiempo que se despache. Esto entendido, señor, lo primero que hay que hacer es levantar mil hombres, porque hay mucho en que repartirlos. Que sean muchos casados, y todos han de ir sin ganar sueldo, salvo la gente de mar, que ha de ser pagada por ocho o más meses; y cien marineros que se han de quedar en la tierra han de ser pagados por un año; y también han de ir carpinteros de ribera y calafatea. Son menester navíos para llevar estos mil hombres con bastantes bastimentos para un año, creciendo lo que es bizcocho y harina para más tiempo. Dos lanchas para ir delante las noches que lo pidieren, y para que luego (que) se tome puerto, enviarlas a descubrir. Alguna artillería, pocos mosquetes y muchos arcabuces reforzados, con pólvora para dos o tres años, y la cuerda que bastare para un año, porque hay allá de que se puede hacer mucha. También más algunas partesanas y chuzos, y pocas rodelas, porque allá se pueden hacer otras. Muchas hachas de una mano, cuchillos carniceros y machetes para las montañas, y sombreros, angeo (?) y alpargatas para los soldados.

Mucho hierro en plancha y todo género de herramientas para fábricas, plantas, sembrados y minas, clavazón, estopa, brea y velamen para poderse luego hacer dos grandes naos y cargadas con lo que la tierra tuviere, embiar la una a Lima y la otra a México, y juntamente para poder hacer algunos barcos y bergantines para dar principio al trajín y a tan gran cosa. Algún ganado y bestiamen para casta. Dos ingenios o alquitaras para que si en la mar hubiere necesidad, sacar con ellos agua dulce de la salada, como yo ya la saqué, y en la tierra servirán luego de sacar vino de las palmas, y también se puede hacer sal, habiendo falta. Dos hornos de cobre y otras cosas deste metal, y más de hierro para el servicio ordinario. Camisetas, calzones y sayas de tafetanes de colores de la China; cascabeles, chaquiras y otras cosas para vestir y contentar a los indios y rescatar con ellos las suyas. Doce o más religiosos descalzos de la orden de San Francisco, los cuatro dellos muy doctos, con el vestuario forzoso, y todos los ornamentos menesterosos para una iglesia, y cuatro campanas pequeñas. Un médico y dos cirujanos, para poder ir el uno a lo que se ha de ofrecer, y juntamente botica, y hermanos de Juan de Dios para curar los enfermos y dar principio a hospitales. Las cédulas de V. Majestad para se poder ejecutar todo lo dicho, han de ser muy claras, muy fuertes y sin límite, para lo poco más que se puede ofrecer para buen despacho. Ha de haber otras cédulas que han de hablar generalmente con todos los ministros de V.

Majestad de gobierno, justicia y guerra, en tierra y mar, así a levante como al poniente, así a la ida como a la vuelta, y en todas las otras ocasiones que puedan proceder deste caso. Han de llevar penas puestas que pagarán en irremisible todos los danos que por dilaciones o otras causas se hicieren, así en el servicio de Dios como en el de V. Majestad y real hacienda, y en las de particulares, y más a todo lo que es mi parte y derecho. Han de llevar forma y modo como allá se ha de ejecutar esta pena. Han de ser libres y mediatas a este Consejo Real, y han de llevar otros puntos para me asegurar de los peligros que tantas veces corrí por bien servir a V. Majestad, porque ningunos han sido para mí mayores y más ordinarios. Supuesto que ya Dios fue servido, que las naos y gente han llegado a aquella bahía de San Felipe y Santiago luego, y siempre con maduro consejo en todos casos y cosas, se ha de hacer junto a uno de sus dos ríos una casa cuadrada grande y fuerte con cerca de palizada, para que la gente se recoja en ella, y se ha de proveer de los bastimentos necesarios para el sustento. Y también más, se ha de hacer una grande sementera de maíz y arroz y de otras muchas de nuestras legumbres y semillas, y lo mismo de las raíces de la tierra, que son muchas y muy buenas; y es sementera que no se puede quemar ni talar con la facilidad que otras, y para esto hay allí muy cerca las haciendas de los indios y mucha y muy buena tierra desmontada. También se rescatarán los más puercos que ser pudiere y se criarán por nuestra cuenta.

Luego se procurará con medios, todos muy suaves y muy diligentes, una vez y muchas veces, la amistad de los indios; primer de los señores, y teniéndolos seguros y contentos, y habiendo de nuestra parte trato amoroso, fiel, reportado y duradero, y memoria de cuán grave delito es matar uno, y muchos cuerpos y almas, tengo por cierto que se acabará con todos ellos lo que se pretende y desea, para atraerlos al conocimiento de Dios y obediencia de la santa sede apostólica y de V. Majestad. Lo otro: hase de tomar el pulso a los tiempos, calar la tierra, desentrañar sus secretos y grandezas, entender todo el modo de vivir de sus moradores, correr las costas al levante y al poniente y las islas de la comarca. Y luego que se haya tomado la razón cuanto más fuere posible, se hará la descripción y relación, y con ellas y con las noticias que los indios dieren, y el estado presente y forma que se va dando en el gobierno y las muestras de todo cuanto se hallare, buscado con diligencia, y algunos de aquellos naturales se despacharán avisos en tiempos diferentes a Lima y México, para que V.M. sea de todo informado y se sirva mandar quitar o añadir lo que pareciere convenir, para que se prosiga y remate esta obra de un tal modo que lo presente sea bonísimo y se espere de lo venidero gran mejora. Acuerdo a V.M. que aún las cosas mínimas se hallarán poco a poco y que esta fábrica es muy grande y no se puede toda levantar de una vez, ni decirle aquí lo que allá se hará, teniendo la cosa presente y manijada.

Supuesto que ya Dios fue servido de que este caso hubiese llegado al estado referido y juntamente que hay justo modo, aunque de presente no se pueda decir el cuanto puedan o deban dar de feudo aquellas gentes a las nuestras, con declaración de todas las obligaciones debidas de nuestra parte para con ellas, pues sin este medio parece que les turbará mucho más tanto bien cuanto se les va buscando. Puédese en cada una de las ciudades que se fundaren hacer la partición de rentas y tierras, de tal manera que, lo primero, quede mucho para Dios nuestro señor y señor de todo: quiero decir que de presente y venidero, de haber iglesias, conventos, hospitales, viudas, huérfanos y doncellas que casar y pobres que sustentar, y otras muchas necesidades que suplir, y cosas que encaminar, ayudar, conservar y acrecentar, y en suma todas las 14 obras de misericordia que cumplir. Puédese dejar mucho para los naturales tan debido a ellos, y a nosotros el buscar modo eficaz (de) cómo saldrán brevísimamente de la ceguedad en que viven sin la divina luz del santo evangelio, y el cómo a la entrada de este mar de misericordia no se ahogaron, sino que vayan el viento a popa, y prósperamente, hasta surgir en una tal vida y muerte que rece dellos la iglesia y V.M. le honre y gloríe de lo hecho, y el cómo les han de asegurar su parte temporal de tal manera que siempre jamás sea suya, y el cómo a buen paso los han, de enseñar a trabajar, y que no holguemos nosotros ni se pueda después decir que andamos buscando a quien cansar por descansar, y el cómo no se morirán ni de pena por mal trato, ni de la priesa que les pueda dar nuestra cudicia; y en suma como a priesa vendrán a ser otros segundos españoles, en lo que es la pulicia (sic) y gocen más otros mil bienes.

Puédese dejar parte para todas las personas que han de ir y merecer en aquella población el ser honrados y aprovechados con mucha seguridad de sus conciencias y de la mía, que soy el que persuado, y por que éste ha de ser el fundamento de toda esta obra, me remito a lo que puedo decir a boca o por escrito. Puédese dejar parte para que V.M. sea allá mayor señor y muy aprovechada su real hacienda, y esto de tal manera que jamás V.M. dé salario a ninguno de sus ministros, ni a los demás que ha de haber en la república para mayor concierto de ella; y finalmente digo que deseo ver allí muy bien plantadas y perpetuadas tres cosas (es a saber) como del todo serán cerradas las puertas a la ociosidad y habrá para con ella muy riguroso juicio (como siempre jamás estarán abiertas y francas a la virtud), con grandes premios, y como la caridad será mucha y muy fervorosamente ejercitada. Mírese con atención a la ciudad de los Reyes y a la de México, de las cuales se dice tener en sí más de 150 mil criaturas, entrando los naturales, y se advierta que estos naturales ya se pudieran llamar forasteros; y nótese que los diez o veinte mil españoles, los unos son ricos y que los otros pueden bien, o razonablemente, pasar sus vidas; y considérese luego el cómo quedan los 130 mil, o los que fueren, sin tener de qué asirse, ni quien los guíe. Por manera que bien se puede preguntar por cuya cuenta corren los peligros que tienen tantas gentes, sin haciendas y sin riendas, a cuyas faltas van las unas y las otras corriendo, y es fuerza que han de parar o estrellarse en alguna dura pared, y que si no fuere hoy será mañana, y esto o en la vida viciosa o en la vida falta o en la vida enferma, a donde todos han de aventurar a perder o las almas o el tino de vivir, y a ganar el padecer o morir a puras faltas, o por éstas damnificar la salud, y justamente en otros daños que afean una república, nacidos de una desorden, pudiendo ser muchos menos y muchos los bienes que aquí vamos buscando por medio de una buena orden.

Esta empresa es la mayor que tiene el tiempo presente y venidero. Aviso a V.M. que temo mucho que se acabe antes que tenga principio. Quiero decir que de su principio pende poderse después contar que la grandeza de V.M. será allá tanto mayor cuanto fuere señor de muchas más gentes, bien adqueridas, gobernadas y sustentadas en paz y justicia. Advierto que todos los que saben dicen que la baja de las Indias Occidentales procedió la mayor parte de no se perpetuar las encomiendas de los indios, y que a esta causa sus encomenderos se dieron muy gran priesa al desfrutar y apurarlos. También acuerdo que si V.M. tuviera hoy aquellos 30 millones de naturales que en su principio se hallaron, que las riquezas presentes serian muy redobladas y que estarían seguras las venideras tan necesarias; y sea aviso que hoy se dice que si quieren indios, que no hay plata, y que si quieren plata, que no hay indios para diez años, y que plata y oro no son las mayores pérdidas, pues ha habido otras que no tuvieron número, y ahora las hay que no tienen precio, y lo por venir remédielo Dios. Acuerdo a V.M. que un muy bueno y muy cumplido y muy a tiempo despachado es muy forzoso para dar principio a este tan gran caso y que el socorro cierto asegurará lo hecho, y que con leyes justas y santas instrucciones se puede abrir un muy breve y muy seguro camino para haber en aquellas tierras una república (que se puede decir concertada) y que esta tal se ha de armar sobre hombres que lo sean de veras y muy substanciales, y para que a los tales se levanten los pensamientos y quieran dejar acá lo seguro poseído, por ir poblar, pacificar, defender y sustentar tierras agenas, son muy necesarias grandes mercedes de honras, franquezas y libertades, y sobre un justo modo perpetuar las encomiendas que en aquellas tierras han de haber, sin que los dueños dellas puedan decir que son señores de indios, pues de una casa se puede dar a todos y a cada uno la parte que les tocare; y juntamente que sea luego desterrado el servicio personal forzado, dejando libre el voluntario, y con las unas y otras mercedes V.

M. ganará los ánimos de todos, así es como indios, de tal manera que se pueda desde luego decir que por este tan pequeño precio se compró tan grande parte del mundo, y se aseguraron tantos bienes espirituales y temporales cuantos hay y puede haber en este caso en que hay tanto que decir y considerar y bien mandar con pena de lo contrario. Sea aviso, y en que mucho se repare, que digo que sólo se hallará menos levantada esta obra que todo aquello que en tantos años no he sido creído ni ayudado, y que lo hecho de un casi imposible, y de las uñas de Satanás lo sacó Dios Nuestro Señor, a quien se le deben dar gracias. Por todo junto y con toda humildad y confianza suplico a V.M. sea servido mandar que yo sea luego despachado para ir en estos primeros galeones y que a gran priesa sean pobladas aquellas tan grandes y tan buenas tierras, que a tan gran priesa V.M. me mandó que las fuese a descubrir. Acuerdo a V.M. la brevedad de las vidas y que vuela el tiempo, y cuánto se pierde de bienes, y que un hombre leal, fiel, verdadero diligente y entendido en lo que pido, vale mucho y no se halla cada día, y más vale si es desnudo y tiene amor al caso y sabe padecer y sufrir, porfiar y tanto esperar justicia.

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