Compartir
Datos principales
Desarrollo
Capítulo octavo De otros oficiales, como son carpinteros y canteros El carpintero es de su oficio hazer lo siguiente: cortar con hacha, bender las vigas y hazer trocos y aserrar, cortar ramos de árboles y bender con cuilas cualquiera madera. El buen carpintero suele medir y compasar la madera con nivel, y labrarla con la juntera para que va derecha, y acepillar, emparejar y entarugar. y encaxar unas tablas con otras, y poner las vigas en concierto sobre las paredes; al fin, ser diestro en su oficio. El mal carpintero desparpaja lo que está bien acepillado, y es descuidado, tramposo y dañador de la obra que le dan para hazer; y en todo lo que él haze es torpe y en nada curioso. El cantero tiene fuerças y es recio, ligero, diestro en labrar y adereçar cualquier piedra. El buen cantero es buen oficial, entendido y hábil en labrar la piedra, en desbastar, esquinar y bender con la cuña, y hazer arcos, esculpir y labrar la piedra atificiosamente. También es su oficio traçar una casa, hazer buenos cimientos y poner esquinas, y hazer bortadas y ventanas bien hechas, y poner tabiques en su lugar. El mal cantero es floxo, labra mal y viesamente, y en el hazer de las paredes no las fragua, házelas torcidas o acostadas a una parte, y corcobadas. El albañil tiene por oficio hazer mezcla, mojándola bien, y echar tortas de cal, y emplanarla y brunilla o luzilla bien. El mal albañil, por ser inhábil, lo que encala es atolondrado, ni es liso, sino hoyoso, áspero y tuerto. El pintor es su oficio saber usar de colores y debuxar o señalar las imágenes con carbón, o hazer buena mezcla de colores y sabellas muy bien moler y mezclar.
El buen pintor tiene buena mano y gracia en el pintar, e considera muy bien lo que ha de pintar, y matiza muy bien la pintura, y sabe hazer las sombras y los lexos, y pintar los follajes. El mal pintor es de malo y boto ingenio, y por esto es penoso y enojoso, y no responde a la esperança del que da la obra, ni da lustre en lo que pinta, y matiza mal; todo va confuso; ni lleva compás o proporción lo que pinta por pintallo de priesa. De los cantores: el cantor alça la voz y canta claro; levanta y baxa la voz, e compone cualquier canto de su ingenio. El buen cantor es de buena, clara y sana voz, de claro ingenio y de buena memoria y canta en teflor, y cantando baxa y sube y ablanda o tiempla la voz, entona a los otros, ocdpase en componer y en enseñar la música, y antes que cante en público primero se ensaya. El mal cantor tiene voz hueca o áspera o ronca; es indocto y bronco; más por otra parte es presumptuoso y jactancioso, e desvergonzado y imbidioso, molesto y enojoso a los demás por cantar mal, y muy olvidadizo y avariento en no querer comunicar a los otros lo que sabe del canto, y sobervio y muy loco. De los sabios: el sabio es como lumbre o hacha grande, y espejo luciente y pulido de ambas partes, y buen dechado de los otros, entendido y leido. También es como camino y guía para otros. El buen sabio, como buen médico, remedia bien las cosas; da buenos consejos y buena doctrina con que alumbra e guía a los demás, por ser él de confiança y de crédito, y por ser cabal y fiel en todo.
Y para que se hagan bien las cosas, da orden y concierto, con lo cual satisfaze e contenta a todos, respondiendo al deseo y esperança de los que se llegan a él; a todos favorece y ayuda con su saber. El mal sabio es mal médico, tonto y perdido, amigo del nombre de sabio y de vanagloria; y por ser necio es causa de muchos males y de grandes errores, peligroso y despeñador y engañador o embaucador. De los médicos: el médico suele curar y remediar las enfermedades. El buen médico es entendido, buen conocedor de las propriedades de yervas, piedras, árboles y raíces, esperimentado en las curas, el cual también tiene por oficio saber concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos; al fin, librar de las puertas de la muerte. El mal médico es burlador, y por ser inhábil, en lugar de sanar empeora a los enfermos con el brevaje que les da; y aun a las vezes usa hechizerías o supersticiones por dar a entender que haze buenas curas.
El buen pintor tiene buena mano y gracia en el pintar, e considera muy bien lo que ha de pintar, y matiza muy bien la pintura, y sabe hazer las sombras y los lexos, y pintar los follajes. El mal pintor es de malo y boto ingenio, y por esto es penoso y enojoso, y no responde a la esperança del que da la obra, ni da lustre en lo que pinta, y matiza mal; todo va confuso; ni lleva compás o proporción lo que pinta por pintallo de priesa. De los cantores: el cantor alça la voz y canta claro; levanta y baxa la voz, e compone cualquier canto de su ingenio. El buen cantor es de buena, clara y sana voz, de claro ingenio y de buena memoria y canta en teflor, y cantando baxa y sube y ablanda o tiempla la voz, entona a los otros, ocdpase en componer y en enseñar la música, y antes que cante en público primero se ensaya. El mal cantor tiene voz hueca o áspera o ronca; es indocto y bronco; más por otra parte es presumptuoso y jactancioso, e desvergonzado y imbidioso, molesto y enojoso a los demás por cantar mal, y muy olvidadizo y avariento en no querer comunicar a los otros lo que sabe del canto, y sobervio y muy loco. De los sabios: el sabio es como lumbre o hacha grande, y espejo luciente y pulido de ambas partes, y buen dechado de los otros, entendido y leido. También es como camino y guía para otros. El buen sabio, como buen médico, remedia bien las cosas; da buenos consejos y buena doctrina con que alumbra e guía a los demás, por ser él de confiança y de crédito, y por ser cabal y fiel en todo.
Y para que se hagan bien las cosas, da orden y concierto, con lo cual satisfaze e contenta a todos, respondiendo al deseo y esperança de los que se llegan a él; a todos favorece y ayuda con su saber. El mal sabio es mal médico, tonto y perdido, amigo del nombre de sabio y de vanagloria; y por ser necio es causa de muchos males y de grandes errores, peligroso y despeñador y engañador o embaucador. De los médicos: el médico suele curar y remediar las enfermedades. El buen médico es entendido, buen conocedor de las propriedades de yervas, piedras, árboles y raíces, esperimentado en las curas, el cual también tiene por oficio saber concertar los huesos, purgar, sangrar y sajar, y dar puntos; al fin, librar de las puertas de la muerte. El mal médico es burlador, y por ser inhábil, en lugar de sanar empeora a los enfermos con el brevaje que les da; y aun a las vezes usa hechizerías o supersticiones por dar a entender que haze buenas curas.