Biografía en dos continentes
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Biografía en dos continentes Así como Charles Dickens escribió Historia de dos ciudades, al esbozar (porque en detalle resultaría muy largo) el curso vital de Fernández de Oviedo, debemos mostrar desde un comienzo que su biografía se desarrolla en dos continentes, pero no, como el de muchos hombres de la acción indiana, en dos capítulos separados y definidos: nacer en España, formarse hasta madurar la juventud también en España, y luego marchar a Indias para realizar su función histórica (de conquistador, de gobernante, de misionero, etc.), y acabar sus días en ellas. No. Fernández de Oviedo tiene también, como es lógico, su vida previa europea y parece que se va a quedar en América, pero no, va y viene, en un verdadero juego de lanzadera, hasta el punto de que si no muere en España (como lo creyó Amador de los Ríos) es porque aún la vida le dio tiempo para regresar a las Indias y entregar allí su alma a Dios. Una figura como la del primer historiador-cronista de América, que además tuvo una actividad política muy dinámica, y una producción literaria que podemos calificar de gigantesca, es evidente que no sólo ha dejado una presencia escrita de sí misma muy copiosa, además de manuscritos y hasta obras inéditas, sino que ha preocupado a muchos investigadores, desde que a mediados del siglo XIX se editara nuevamente su Historia General y Natural de las Indias2. Veamos a continuación los estudios que sobre su persona y obra se han efectuado, desde 1855, notando que así como han sido numerosos los que han aportado datos sobre sus actividades o sobre hechos de su vida, son pocas las biografías.
Realmente asombra que con el caudal de documentación que se posee, no exista todavía una exhaustiva biografía de Fernández de Oviedo y que nos haya dejado José de la Peña y de la Cámara, el ilustre antiguo director del Archivo de Indias, con la promesa de dar a luz una prometida base documental. Por ello es breve la lista de relatos completos de la vida del cronista. La primera, como parte de su estudio introductorio a la mencionada edición de la Historia, es la de José Amador de los Ríos3; pasa más de un siglo hasta que yo mismo publico un breve recuento vital de nuestro autor (1958), y es la siguiente la de Juan Pérez de Tudela y Bueso, que, como la de Amador de los Ríos, forma parte de la edición de la Historia en la Biblioteca de Autores Españoles (1959). Para remediar esta penuria de verdaderas biografías dedicadas exclusivamente a la persona de Fernández de Oviedo, volví a intentar una visión más amplia y concreta (1981), que es por el momento la última. También es digna de recordarse la parte biográfica que José Miranda dedica al autor en su edición del Sumario (1950). Tampoco es muy abundante, dada la talla del personaje, el número de los estudios dedicados a facetas de la actividad de Fernández de Oviedo, y casi todos ellos giran en torno al año 1957, con ocasión del recuerdo centenario de su muerte en Santo Domingo. Datos sobre su persona y familia aparecen en los trabajos de Enrique Otte (1956, 1958, 1962, 1977 y 1978), y Claudio Miralles de Imperial (1958), así como en los de José de la Peña y de la Cámara (1957) y Juan Pérez de Tudela (1957).
Lo estudian como naturalista Enrique Álvarez (1957) y Eugenio Ascensión (1949), como etnólogo, Manuel Ballesteros Gaibrois (1957), como cronista, Marcel Bataillon (1954), y sobre aspectos críticos de su pensamiento y obra, Amada López de Meneses (1958), Alejandro Salas (1934) y Josefina Zoraida Vázquez Vera (1957). Pasemos ya a su currículum vitae. Familia y primeros años Uno de los aspectos curiosos de la personalidad de Gonzalo Fernández de Oviedo es que siempre procura magnificarse en sus escritos, poner de relieve su relación con personajes importantes, a ser posible de alta nobleza o regios; por el contrario, es muy parco en detalles concretos sobre su familia, lo que ha hecho pensar a algunos que pudiera ser de familia de cristianos nuevos, lo que no era demasiado malo, si no eran marranos o relapsos judaizantes. Pero él sabía muy bien que en la política poblacional indiana se hilaba muy delgado sobre la procedencia morisca, judía o gitana. Por ello, aunque menciona muchas veces a su padre, no detalla qué cosa era él en la Corte, pues no deja duda de que en ella estuvo o hizo algo muy cerca del monarca anterior a los Reyes Católicos. El primer problema es el de sus apellidos, ya que siempre se firmó Gonzalo Fernández de Oviedo. Pero en este mismo Sumario que ahora introducimos, al final añade: alias Valdés. La anarquía del sistema de usar de los apellidos familiares impide saber --como desde el siglo XIX puede hacerse-- qué relación prelativa tienen el Valdés y el Oviedo.
Parece que procede su familia del valle de Valdés, en las entonces llamadas Asturias de Oviedo, para diferenciarlas de las Asturias de Santillana. Digamos que él confiesa, y de ello alardea en cierto modo, que había nacido en Madrid, cuando escribe... en Madrid nascí y en la Casa Real me crié...4, por lo cual Jerónimo de la Quintana lo cuenta en la lista de hijos ilustres de la villa5, pero da una pista en sus Quincuagenas cuando escribe: Como ninguno, sin ser ingrato, debe olvidar su patria, hame parecido que yo sería culpado si... en esta segunda rima de mis Quincuagenas, olvidase a Madrid, seyendo una villa tan noble y famosa en España y como yema de toda ella, puesta en la mitad de toda su circunferencia, en la cual yo nascí, de padres y progenitores naturales del Principado de Asturias en Oviedo, procreados en un pequeño pueblo que se dice Borondes de la feligresía de San Miguel de Vascones y Concejo de Grado, notorios hijosdalgo y de nobles solares, y como otros muchos, por diversos motivos, suelen dejar la tierra donde nascieron y irse a ser vezinos en partes extrañas, y así lo hizo mi padre, seyendo mancebo, y asentó en aquella villa (Madrid)... Saber quién era su padre es ya más difícil y ha dado lugar a muchas conjeturas, aunque las más juiciosas lo hacen parte de la corte de Enrique IV, que a la muerte de éste se declaró por la hija doña Juana --llamada, al creer de Oreste Ferrara, injustamente, la Beltraneja-- lo que le hizo perder los bienes que había conseguido.
Si esto fuera así, la cautela con que Fernández de Oviedo se movía en medios cortesanos, le aconsejaría no airear mucho su procedencia política. Como en alguna ocasión escribe que su padre se hallaba en Segovia, muy cerca del Rey6, es justo pensamiento que esta proximidad era oficial y no coincidencia. Esta situación cercana a la corte es la que haría que Fernández de Oviedo recibiera protección de Fray Diego de Deza desde niño. Pasó a Cortes, en Navarra, al servicio del Duque de Villahermosa. Fue en este medio aristocrático y señoril, donde el joven Gonzalo consume gran parte de su niñez. Minucioso relator de las cosas de su tiempo, a las que siempre testifica con datos personales, afirma que en esta casa, y con esta familia ducal, fue donde adquirió su educación, sus modos cortesanos y su conocimiento de gentes. ¿Cómo fue la educación de Fernández de Oviedo en casa del segundo Duque de Villahermosa y de su madre? Se podía pensar que fuera una vida de grandes señores rústicos, aficionados a los caballos o a las monterías, a los suculentos banquetes, pero no fue así, y gracias a ello su educación en aquel lugar lejano de la corte, le aproximaría a ella, y tendría grandes consecuencias para su futuro intelectual. Cuando Prieto Verna7 hace mención de los amantes de la poesía latina alude directamente a D. Alfonso de Aragón, el señor en cuya casa se criaba Fernández de Oviedo, que a la mansión de sus señores la llama Casa de Minerva y de Marte.
Realmente asombra que con el caudal de documentación que se posee, no exista todavía una exhaustiva biografía de Fernández de Oviedo y que nos haya dejado José de la Peña y de la Cámara, el ilustre antiguo director del Archivo de Indias, con la promesa de dar a luz una prometida base documental. Por ello es breve la lista de relatos completos de la vida del cronista. La primera, como parte de su estudio introductorio a la mencionada edición de la Historia, es la de José Amador de los Ríos3; pasa más de un siglo hasta que yo mismo publico un breve recuento vital de nuestro autor (1958), y es la siguiente la de Juan Pérez de Tudela y Bueso, que, como la de Amador de los Ríos, forma parte de la edición de la Historia en la Biblioteca de Autores Españoles (1959). Para remediar esta penuria de verdaderas biografías dedicadas exclusivamente a la persona de Fernández de Oviedo, volví a intentar una visión más amplia y concreta (1981), que es por el momento la última. También es digna de recordarse la parte biográfica que José Miranda dedica al autor en su edición del Sumario (1950). Tampoco es muy abundante, dada la talla del personaje, el número de los estudios dedicados a facetas de la actividad de Fernández de Oviedo, y casi todos ellos giran en torno al año 1957, con ocasión del recuerdo centenario de su muerte en Santo Domingo. Datos sobre su persona y familia aparecen en los trabajos de Enrique Otte (1956, 1958, 1962, 1977 y 1978), y Claudio Miralles de Imperial (1958), así como en los de José de la Peña y de la Cámara (1957) y Juan Pérez de Tudela (1957).
Lo estudian como naturalista Enrique Álvarez (1957) y Eugenio Ascensión (1949), como etnólogo, Manuel Ballesteros Gaibrois (1957), como cronista, Marcel Bataillon (1954), y sobre aspectos críticos de su pensamiento y obra, Amada López de Meneses (1958), Alejandro Salas (1934) y Josefina Zoraida Vázquez Vera (1957). Pasemos ya a su currículum vitae. Familia y primeros años Uno de los aspectos curiosos de la personalidad de Gonzalo Fernández de Oviedo es que siempre procura magnificarse en sus escritos, poner de relieve su relación con personajes importantes, a ser posible de alta nobleza o regios; por el contrario, es muy parco en detalles concretos sobre su familia, lo que ha hecho pensar a algunos que pudiera ser de familia de cristianos nuevos, lo que no era demasiado malo, si no eran marranos o relapsos judaizantes. Pero él sabía muy bien que en la política poblacional indiana se hilaba muy delgado sobre la procedencia morisca, judía o gitana. Por ello, aunque menciona muchas veces a su padre, no detalla qué cosa era él en la Corte, pues no deja duda de que en ella estuvo o hizo algo muy cerca del monarca anterior a los Reyes Católicos. El primer problema es el de sus apellidos, ya que siempre se firmó Gonzalo Fernández de Oviedo. Pero en este mismo Sumario que ahora introducimos, al final añade: alias Valdés. La anarquía del sistema de usar de los apellidos familiares impide saber --como desde el siglo XIX puede hacerse-- qué relación prelativa tienen el Valdés y el Oviedo.
Parece que procede su familia del valle de Valdés, en las entonces llamadas Asturias de Oviedo, para diferenciarlas de las Asturias de Santillana. Digamos que él confiesa, y de ello alardea en cierto modo, que había nacido en Madrid, cuando escribe... en Madrid nascí y en la Casa Real me crié...4, por lo cual Jerónimo de la Quintana lo cuenta en la lista de hijos ilustres de la villa5, pero da una pista en sus Quincuagenas cuando escribe: Como ninguno, sin ser ingrato, debe olvidar su patria, hame parecido que yo sería culpado si... en esta segunda rima de mis Quincuagenas, olvidase a Madrid, seyendo una villa tan noble y famosa en España y como yema de toda ella, puesta en la mitad de toda su circunferencia, en la cual yo nascí, de padres y progenitores naturales del Principado de Asturias en Oviedo, procreados en un pequeño pueblo que se dice Borondes de la feligresía de San Miguel de Vascones y Concejo de Grado, notorios hijosdalgo y de nobles solares, y como otros muchos, por diversos motivos, suelen dejar la tierra donde nascieron y irse a ser vezinos en partes extrañas, y así lo hizo mi padre, seyendo mancebo, y asentó en aquella villa (Madrid)... Saber quién era su padre es ya más difícil y ha dado lugar a muchas conjeturas, aunque las más juiciosas lo hacen parte de la corte de Enrique IV, que a la muerte de éste se declaró por la hija doña Juana --llamada, al creer de Oreste Ferrara, injustamente, la Beltraneja-- lo que le hizo perder los bienes que había conseguido.
Si esto fuera así, la cautela con que Fernández de Oviedo se movía en medios cortesanos, le aconsejaría no airear mucho su procedencia política. Como en alguna ocasión escribe que su padre se hallaba en Segovia, muy cerca del Rey6, es justo pensamiento que esta proximidad era oficial y no coincidencia. Esta situación cercana a la corte es la que haría que Fernández de Oviedo recibiera protección de Fray Diego de Deza desde niño. Pasó a Cortes, en Navarra, al servicio del Duque de Villahermosa. Fue en este medio aristocrático y señoril, donde el joven Gonzalo consume gran parte de su niñez. Minucioso relator de las cosas de su tiempo, a las que siempre testifica con datos personales, afirma que en esta casa, y con esta familia ducal, fue donde adquirió su educación, sus modos cortesanos y su conocimiento de gentes. ¿Cómo fue la educación de Fernández de Oviedo en casa del segundo Duque de Villahermosa y de su madre? Se podía pensar que fuera una vida de grandes señores rústicos, aficionados a los caballos o a las monterías, a los suculentos banquetes, pero no fue así, y gracias a ello su educación en aquel lugar lejano de la corte, le aproximaría a ella, y tendría grandes consecuencias para su futuro intelectual. Cuando Prieto Verna7 hace mención de los amantes de la poesía latina alude directamente a D. Alfonso de Aragón, el señor en cuya casa se criaba Fernández de Oviedo, que a la mansión de sus señores la llama Casa de Minerva y de Marte.