Introducción. III. Descripcion del manuscrito Kraus
Compartir
Datos principales
Desarrollo
III. Descripcion del manuscrito Kraus El manuscrito Kraus consta de 158 hojas de texto de un tamaño de 305 milímetros de largo por 213 milímetros de ancho, es decir, el tamaño llamado folio menor. Las hojas se recortaron en el momento de encuadernarlas y por un doblez en la esquina superior derecha del folio 51 se puede comprobar que el tamaño original era 2 milímetros más ancho, es decir, 215 milímetros. En el momento de la encuadernación se pintaron los cantos de las hojas de rojo pálido. La escritura, en tinta que hoy es de color sepia oscuro, es caligráfica cursiva, ágil, muy clara y nítida, y corresponde a principios del siglo XVII. La caja del texto, perfectamente justificada a la izquierda y casi también perfectamente a la derecha en todas las páginas, tiene un tamaño de 230 milímetros de alto por 150 milímetros de ancho, a razón de 44 líneas por página. Los folios van numerados solo en su anverso, en la esquina superior derecha, pero no son visibles los números en todas las hojas a causa del recorte de la encuadernación. La labor caligráfica no presenta más características notables que la de su limpieza y uniformidad y la de carecer de reclamos fuera de la caja del texto al fin o al comienzo de página. Los párrafos van señalados por calderones en el margen izquierdo, y los finales de frase correspondientes al punto y seguido van indicados por un trazo horizontal continuo hasta el borde de la caja. Los capítulos, a seguido uno de otro en la misma pagina, van distinguidos por un título precedido por un calderón marginal y por una línea en blanco, y seguidos de otra línea en blanco que precede al comienzo del texto del capítulo, también señalado mediante un calderón exterior.
En el margen izquierdo y a la altura de la primera línea del texto del capítulo se encuentra la indicación capítulo y debajo el número, todo ello con un trazo superior en forma de lazo y una raya horizontal inferior. En los márgenes izquierdo y derecho se encuentran varias docenas de anotaciones de la misma letra y tinta que el texto: la mención ojo, seguida de una corta raya horizontal en la mayoría de los casos; el dibujo de una mano con el índice extendido; indicaciones en una o varias líneas cortas de los temas tratados, a las que se sobrepone un lazo en algunos casos y cuya última palabra suele estar rematada por un trazo horizontal que iguala la escritura con la línea anterior de la nota marginal. El texto carece prácticamente de tachaduras salvo en la primera página, en donde hay cinco muy importantes que no se vuelven a repetir (a partir de esa página no hay más que unas pocas tachaduras de letras o palabras individuales mediante un simple trazo horizontal que permite leer lo tachado): la primera de tres renglones y medio, la segunda de renglón y medio, la tercera de casi un renglón, la cuarta de algo más de medio renglón y la quinta de menos de medio renglón. Se trata de tachaduras mediante varios gruesos trazos horizontales repetidos que hacen casi, pero no totalmente, ilegible lo tachado. Son de la misma tinta que el resto del texto y por ello han de atribuirse al escritor y no a terceros. Lo que aún se puede leer bajo las tachaduras confirma el carácter alternativo y no consecutivo de la redacción desechada.
Lo tachado no interrumpía la lógica discursiva, por lo que se puede inferir que las tachaduras reflejan dudas de redacción y no equivocaciones caligráficas ni decisión censora posterior. Encontrándose al principio mismo del texto y no repitiéndose más adelante resulta extraño que esa única página afectada no haya sido desechada para empezar de nuevo la escritura limpiamente. Quizás haya que tener en cuenta que el papel utilizado entonces no venía en hojas sueltas sino que estas venían agrupadas --dobladas y quizás incluso cosidas ya-- en cuadernos. De modo que tirar la primera hoja suponía, cuando menos, tirar también la última del cuaderno, es decir, cuatro páginas, tres de ellas en blanco. Estos cuadernos son perfectamente visibles a pesar de la posterior encuadernación y constan de ocho hojas. De lo anterior cabe inducir que este manuscrito es producto de una redacción definitiva del autor, aunque este no fuera necesariamente el mismo que el amanuense y aunque es evidente que el texto conocido no es el texto total, puesto que existía la intención de continuarlo en otro cuaderno, nunca escrito u hoy perdido. La incorrección del lenguaje ha hecho que se le niegue al texto este carácter de versión definitiva. Es Mario Mariscal, en la introducción a su edición parcial de la crónica, quien ha tratado más largamente de esta cuestión: Es la oscuridad de la Crónica Mexicana el resultado natural, aunque indeliberado, de la forma en que debió ser concebido originalmente este texto.
Para mí que no puede caber la menor duda de que fue escrito primitivamente en la lengua materna de su autor --que lo era mexicano o náhuatl--, y posteriormente traducido al idioma en que ha llegado finalmente a nosotros; bien por su propio autor, o más probablemente, por algún otro escritor de su tiempo. Acaso, también, haya sido simplemente dictada por Tezozomoc a una segunda persona, en su idioma materno, y la que, más ducha en la legua castellana, se encargaría de ponerla en este idioma; o --por último--, existe también la posibilidad de que fuera el propio Tezozomoc quien escribiera directamente el texto en español. Pero, en cualquiera de estos tres casos, parece indudable una cosa, y es que la obra fue pensada originalmente en la lengua materna del autor, y de ello se resiente no solo su estilo, sino más que nada, el sentido de toda ella. Para nadie que tenga la más ligera idea de la sintaxis del náhuatl, dejará de ser esto evidente. (...) Todo lo anterior no tendría nada de extraordinario, puesto que sabemos sin sombra alguna de duda, que en el caso se trata efectivamente de un autor indígena, de idioma y pensamiento autóctonos; pero lo que sí resulta sumamente extraño, y habla muy en favor de nuestra idea de una traducción hecha al castellano por pluma ajena a la de su autor, es la presencia constante de errores de léxico inadmisibles en autor tan versado en su idioma aborigen, como lo era Tezozomoc.(...) Las constantes adulteraciones de los términos en lengua náhuatl, no pueden atribuirse a otra causa que no sea la apuntada: el descuido del no muy, apto ni experimentado traductor del original mexicano, a quien debemos la oscuridad, rayana en verdadera confusión, de que tan justificadamente puede acusarse a la hermosa Crónica Mexicana, en el estado en que nos ha sido transmitida.
(...) Y pues eso es así, nada menos plausible que la suposición de que pueda deberse a Tezozomoc la versión de su propia obra, siendo como era dueño soberano de su idioma nativo, según lo sabemos a ciencia cierta por tan irrefutable testimonio como el aportado por su Crónica Mexicáyotl, de la que dijo J. M.-A. Aubin que se halla escrita "en méxicain trés élegant". Y Aubin sabía muy bien lo que decía...19. Desde la descripción de McPheeters, que Mariscal no podía conocer, se negó que el manuscrito Kraus fuera de mano de Tezozomoc porque la comparación de su letra con la del Papel de tierras (tlalamatl) de Huauquilpan, que se creía escrito por Tezozomoc en 1598, permitía negar la identidad. Pero este documento, se sabe hoy día, no fue escrito por Tezozomoc ni siquiera es de principios del siglo XVII: se trata de uno de los muchos códices Techialoyan de finales del XVII y principios del XVIII20. También se había negado que fuera de mano de Tezozomoc porque en 1598, fecha de la redacción, este debía de tener un mínimo de 60 años y probablemente más (Mariscal supone que estaría más bien cerca de los 80) y a esa edad la letra ya no suele ser tan ágil, tan limpia y tan igual como la de este manuscrito. La cuestión de la edad de Tezozomoc sigue sin comprobarse: se sabe que su padre, Don Diego Huanitzin, murió en 1542, fecha límite, por tanto, para su nacimiento; y que él era bien el tercero bien el séptimo de sus hijos, aunque posiblemente no hayan sido todos de la misma madre.
Se sabe también que 11 años más tarde, en 1609, Tezozomoc vivía todavía y componía entonces su otra crónica, la genealógica Crónica mexicayotl o de la mexicanidad, aunque tampoco el manuscrito sea de su mano. No se puede ni afirmar ni descartar, por tanto, que el manuscrito Kraus haya sido escrito por Tezozomoc mismo. Y se debe suponer, en cambio, que se trata de su propia redacción. Aunque la limpieza de la escritura hace suponer que no se trata de un borrador, la incorrección de su lenguaje hace dudar que represente la versión definitiva del autor, de quien es de creer que hablara un español más correcto. Las explicaciones de esta incorrección son varias. Puede tratarse, desde el punto de vista de la redacción, si no de la escritura misma, de una primera versión de la crónica que refleja una traducción quizás literal de un texto en nahuatl, traducción que Tezozomoc haría de viva voz para que la transcribiera tal cual su amanuense. Así parece indicarlo el hecho de que las incorrecciones de lenguaje delaten sobre todo la lógica sintáctica y discursiva del nahuatl, a las que se pliega parcialmente el castellano del texto. Esta traducción oral transcrita supondría suficiente trabajo y tendría suficiente valor como para que bien se conservara de la manera más limpia posible, bien mereciera ser copiada limpiamente por terceros. Según los conocedores de la lengua nahuatl también es improbable que fuera Tezozomoc el escritor del texto a causa de las faltas de ortografía en los abundantes vocablos nahuatl que se encuentran en él, pues no es probable que desconociera esa lengua hasta ese punto quien era capaz de redactar en ella la Crónica mexicayotl con toda corrección lingüística.
La otra posibilidad es que Tezozomoc no dominara el español ortodoxo de su época bien por insuficiencia personal bien porque lo normal para él fuera usar el dialecto hispano de los indígenas nahua de la época, un dialecto que aunque no llegó a sobrevivir, posiblemente existiera entonces y haya quedado aquí reflejado. El códice, encuadernado en pergamino con un par de cintas de cierre, lleva en el lomo la inscripción Chronica Mexicana de Tezozomoc. En la esquina superior izquierda de la portada se lee, como ya se ha dicho, En 158 y en el centro 22 con un signo irreconocible debajo. A juzgar por el tipo de papel de las hojas de guarda y por la escritura que se lee en ellas, la encuadernación del códice es bastante posterior a su escritura. Se trata, por cierto, de una encuadernación segunda: así lo indican los dos tipos de pegamento visibles en el códice; ambas, sin embargo, corresponden a materiales usados en el siglo XVIII y no antes. En las dos hojas de guarda delanteras, la primera pegada al reverso de la portada, la otra suelta, se lee una plegaria a la Virgen repetida varias veces en cada una de las páginas hábiles, escrita por un tal Pedro Díaz de Aguilera en México el 13 y el 14 de octubre de un año desconocido. Las dos hojas de guarda traseras, una también pegada al reverso de la contraportada y otra suelta, llevan escrito repetidamente el alfabeto en letras grandes en sus tres páginas hábiles; todo ello con letra del XVIII. En la esquina superior izquierda de la hoja pegada al reverso de la portada, con letra y tinta distintas, se lee un 12 subrayado, y a su derecha, un poco más abajo, la suma en cifras superpuestas de 1470 y 128, con un total de 1598.
En la esquina superior derecha de la hoja de guarda delantera se lee $8,500 y a la vuelta Codice 12. En la hoja de guarda trasera pegada al reverso de la contraportada, en la esquina inferior derecha, se lee, escrito a lápiz, un 10316 subrayado. La filigrana respectiva del papel del texto y del papel de las hojas de guarda también es diferente. La de estas últimas son tres círculos superpuestos rematados arriba por una corona; el primer círculo contiene una cruz latina lobulada y el intermedio una P invertida cuya base lleva una barra horizontal. En la monografía de Ramón Mena sobre Filigranas o marcas transparentes en papeles de Nueva España del siglo XVI aparece en la lámina II, sin número, una filigrana en todo semejante a esta salvo que lleva las letras AR en el círculo intermedio. Según Mena, el papel que llevaba esta filigrana es de finales del siglo XVI y se usó durante la primera mitad del siglo siguiente. Sin embargo, al tratar de ella, y a renglón seguido, Mena transcribe el permiso dado en diciembre de 1740 al primer fabricante de papel en Nueva España, un tal Francisco Pardo, lo cual parece indicar que supone que esta filigrana es no del siglo XVI sino del XVIII y que corresponde a los productos de ese individuo21. Podría ser, en efecto, dado que es la letra P la que aparece en el círculo intermedio de la filigrana. La fecha correspondería más ajustadamente a la letra del escrito en estas hojas de guarda. Tanto en esta misma monografía como en el conocido catálogo de Briquet, entre otros, aparecen filigranas de finales del siglo XVI y principios del XVII muy parecidas a la que ostenta el papel del texto de la crónica: un círculo alargado en pico abierto por la parte inferior que lleva dentro el perfil de una cruz latina y bajo el que se encuentran tres letras unidas que parecen ser RAG.
Esta encuadernación es, en todo caso, anterior a 1745. La prueba de ello tiene especial importancia para la identificación del manuscrito. Se trata de una inscripción en trazo grueso en la cubierta posterior que reza Ynventario 2? N? 7. La inscripción se repite en una hojita suelta, entre los folios 68 y 69, escrita por ambas caras, parcialmente legibles: en una dice 16", debajo Tezozomoc ilegible y debajo Ynv?_2?_N?_7; en la otra, una operación aritmética que parece ser la división de 16644 entre 66 o entre 252. Tanto la inscripción de la cubierta posterior como las de esta hojita son de la misma letra y corresponden a la identificación que llevó a cabo Patricio Ana (o Antonio) López, Intérprete General de la Audiencia, encargado de inventariar en 1745 los papeles secuestrados a Lorenzo Boturini el año anterior por el Gobierno virreinal, tal como se desprende del encabezamiento de su propio inventario: EN VIRTUD DEL AUTO PROBEIDO POR V. S. el día dos de Abril de este corriente año 1745; he reconocido todos los Papeles y Mapas que de orden de Su Exa. se le sequestraron a Dn. Lorenzo Boturini Benaduci (...); los que según el referido auto, he executado con el esmero, atensión y Vigilancia que se me ordenó, arreglado al Inbentario, según sus Cláusulas, y números marginales en ellos conthenidos, cuio Yndice es el que sigue: ... Ynventario 2? ... Núm. 7 En este se halla otro manuscrito. Su Author Don Fernando de Albarado Tezozomoc, Indio Cazique; parece un Resumen historial que haze desde los primeros Fundadores de México y Progresso de todos los demás Reyes que la gobernaron, sucesos y, acaescimientos de sus Gouiernos hasta la entrada de los Españoles, sin fin, en las mismas foxas que son ciento sesenta y ocho, en lengua Española22.
Gracias a ello queda claro que este códice perteneció a Boturini y es el mismo que copió Veytia en 1755, copia de la que se hicieron las Memorias de Nueva España en 1792, y procedencia, finalmente, de todas las demás copias conocidas de esta crónica que dieron origen a todas sus versiones impresas. Este es, en efecto, el mismo códice que Boturini había descrito de memoria en 1746, cuando se encontraba en España desprovisto de sus papeles, del modo siguiente: Manuscritos de autores indios. VIII ... 11 Chronica Mexicàna en papel Europèo, escrita en lengua Castellana por don Hernando de Alvarado Tetzotzòmoc cerca del año de 1598. Y contiene 112. capitulos, desde la Gentilidad, hasta la llegada del Invicto Don Fernando Cortès à aquellas tierras. Es la primera parte, y falta la segunda. Al margen añadió Boturini Tom. 6. en fol. Original y aunque su numeración no se refleja en ninguna inscripción en el códice, evidentemente se trata del mismo ejemplar catalogado por el funcionario virreinal en 1745 23. Gonzalo Díaz Migoyo
En el margen izquierdo y a la altura de la primera línea del texto del capítulo se encuentra la indicación capítulo y debajo el número, todo ello con un trazo superior en forma de lazo y una raya horizontal inferior. En los márgenes izquierdo y derecho se encuentran varias docenas de anotaciones de la misma letra y tinta que el texto: la mención ojo, seguida de una corta raya horizontal en la mayoría de los casos; el dibujo de una mano con el índice extendido; indicaciones en una o varias líneas cortas de los temas tratados, a las que se sobrepone un lazo en algunos casos y cuya última palabra suele estar rematada por un trazo horizontal que iguala la escritura con la línea anterior de la nota marginal. El texto carece prácticamente de tachaduras salvo en la primera página, en donde hay cinco muy importantes que no se vuelven a repetir (a partir de esa página no hay más que unas pocas tachaduras de letras o palabras individuales mediante un simple trazo horizontal que permite leer lo tachado): la primera de tres renglones y medio, la segunda de renglón y medio, la tercera de casi un renglón, la cuarta de algo más de medio renglón y la quinta de menos de medio renglón. Se trata de tachaduras mediante varios gruesos trazos horizontales repetidos que hacen casi, pero no totalmente, ilegible lo tachado. Son de la misma tinta que el resto del texto y por ello han de atribuirse al escritor y no a terceros. Lo que aún se puede leer bajo las tachaduras confirma el carácter alternativo y no consecutivo de la redacción desechada.
Lo tachado no interrumpía la lógica discursiva, por lo que se puede inferir que las tachaduras reflejan dudas de redacción y no equivocaciones caligráficas ni decisión censora posterior. Encontrándose al principio mismo del texto y no repitiéndose más adelante resulta extraño que esa única página afectada no haya sido desechada para empezar de nuevo la escritura limpiamente. Quizás haya que tener en cuenta que el papel utilizado entonces no venía en hojas sueltas sino que estas venían agrupadas --dobladas y quizás incluso cosidas ya-- en cuadernos. De modo que tirar la primera hoja suponía, cuando menos, tirar también la última del cuaderno, es decir, cuatro páginas, tres de ellas en blanco. Estos cuadernos son perfectamente visibles a pesar de la posterior encuadernación y constan de ocho hojas. De lo anterior cabe inducir que este manuscrito es producto de una redacción definitiva del autor, aunque este no fuera necesariamente el mismo que el amanuense y aunque es evidente que el texto conocido no es el texto total, puesto que existía la intención de continuarlo en otro cuaderno, nunca escrito u hoy perdido. La incorrección del lenguaje ha hecho que se le niegue al texto este carácter de versión definitiva. Es Mario Mariscal, en la introducción a su edición parcial de la crónica, quien ha tratado más largamente de esta cuestión: Es la oscuridad de la Crónica Mexicana el resultado natural, aunque indeliberado, de la forma en que debió ser concebido originalmente este texto.
Para mí que no puede caber la menor duda de que fue escrito primitivamente en la lengua materna de su autor --que lo era mexicano o náhuatl--, y posteriormente traducido al idioma en que ha llegado finalmente a nosotros; bien por su propio autor, o más probablemente, por algún otro escritor de su tiempo. Acaso, también, haya sido simplemente dictada por Tezozomoc a una segunda persona, en su idioma materno, y la que, más ducha en la legua castellana, se encargaría de ponerla en este idioma; o --por último--, existe también la posibilidad de que fuera el propio Tezozomoc quien escribiera directamente el texto en español. Pero, en cualquiera de estos tres casos, parece indudable una cosa, y es que la obra fue pensada originalmente en la lengua materna del autor, y de ello se resiente no solo su estilo, sino más que nada, el sentido de toda ella. Para nadie que tenga la más ligera idea de la sintaxis del náhuatl, dejará de ser esto evidente. (...) Todo lo anterior no tendría nada de extraordinario, puesto que sabemos sin sombra alguna de duda, que en el caso se trata efectivamente de un autor indígena, de idioma y pensamiento autóctonos; pero lo que sí resulta sumamente extraño, y habla muy en favor de nuestra idea de una traducción hecha al castellano por pluma ajena a la de su autor, es la presencia constante de errores de léxico inadmisibles en autor tan versado en su idioma aborigen, como lo era Tezozomoc.(...) Las constantes adulteraciones de los términos en lengua náhuatl, no pueden atribuirse a otra causa que no sea la apuntada: el descuido del no muy, apto ni experimentado traductor del original mexicano, a quien debemos la oscuridad, rayana en verdadera confusión, de que tan justificadamente puede acusarse a la hermosa Crónica Mexicana, en el estado en que nos ha sido transmitida.
(...) Y pues eso es así, nada menos plausible que la suposición de que pueda deberse a Tezozomoc la versión de su propia obra, siendo como era dueño soberano de su idioma nativo, según lo sabemos a ciencia cierta por tan irrefutable testimonio como el aportado por su Crónica Mexicáyotl, de la que dijo J. M.-A. Aubin que se halla escrita "en méxicain trés élegant". Y Aubin sabía muy bien lo que decía...19. Desde la descripción de McPheeters, que Mariscal no podía conocer, se negó que el manuscrito Kraus fuera de mano de Tezozomoc porque la comparación de su letra con la del Papel de tierras (tlalamatl) de Huauquilpan, que se creía escrito por Tezozomoc en 1598, permitía negar la identidad. Pero este documento, se sabe hoy día, no fue escrito por Tezozomoc ni siquiera es de principios del siglo XVII: se trata de uno de los muchos códices Techialoyan de finales del XVII y principios del XVIII20. También se había negado que fuera de mano de Tezozomoc porque en 1598, fecha de la redacción, este debía de tener un mínimo de 60 años y probablemente más (Mariscal supone que estaría más bien cerca de los 80) y a esa edad la letra ya no suele ser tan ágil, tan limpia y tan igual como la de este manuscrito. La cuestión de la edad de Tezozomoc sigue sin comprobarse: se sabe que su padre, Don Diego Huanitzin, murió en 1542, fecha límite, por tanto, para su nacimiento; y que él era bien el tercero bien el séptimo de sus hijos, aunque posiblemente no hayan sido todos de la misma madre.
Se sabe también que 11 años más tarde, en 1609, Tezozomoc vivía todavía y componía entonces su otra crónica, la genealógica Crónica mexicayotl o de la mexicanidad, aunque tampoco el manuscrito sea de su mano. No se puede ni afirmar ni descartar, por tanto, que el manuscrito Kraus haya sido escrito por Tezozomoc mismo. Y se debe suponer, en cambio, que se trata de su propia redacción. Aunque la limpieza de la escritura hace suponer que no se trata de un borrador, la incorrección de su lenguaje hace dudar que represente la versión definitiva del autor, de quien es de creer que hablara un español más correcto. Las explicaciones de esta incorrección son varias. Puede tratarse, desde el punto de vista de la redacción, si no de la escritura misma, de una primera versión de la crónica que refleja una traducción quizás literal de un texto en nahuatl, traducción que Tezozomoc haría de viva voz para que la transcribiera tal cual su amanuense. Así parece indicarlo el hecho de que las incorrecciones de lenguaje delaten sobre todo la lógica sintáctica y discursiva del nahuatl, a las que se pliega parcialmente el castellano del texto. Esta traducción oral transcrita supondría suficiente trabajo y tendría suficiente valor como para que bien se conservara de la manera más limpia posible, bien mereciera ser copiada limpiamente por terceros. Según los conocedores de la lengua nahuatl también es improbable que fuera Tezozomoc el escritor del texto a causa de las faltas de ortografía en los abundantes vocablos nahuatl que se encuentran en él, pues no es probable que desconociera esa lengua hasta ese punto quien era capaz de redactar en ella la Crónica mexicayotl con toda corrección lingüística.
La otra posibilidad es que Tezozomoc no dominara el español ortodoxo de su época bien por insuficiencia personal bien porque lo normal para él fuera usar el dialecto hispano de los indígenas nahua de la época, un dialecto que aunque no llegó a sobrevivir, posiblemente existiera entonces y haya quedado aquí reflejado. El códice, encuadernado en pergamino con un par de cintas de cierre, lleva en el lomo la inscripción Chronica Mexicana de Tezozomoc. En la esquina superior izquierda de la portada se lee, como ya se ha dicho, En 158 y en el centro 22 con un signo irreconocible debajo. A juzgar por el tipo de papel de las hojas de guarda y por la escritura que se lee en ellas, la encuadernación del códice es bastante posterior a su escritura. Se trata, por cierto, de una encuadernación segunda: así lo indican los dos tipos de pegamento visibles en el códice; ambas, sin embargo, corresponden a materiales usados en el siglo XVIII y no antes. En las dos hojas de guarda delanteras, la primera pegada al reverso de la portada, la otra suelta, se lee una plegaria a la Virgen repetida varias veces en cada una de las páginas hábiles, escrita por un tal Pedro Díaz de Aguilera en México el 13 y el 14 de octubre de un año desconocido. Las dos hojas de guarda traseras, una también pegada al reverso de la contraportada y otra suelta, llevan escrito repetidamente el alfabeto en letras grandes en sus tres páginas hábiles; todo ello con letra del XVIII. En la esquina superior izquierda de la hoja pegada al reverso de la portada, con letra y tinta distintas, se lee un 12 subrayado, y a su derecha, un poco más abajo, la suma en cifras superpuestas de 1470 y 128, con un total de 1598.
En la esquina superior derecha de la hoja de guarda delantera se lee $8,500 y a la vuelta Codice 12. En la hoja de guarda trasera pegada al reverso de la contraportada, en la esquina inferior derecha, se lee, escrito a lápiz, un 10316 subrayado. La filigrana respectiva del papel del texto y del papel de las hojas de guarda también es diferente. La de estas últimas son tres círculos superpuestos rematados arriba por una corona; el primer círculo contiene una cruz latina lobulada y el intermedio una P invertida cuya base lleva una barra horizontal. En la monografía de Ramón Mena sobre Filigranas o marcas transparentes en papeles de Nueva España del siglo XVI aparece en la lámina II, sin número, una filigrana en todo semejante a esta salvo que lleva las letras AR en el círculo intermedio. Según Mena, el papel que llevaba esta filigrana es de finales del siglo XVI y se usó durante la primera mitad del siglo siguiente. Sin embargo, al tratar de ella, y a renglón seguido, Mena transcribe el permiso dado en diciembre de 1740 al primer fabricante de papel en Nueva España, un tal Francisco Pardo, lo cual parece indicar que supone que esta filigrana es no del siglo XVI sino del XVIII y que corresponde a los productos de ese individuo21. Podría ser, en efecto, dado que es la letra P la que aparece en el círculo intermedio de la filigrana. La fecha correspondería más ajustadamente a la letra del escrito en estas hojas de guarda. Tanto en esta misma monografía como en el conocido catálogo de Briquet, entre otros, aparecen filigranas de finales del siglo XVI y principios del XVII muy parecidas a la que ostenta el papel del texto de la crónica: un círculo alargado en pico abierto por la parte inferior que lleva dentro el perfil de una cruz latina y bajo el que se encuentran tres letras unidas que parecen ser RAG.
Esta encuadernación es, en todo caso, anterior a 1745. La prueba de ello tiene especial importancia para la identificación del manuscrito. Se trata de una inscripción en trazo grueso en la cubierta posterior que reza Ynventario 2? N? 7. La inscripción se repite en una hojita suelta, entre los folios 68 y 69, escrita por ambas caras, parcialmente legibles: en una dice 16", debajo Tezozomoc ilegible y debajo Ynv?_2?_N?_7; en la otra, una operación aritmética que parece ser la división de 16644 entre 66 o entre 252. Tanto la inscripción de la cubierta posterior como las de esta hojita son de la misma letra y corresponden a la identificación que llevó a cabo Patricio Ana (o Antonio) López, Intérprete General de la Audiencia, encargado de inventariar en 1745 los papeles secuestrados a Lorenzo Boturini el año anterior por el Gobierno virreinal, tal como se desprende del encabezamiento de su propio inventario: EN VIRTUD DEL AUTO PROBEIDO POR V. S. el día dos de Abril de este corriente año 1745; he reconocido todos los Papeles y Mapas que de orden de Su Exa. se le sequestraron a Dn. Lorenzo Boturini Benaduci (...); los que según el referido auto, he executado con el esmero, atensión y Vigilancia que se me ordenó, arreglado al Inbentario, según sus Cláusulas, y números marginales en ellos conthenidos, cuio Yndice es el que sigue: ... Ynventario 2? ... Núm. 7 En este se halla otro manuscrito. Su Author Don Fernando de Albarado Tezozomoc, Indio Cazique; parece un Resumen historial que haze desde los primeros Fundadores de México y Progresso de todos los demás Reyes que la gobernaron, sucesos y, acaescimientos de sus Gouiernos hasta la entrada de los Españoles, sin fin, en las mismas foxas que son ciento sesenta y ocho, en lengua Española22.
Gracias a ello queda claro que este códice perteneció a Boturini y es el mismo que copió Veytia en 1755, copia de la que se hicieron las Memorias de Nueva España en 1792, y procedencia, finalmente, de todas las demás copias conocidas de esta crónica que dieron origen a todas sus versiones impresas. Este es, en efecto, el mismo códice que Boturini había descrito de memoria en 1746, cuando se encontraba en España desprovisto de sus papeles, del modo siguiente: Manuscritos de autores indios. VIII ... 11 Chronica Mexicàna en papel Europèo, escrita en lengua Castellana por don Hernando de Alvarado Tetzotzòmoc cerca del año de 1598. Y contiene 112. capitulos, desde la Gentilidad, hasta la llegada del Invicto Don Fernando Cortès à aquellas tierras. Es la primera parte, y falta la segunda. Al margen añadió Boturini Tom. 6. en fol. Original y aunque su numeración no se refleja en ninguna inscripción en el códice, evidentemente se trata del mismo ejemplar catalogado por el funcionario virreinal en 1745 23. Gonzalo Díaz Migoyo