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Desarrollo


CAPITULO XXVI Llegan a Monterrey los diez Misioneros coca las nuevas favorables providencias, y lo que practicó el V. Padre. Los diez Misioneros que se embarcaron en San Diego el 14 de Abril, llegaron a 21 de Mayo del mismo año de 71, sin más novedad que haber padecido algunos sustos por los contrarios vientos en los treinta y ocho días de navegación. Fue su arribo de suma alegría para nuestro V. P. Presidente, viéndose con tantos Operarios, que venían con grandes alientos para trabajar en la Viña del Señor. Tenía ya el Siervo de Dios suficiente vivienda, aunque de palizada, para hospedarlos, y vivir en ella, ínterin se repartían a poner mano a la empresa de la espiritual Conquista. Con tantos Religiosos en el centro de la Gentilidad, no quiso perder la ocasión de celebrar la segunda fiesta del Corpus, que cayó aquel año el día 30 de Mayo, día de nuestro patrono San Fernando. Celebráronla con mayor solemnidad que el año antecedente, con Misa cantada de tres Ministros, Sermón y Procesión del Divinísimo con asistencia de doce Sacerdotes. Desde luego parecía limitado e1 magnánimo corazón de Fr. Junípero, para contener en sí, y no derramar a fuera, el gozo que lo ocupaba, al ver tan magníficos cultos tributados al Señor, a quien incesantemente repetía las gracias por haber enviado aquel número de Religiosos, para dar mano a los Establecimientos, y Conversiones, y al ver tan inclinados a darles todo fomento al Exmô. Señor Virrey, e lllmô. Señor Visitador general, quienes le escribían podía poner la Misión de San Carlos en el Río Carmelo, o donde mejor le pareciese.

Pasada ya la fiesta del Corpus, y enterado el V. Padre de las órdenes del Exmô. Señor Virrey, en que mandaba S. Excâ. se fundasen cinco Misiones, a más de las tres proyectadas desde el principio, hizo la distribución de los Religiosos que habían de pasara administrarlas: y teniendo presente, que los dos que estaban en San Diego por enfermos, le pedían licencia para retirarse, el uno al Colegio, y el otro a la antigua California, con la expectación de que aquel clima cálido probase mejor a su salud, pudiendo continuar sus tareas en aquellas Misiones; y no olvidando al propio tiempo el Siervo de Dios, que los hacía acreedores a la concesión del retiro, el mérito de haber trabajado con el mayor desvelo en las estaciones más calamitosas, condescendió a la súplica de ambos, y señaló para sucesores Ministros de aquella Misión a los Padres Fr. Francisco Dumetz, y Fr. Luis Jaime, de la Provincia de Mallorca. Para Fundadores de la Misión de San Buenaventura a los Padres Fr. Antonio Paterna, de la Provincia de Andalucía, y Fr. Antonio Cruzado, de la de los Ángeles; y para la de San Gabriel, a los Padres Fr. Ángel Somera, hijo del Colegio, y Fr. Pedro Benito Cambón, de la Provincia de Santiago de Galicia, todos Sacerdotes y Predicadores. Como quiera que las tres Misiones a donde iban los citados Padres estaban al rumbo del Sur, y más inmediatas al Puerto de San Diego, se volvieron a embarcar los Religiosos para aquel Puerto en el mismo Paquebot San Antonio, que salió del de Monterrey a 7 de Julio; y en él fue también e1 Comandante D.

Pedro Fages, (graduado ya de Capitán) para repartir la Tropa y ganado que estaban en San Diego, por el retiro del Capitán D. Fernando Rivera. En Monterrey quedaron otros seis Religiosos, incluso nuestro V. Fr. Junípero, quien nombró para la Misión de San Antonio de Padua a los Padres Fr. Miguel Pieras y Fr. Buenaventura Sitiar, de la Provincia de Mallorca: Para la de San Luis Obispo de Tolosa, a los Padres Fr. José Cavaller, y Fr. Domingo Juncosa, ambos de la Provincia de Cataluña; y para la de Monterrey quedó el V. P. Presidente con su Discípulo y Compañero Fr. Juan Crespí. Quedaban todavía dos Misiones proyectadas, y no había Ministros para ellas (cuyos títulos eran de N. P. San Francisco, y Ntrâ. M. Santa Clara); pero como éstas se habían de fundar más arriba hacia el Norte, y en la actualidad no había Tropa para todas, se consoló el Siervo de Dios, esperando que cuando subiese la Tropa de la antigua California, podrían también venir los cuatro Ministros de las antiguas Misiones. A los dos días después de la salida del Paquebot S. Antonio, en que iban los seis Religiosos, pasó el V. Padre a reconocer las Vegas y Cañada del Río Carmelo, para anudar la Misión de S. Carlos a más proporcionado sitio, y habiéndolo hallado con las comodidades necesarias, dispuso se hiciese el corte de las maderas para aquella Fábrica, dejando tres Mozos Marineros, que habían quedado allí de los del Barco, y cuarenta Indios Californios resguardados con cinco Centinelas, de los que el que hacía de Cabo, quedó con el encargo de cuidar que cortasen y dispusiesen maderas para construir aquella Misión, ínterin el V. Padre volvía de fundar la de S. Antonio, para cuyo efecto salió luego, como se verá en el siguiente.

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