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Desarrollo


CAPITULO IV Que trata de las guerras que obieron entre los chichimecas y los aculhuaques de Tezcuco Tornando a nuestro principal propósito, aquellos sinceros y antiguos chichimecas que vinieron a las poblazones y en seguimiento de sus parientes y amigos, trajeron por ídolo y adoraban por dios a Camaxtli, los cuales eran grandes cultores de los demás dioses e ídolos, que los veneraban y adoraban con mucha reverencia, e inviolablemente observaban sus preceptos e instituciones y promesas que les hacían. Este ídolo Camaxtli no pudo ser sino el mismo demonio, porque hablaba con ellos, y les decía y revelaba lo que había de suceder y lo que habían de hacer, en qué partes e lugares habían de poblar y permanecer. Eran, ansí mismo, estos chichimecas grandes hechiceros y nigrománticos, que usaban del arte mágico con que se hacían temer, y ansí eran temidos; por cuya causa no los osaban enojar las gentes vecinas y comarcanas. Y con esto se sustentaron muchos tiempos en Poyauhtlan, donde tuvieron su habitación algunos tiempos. Visto por los comarcanos que iban ocupando muchas tierras y que grandemente se iban apoderando de ellas y enseñoreándose, les ovieron recelo y temor de que en algún tiempo no prevaleciesen tanto que después viniesen a ser señores y que los viniesen a sujetar, y, ansí mismo, porque estos chichimecas comenzaban a hacerles mala vecindad y algunos malos tratamientos, por quererse ensanchar y extender, de cuya causa los tepanecas y culhuas mexicanos, que estaban muy conformes y confederados, trataron de los desviar y hechar de Poyauhtlan y que fueran a poblar a otras partes.

Por lo cual, les movieron guerra de parte de estos tepanecas y culhuas mexicanos, reinando en México Huitzilihuitzin, el año que ellos llamaban Cetochtli Zihuitl "año de un conejo", para la cual se juntaron grandes huestes por la laguna y por tierra y vinieron a dar sobre los chichimecas de Poyauhtlan. Los cuales, como fuesen gente belicosa y feroz, y a la continua estuviesen sobre el aviso, no estaban tan descuidados que no les salieran al encuentro con gran furia a defender y resistir su partido, defendiéndose con esfuerzo y ánimo terrible, y de tal suerte y manera que dicen las historias y antigüedades que desde donde está el pueblo de Cohuatlichan hasta el pueblo de Chimalhuacan y toda aquella marisma y orilla de la laguna, no había otra cosa sino arroyos de sangre y hombres muertos, de tal suerte y manera que el agua de la laguna por toda aquella ribera no parecía ser agua, sino pura sangre y laguna de sangre, toda ella convertida en sangre. Y con buen esfuerzo y maña corrieron y desbarataron a sus enemigos con gran afrenta, y se volvieron victoriosos y llenos de gloria a su principal asiento. En memoria de tan sangrienta batalla comen los naturales de allí cierto marisco, que en esta laguna se cría, que tiene por nombre Izcahuitli, de lo cual hay mucha cantidad. Tiene color de sangre requemada y cara leonada, a manera de lama colorada. En la cual lama se coge mucha cantidad. Y la tienen por granjería los pescadores de allí. Y ansí, quieren decir que de la sangre que allí se derramó, se convirtió aquella lama y marisco de aquella color, lo cual es fábula.

Más sólo quedó en memoria de aquella guerra y cruel estrago que hubo en ella a manera de encarecimiento, porque "sangre" en la lengua mexicana se llama eztli y ansí (por corrupción del vocablo) se llama esta lama izcahuitl. Pasada esta gran guerra entre los mexicanos tepanecas con los chichimecas, determinaron de irse de allí y pasar adelante en busca de tierras más extendidas y anchas donde más a su sabor y gusto estuviesen, y salir de aquella estrechura en que vivían, mayormente porque entendían estar malquistos con sus vecinos comarcanos, y porque, ansí mismo, su dios Camaxtli les decía que alzasen su real, que no había de ser allí su permanencia, que adelante habían de pasar a donde habían de amanecer y anochecer, dándoles a entender donde habían de ser señores supremos y vivir con descanso y quietud, porque dice la metáfora Uncantonazoncantlathuiz, oncanyazque ayancomican, "adelante habéis de pasar y no es aquí aún donde ha de amanecer y hacer sol, y resplandecer con sus prósperos y refulgentes rayos". Y estando tan malquistos con sus vecinos, que forzosamente habían de tener reencuentros y pesadumbres, por evitar tan grandes ocasiones e inconvenientes, trataron con los señores tetzcucanos de cómo se querían ir y desviar de los tepanecas, porque su venida no había sido con intento de pelear sino de poblar donde hallasen comodidad para ello, pues traían sus hijos y mujeres y eran muchos, y otros ejércitos que atrás quedaban que venían en su seguimiento, pues que los trataban tan mal que ellos querían pasar adelante, hacia las partes de donde el sol sale y llegar hasta la mar teuhtlixco anahuac, que quiere decir "al fin de la tierra y hasta la orilla y costa de la mar", pues era todo desierto y despoblado; y para emprender esta jornada querían tomar su beneplácito y que fuese con su licencia y voluntad, porque si algún tiempo les acaecían algunos infortunios y trabajos y adversidades, y los oviesen menester para algún socorro que, como hombres prosperados y que estaban de asiento, los favoreciesen como a hermanos, amigos y parientes.

Y ansí, en esta despedida y apartamiento pasaron grandes negocios de la una parte y de la otra con los aculhuaques tetzcucanos. Y al fin, quedaron resueltos en que se fuesen y que buscasen asiento donde pudiesen poblar a su voluntad y antes de esta partida, para más favorecellos, les dieron adalides y guías que los guiasen por las sierras altas de Tetzcuco y que les mostrasen desde la más alta cumbre de aquellas montañas y sierras de Tlallocan, altísimas y umbrosas. En las cuales he estado y visto, y puedo decir que son bastantes para descubrir el un hemisferio y el otro, porque son los mayores puertos y más altos de esta Nueva España, de árboles y montes de grandísima altura, de cedros, cipreses y pinares, que su belleza no puedo encarecer con palabras, que parece llegan al cielo por orden de naturaleza; y pues con palabras no puedo explicar los conceptos que a esto me inspiran, supla el buen entendimiento del discreto lector. Dejando aparte la Sierra Nevada y el Volcán, que son más altas de estas montañas, puso el Artífice del Mundo uno de los principales ornatos de su creación, que de la una parte se descubría todo el reino de los mexicanos tepanecas y su grande laguna, por la otra el reino y provincia de Tlaxcalla, Cholulla, Huexotzinco, Quauhquecholla, Tepeyacac, Tecamachalco y otras provincias de innumerables naciones, que visto lo uno y lo otro, se dan inmensas gracias al Artífice Universal de todo lo creado; mayormente, el día de hoy, que visto el retruécano que el verdadero Dios ha obrado con los suyos, se dan inmensas y sempiternas gracias y loores, porque lo que el demonio señoreado tenía, está el día de hoy reducido al verdadero Dios y su Iglesia militante.

¿Quién no se hasta de llorar de puro contento? ¿Quién no se goza con alegría sublimada con milagros tan conocidos y tan a las claras obrados, que al cabo de tantos millares de años haya sido Nuestro Señor servido de traer en conocimiento de su Santa Fe tantas y tan inumerables gentes y naciones? A su Divina Majestad se dan las alabanzas y gracias por tantas mercedes como cada día obra con sus criaturas racionales. Subidos los chichimecas con los adalides a las sierras de Tlallocan, descubrieron y divisaron desde allí grandes y amplísimas tierras, valles, sierras y llanos con sus ríos y fuentes, casi como otro nuevo mundo o nuevo hemisferio; y como los atalayas ovieron visto tan grandes tierras despobladas, porque de noche ni de día hobiese fuegos ni moradas, conocidamente vieron que eran tierras desiertas, yermas, habitables y por poblar. Y con esta noticia, bajaron de la sierra y, dando relación y noticia de lo que habían visto, hicieron grandes fiestas y solemnidades, especialmente los chichimecas a su ídolo Camaxtli, el cual dicen que les dijo hablando con ellos: que comenzasen a caminar, que aquella era la tierra en que habían de poblar y a donde habían de permanecer señoreando, y que comenzaran a marchar que ya era tiempo de no estar más en aquella provincia de Poyauhtlan, ni entre aculhuaques; mas que en sus necesidades y trabajos, les daría favor y ayuda y grandes socorros de gentes a su tiempo y cuando fuese menester. De esta manera alzaron su real y poblazón, y la mayor parte de ellos comenzaron a caminar con mujeres e hijos hacia Chalco, aunque quieren decir, afirmativamente, que algunas cuadrillas de éstas caminaron hacia la parte Norte a poblar las provincias de Tullantzinco, por no subir ni atravesar las grandes serranías y puertos de la Sierra Nevada y Volcán de Amaquemecan. Acaecieron estas cosas desde el año Ome Tecpatl, que fue el año que poblaron en los llanos de Poyauhtlan los chichimecas por consentimiento de los Señores de Tetzcuco, y el año de Tres Calli, y el año de Cuatro Tochtli, y el año de Cinco Acatl y el año de Seis Tecpatl, y el año de "una Casa", que es Ce Calli, y el año de Cinco Tochtli, y el año de Nueve Acatl, y el año de Diez Tecpatl, y el año de Once Calli, y el año de Doce Tochtli, y el año de Trece Acatl, y el año de Dos Tecpatl, y el año de Dos Calli, que fue el año que llegaron a la provincia de Chalco Amaquemecan, después de la salida que hicieron de los llanos de Poyauhtlan.

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