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Datos principales
Desarrollo
Capítulo 17 De las cosas en que se exercitavan los señores para regir bien su reino Párrapho primero: del aparato y orden que usavan para cometer la guerra El más principal oficio del señor era el exercicio de la guerra, assí para defenderse de los enemigos como para conquistar provincias agenas. Y cuando quería acometer guerra contra algún señor o provincia, juntava a sus soldados y dávales parte de lo que quería hazer. Y luego embiavan espías a aquella tal provincia que querían conquistar para que mirassen la disposición de la tierra y la llanura y asperura de ella, y los passos peligrosos y los lugares por donde seguramente podrían entrar. Y todo lo traían pintado y lo presentavan al señor para que viesse la disposición de la tierra. Visto esto, el señor mandava llamar a los capitanes principales, que siempre eran dos: uno se llamava tlacochcálcatl, otro, tlacatécatl; y mostrándoles la pintura, señalávales los caminos que havían de llevar, por donde havían de ir los soldados, y en cuántos días havían de llegar, y dónde havían de assentar los reales, y señalávales los maestros de campo que havían de llevar. Luego mandava hazer provisiones, así de armas como de viandas, y para esto embiava a llamar a todos los mayordomos de las provincias, que llamavan calpisques, de las provincias que eran sus sujetas. Y mandávales traer a su presencia todos los tributos, assí de mantas como de plumajes, y oro, y armas, y mantenimientos; y desque todo estava traído y junto, luego el señor repartía las armas a todos los soldados, y a los capitanes y hombres fuertes y valientes.
Haviendo distribuido las armas a todos, mandava luego a los calpisques que llevassen armas a todos los principales de las provincias que havían de ir a la guerra, para sí y para sus soldados; y entonce lo notificava a su gentes, y los davan armas. Juntado todo el exército, començavan a caminar por esta orden: ivan los sacerdotes de los ídolos delante de todos, con sus ídolos a cuestas-ivan un día delante de todos-; tras éstos ivan todos los capitanes y hombres valientes, un día más adelante que el otro exército; tras éstos ivan los soldados mexicanos; tras éstos ivan los tezcucanos, un día más atrás; tras éstos ivan los de Tlacupa, otro día más atrás; tras éstos ivan los de las otras provincias, otro día más atrás. Todos ivan con gran concierto por el camino; y cuando ya estavan cerca de la provincia a que ivan a conquistar, luego los señores del campo traçavan cómo havían de assentar el real, dando sitio a cada uno de las divisiones ya dichas; y el que no quería estar por lo que ordenavan los señores del campo, asíanle luego. Haviéndose todos alojado antes que començassen a combatir, esperavan a que los sátrapas hiziessen señal, sacando fuego nuevo, y que tocassen las bocinas. Haviendo hecho esta señal los sátrapas, luego començavan a dar grita todos, y luego començavan a pelear essa misma noche de su llegada. Y los primeros captivos que captivavan, luego los entregavan a los sátrapas para que los sacrificassen y sacassen los coraçones delante de las estatuas de sus dioses que llevaron a cuestas.
Después de esto, haviendo hecho la victoria y sujetado a aquella provincia contra que ivan, luego contavan los captivos que havían tomado y los que havían sido muertos de los suyos. Tomada esta minuta, luego ivan a dar relación al señor de lo que havía passado; y también davan relación de los que havían muerto, que eran personas de calidad, en sus casas para que les hiziessen las exequias; y también davan relación de los que havían hecho una cosa notable en el combate, para que fuessen remonerados con honra y con dones, en especial si eran de noble linaje. Y en acabando la guerra, luego se hazía inquisición de todo el campo, de los que havían traspasado los mandamientos de los señores del campo; y luego los matavan, aunque fuessen capitanes. Y también los señores del campo averiguavan los pleitos que havía entre los soldados, cuando quiera que dos porfiavan sobre cuál de ellos havía captivado a algún captivo. Oíanlas primeramente, y después davan sentencia por el que mejor provava su intención; y si el caso no se pudía provar de una parte ni de otra, tomávanlos el captivo y aplicávanle al cu del barrio de aquéllos, o al cu general, para que fuesse sacrificado sin título de captivador. Haviendo pacificado la provincia, luego los señores del campo repartían tributos a los que havían sido conquistados para que cada un año los diesse al señor que les havía conquistado, y el tributo era de lo que en aquella provincia se criava y se hazía.
Y luego elegían governadores y oficiales que presidiessen en aquella provincia, no de los naturales de ella, sino de los que la havían conquistado. Párrapho segundo: de la manera de elegir a los juezes También los señores tenían cuidado de la pacificación del pueblo y de sentenciar los letigios y pleitos que havía en la gente popular. Y para esto elegían juezes, personas nobles y ricos y exercitados en las cosas de la guerra, esperimentados en los trabajos de las conquistas, personas de buenas costumbres, que fueron criados en los monasterios de calmécac, prudentes y sabios, y también criados en el palacio. A estos tales escogía el señor para que fuessen juezes en la república. Mirávase muchos en que estos tales no fuessen borrachos, ni amigos de tomar dádivas, ni fuessen acetadores de personas, ni apasionados. Encargávales mucho el señor que hiziessen justicia en todo lo que a sus manos viniesse. También los señaláva el señor las salas donde havían de exercitar su oficio; señalávales una sala que era debaxo de la sala del señor, que llamavan tlacxitlan; en ésta oían y juzgavan las causas de los nobles. Y otra sala los señalava, que llamavan teccalli; allí oían y juzgavan las causas populares, tomándoles por escrito primeramente por sus pinturas; y averiguado y escrito el negocio, llevávanlo a los de la sala más alta, que se llama tlacxitla, para que allí se sentenciasse por los mayores cónsules. Y los casos muy dificultosos y graves, llevávanlos al señor para que los sentenciasse juntamente con treze principales muy calificados que con él andavan y residían; estos tales eran los mayores juezes, que ellos llamavan tecuhtlatoque.
Estos examinavan con gran diligencia las causas que ivan a sus manos; y cuando quiera que en esta audiencia, que era la mayor, sentenciavan alguno a muerte, luego lo entregavan a los executores de la justicia, los cuales, según la sentencia, o los ahogavan, o davan garrote, o los apedreavan, o los despedaçavan. Párrapho tercero: de la manera de los areitos Lo tercero de que los señores tenían especial cuidado era de los areitos o bailes que usan para regozijar a todo el pueblo. Lo primero, dictava el cantar que se havía de dezir, y mandava a los cantores que le pusiessen en el tono que quería, y que le proveyesen muy bien. También mandava hazer aquellas macetas de ulli con que tañen el teponaztli, y que el teponaztli y el atambor fuesen muy buenos. También mandava los meneos que havía de haver en la dança, y los atavíos y divisas con que se havían de componer los que dançavan. También los señalava los que havían de tañer el atambor y el teponaztli, y los que havían de guiar la dança o baile, y señalava el día del baile para alguna fiesta señalada de los dioses. Para entonce él se componía con los adereços que se siguen. En la cabeça se ponía unas borlas hechas de pluma y oro, atadas a los cabellos de la coronilla. Poníase un beçote de oro o de piedra preciosa; poníase también unas orejeras de oro en las orejas; poníase al cuello un collar de piedras preciosas de diversos géneros; poníanse en las muñecas unas ajorcas o sartalejos de piedras preciosas, de chalchihuites y turquesas.
También se ponía en los braços, en los morcillos, unas ajorcas de oro y un bracelete con un plumaje que sobrepuja la cabeça, y otro plumaje en la mano. Cubríase de mantas ricas añudadas sobre el hombro. Poníanse unos ceñideros muy ricos, que ellos llaman máxtlatl, que sirve de cinta y de cubrir las partes vergonçosas. De esta misma librea arreava a todos los principales y hombres de guerra y capitanes, y toda la otra gente que havían de entrar en la dança o baile. Y también a todos dava copiosamente de comer y de bever. Y andando en el baile, si alguno de los cantores hazían falta en el canto, o si los que tañían el teponaztli y atambor faltavan en el tañer, o si los que guían erravan en los meneos y contenencias del baile, luego el señor les mandava prender, y otro día los mandava matar. Párrapho cuarto: de la vigilancia de noche y de día sobre las velas Lo cuarto en que el señor tenía gran diligencia era en poner velas de noche y de día para que velassen, ansí en la ciudad como en los términos de ella, para que no entrassen los enemigos sin sentirlos y conocerlos. Y por esto tenían sus velas los sátrapas concertadas, por los espacios de la noche, y también otros soldados que llamavan teachcaoan. Y velava el señor en que estas velas no hiciessen falta, y salía muchas vezes disimuladamente para ver si estavan vigilantes en sus estancias, o si dormían o se emborrachavan, y castigávanlos reziamente si dormían o si se emborrachavan.
También tenía otras velas de otros principales de más calidad, los cuales velavan de noche y de día en los términos de los enemigos, para ver si los enemigos se aparejavan de guerra, o venían de guerra, o si estavan espías de los enemigos para saber de ellos, si se aparejavan de guerra o qué hazían. Y a estas espías todas las matavan, y también a aquellos en cuya casa se aposentavan. Velavan también los mancebos que se criavan en el telpulchcalli, y cantavan de noche, gran parte de la noche, porque si algunos de los enemigos venían de noche, oyessen de lexos que velavan y no dormían. Y los sátrapas rondavan de noche, tocando sus bozinas, y respondíanlos en todas partes y en todos los de telpuchcalli, tocando las bozinas y teponaztli y atambores; esto hazían muchas vezes hasta la mañana. También havía velas perpetuamente en las casas de los señores, y en toda la noche no se apagava el fuego, ansí en los palacios de los señores como en las casas particulares y en los templos, y en el tepuchcalli y en calmécac. Párrapho quinto: de los juegos en que el señor se recreava Tenían los señores sus exercicios de pasatiempos. El primero era juego de pelota de viento, o semejante a la de viento; era este exercicio muy usado entre los señores y principales. Tenían un juego de pelota edificado para sólo aquel exercicio: eran dos paredes tan altas como dos estados, distante la una de la otra como de veinte pies. Estava en medio de cada una de estas paredes una rueda como piedras de molino pequeña que tenía un agujero en el medio, que pudía caber justamente la pelota con que jugavan por él.
Estavan tan altas como un estado del suelo; igualmente distavan de los cavos de las paredes. El que jugando metía la pelota por aquellos agujeros de las piedras o ruedas, ganava todo el juego. Jugavan desnudos y ceñidos a la cintura con unos cintos anchos, y de ellos colgava un pedaço de cuero de venado labrado que cubría las nalgas; y cuando jugavan no hirían con mano ni con pie sino con la nalga. A este juego perdían y ganavan muchas mantas ricas y joyas de oro, y piedras y esclavos. El segundo passatiempo que tenía era juego como de dados. Hazían en un petate una cruz pintada, toda llena de cuadros semejantes al juego del alquerque o castro; y puestos sobre el petate, sentados, tomavan tres frixoles grandes, hechos ciertos puntos en ellos, y dexávanlos caer sobre la cruz pintada, y de allí tenían su juego con que perdían y ganavan joyas y otras cosas, como arriba se dixo. Párrapho sesto: de la liberalidad del rey Procuravan los señores de ser liberales y tener tal fama. Y ansí hazían grandes gastos en las guerras y en los areitos. También jugavan cosas muy preciosas; y a la gente baxa, ansí hombres como mugeres, que se atrevían a saludarlos y les dezían algunas palabras que les davan contento, dávanle ropa para vestir y para dormir, y comida y bevida. Y si alguno le hazía algún cantar que les dava contento, hazíale dar dones conforme a lo que havía hecho y al contento que él havía tomado de su obra.
Haviendo distribuido las armas a todos, mandava luego a los calpisques que llevassen armas a todos los principales de las provincias que havían de ir a la guerra, para sí y para sus soldados; y entonce lo notificava a su gentes, y los davan armas. Juntado todo el exército, començavan a caminar por esta orden: ivan los sacerdotes de los ídolos delante de todos, con sus ídolos a cuestas-ivan un día delante de todos-; tras éstos ivan todos los capitanes y hombres valientes, un día más adelante que el otro exército; tras éstos ivan los soldados mexicanos; tras éstos ivan los tezcucanos, un día más atrás; tras éstos ivan los de Tlacupa, otro día más atrás; tras éstos ivan los de las otras provincias, otro día más atrás. Todos ivan con gran concierto por el camino; y cuando ya estavan cerca de la provincia a que ivan a conquistar, luego los señores del campo traçavan cómo havían de assentar el real, dando sitio a cada uno de las divisiones ya dichas; y el que no quería estar por lo que ordenavan los señores del campo, asíanle luego. Haviéndose todos alojado antes que començassen a combatir, esperavan a que los sátrapas hiziessen señal, sacando fuego nuevo, y que tocassen las bocinas. Haviendo hecho esta señal los sátrapas, luego començavan a dar grita todos, y luego començavan a pelear essa misma noche de su llegada. Y los primeros captivos que captivavan, luego los entregavan a los sátrapas para que los sacrificassen y sacassen los coraçones delante de las estatuas de sus dioses que llevaron a cuestas.
Después de esto, haviendo hecho la victoria y sujetado a aquella provincia contra que ivan, luego contavan los captivos que havían tomado y los que havían sido muertos de los suyos. Tomada esta minuta, luego ivan a dar relación al señor de lo que havía passado; y también davan relación de los que havían muerto, que eran personas de calidad, en sus casas para que les hiziessen las exequias; y también davan relación de los que havían hecho una cosa notable en el combate, para que fuessen remonerados con honra y con dones, en especial si eran de noble linaje. Y en acabando la guerra, luego se hazía inquisición de todo el campo, de los que havían traspasado los mandamientos de los señores del campo; y luego los matavan, aunque fuessen capitanes. Y también los señores del campo averiguavan los pleitos que havía entre los soldados, cuando quiera que dos porfiavan sobre cuál de ellos havía captivado a algún captivo. Oíanlas primeramente, y después davan sentencia por el que mejor provava su intención; y si el caso no se pudía provar de una parte ni de otra, tomávanlos el captivo y aplicávanle al cu del barrio de aquéllos, o al cu general, para que fuesse sacrificado sin título de captivador. Haviendo pacificado la provincia, luego los señores del campo repartían tributos a los que havían sido conquistados para que cada un año los diesse al señor que les havía conquistado, y el tributo era de lo que en aquella provincia se criava y se hazía.
Y luego elegían governadores y oficiales que presidiessen en aquella provincia, no de los naturales de ella, sino de los que la havían conquistado. Párrapho segundo: de la manera de elegir a los juezes También los señores tenían cuidado de la pacificación del pueblo y de sentenciar los letigios y pleitos que havía en la gente popular. Y para esto elegían juezes, personas nobles y ricos y exercitados en las cosas de la guerra, esperimentados en los trabajos de las conquistas, personas de buenas costumbres, que fueron criados en los monasterios de calmécac, prudentes y sabios, y también criados en el palacio. A estos tales escogía el señor para que fuessen juezes en la república. Mirávase muchos en que estos tales no fuessen borrachos, ni amigos de tomar dádivas, ni fuessen acetadores de personas, ni apasionados. Encargávales mucho el señor que hiziessen justicia en todo lo que a sus manos viniesse. También los señaláva el señor las salas donde havían de exercitar su oficio; señalávales una sala que era debaxo de la sala del señor, que llamavan tlacxitlan; en ésta oían y juzgavan las causas de los nobles. Y otra sala los señalava, que llamavan teccalli; allí oían y juzgavan las causas populares, tomándoles por escrito primeramente por sus pinturas; y averiguado y escrito el negocio, llevávanlo a los de la sala más alta, que se llama tlacxitla, para que allí se sentenciasse por los mayores cónsules. Y los casos muy dificultosos y graves, llevávanlos al señor para que los sentenciasse juntamente con treze principales muy calificados que con él andavan y residían; estos tales eran los mayores juezes, que ellos llamavan tecuhtlatoque.
Estos examinavan con gran diligencia las causas que ivan a sus manos; y cuando quiera que en esta audiencia, que era la mayor, sentenciavan alguno a muerte, luego lo entregavan a los executores de la justicia, los cuales, según la sentencia, o los ahogavan, o davan garrote, o los apedreavan, o los despedaçavan. Párrapho tercero: de la manera de los areitos Lo tercero de que los señores tenían especial cuidado era de los areitos o bailes que usan para regozijar a todo el pueblo. Lo primero, dictava el cantar que se havía de dezir, y mandava a los cantores que le pusiessen en el tono que quería, y que le proveyesen muy bien. También mandava hazer aquellas macetas de ulli con que tañen el teponaztli, y que el teponaztli y el atambor fuesen muy buenos. También mandava los meneos que havía de haver en la dança, y los atavíos y divisas con que se havían de componer los que dançavan. También los señalava los que havían de tañer el atambor y el teponaztli, y los que havían de guiar la dança o baile, y señalava el día del baile para alguna fiesta señalada de los dioses. Para entonce él se componía con los adereços que se siguen. En la cabeça se ponía unas borlas hechas de pluma y oro, atadas a los cabellos de la coronilla. Poníase un beçote de oro o de piedra preciosa; poníase también unas orejeras de oro en las orejas; poníase al cuello un collar de piedras preciosas de diversos géneros; poníanse en las muñecas unas ajorcas o sartalejos de piedras preciosas, de chalchihuites y turquesas.
También se ponía en los braços, en los morcillos, unas ajorcas de oro y un bracelete con un plumaje que sobrepuja la cabeça, y otro plumaje en la mano. Cubríase de mantas ricas añudadas sobre el hombro. Poníanse unos ceñideros muy ricos, que ellos llaman máxtlatl, que sirve de cinta y de cubrir las partes vergonçosas. De esta misma librea arreava a todos los principales y hombres de guerra y capitanes, y toda la otra gente que havían de entrar en la dança o baile. Y también a todos dava copiosamente de comer y de bever. Y andando en el baile, si alguno de los cantores hazían falta en el canto, o si los que tañían el teponaztli y atambor faltavan en el tañer, o si los que guían erravan en los meneos y contenencias del baile, luego el señor les mandava prender, y otro día los mandava matar. Párrapho cuarto: de la vigilancia de noche y de día sobre las velas Lo cuarto en que el señor tenía gran diligencia era en poner velas de noche y de día para que velassen, ansí en la ciudad como en los términos de ella, para que no entrassen los enemigos sin sentirlos y conocerlos. Y por esto tenían sus velas los sátrapas concertadas, por los espacios de la noche, y también otros soldados que llamavan teachcaoan. Y velava el señor en que estas velas no hiciessen falta, y salía muchas vezes disimuladamente para ver si estavan vigilantes en sus estancias, o si dormían o se emborrachavan, y castigávanlos reziamente si dormían o si se emborrachavan.
También tenía otras velas de otros principales de más calidad, los cuales velavan de noche y de día en los términos de los enemigos, para ver si los enemigos se aparejavan de guerra, o venían de guerra, o si estavan espías de los enemigos para saber de ellos, si se aparejavan de guerra o qué hazían. Y a estas espías todas las matavan, y también a aquellos en cuya casa se aposentavan. Velavan también los mancebos que se criavan en el telpulchcalli, y cantavan de noche, gran parte de la noche, porque si algunos de los enemigos venían de noche, oyessen de lexos que velavan y no dormían. Y los sátrapas rondavan de noche, tocando sus bozinas, y respondíanlos en todas partes y en todos los de telpuchcalli, tocando las bozinas y teponaztli y atambores; esto hazían muchas vezes hasta la mañana. También havía velas perpetuamente en las casas de los señores, y en toda la noche no se apagava el fuego, ansí en los palacios de los señores como en las casas particulares y en los templos, y en el tepuchcalli y en calmécac. Párrapho quinto: de los juegos en que el señor se recreava Tenían los señores sus exercicios de pasatiempos. El primero era juego de pelota de viento, o semejante a la de viento; era este exercicio muy usado entre los señores y principales. Tenían un juego de pelota edificado para sólo aquel exercicio: eran dos paredes tan altas como dos estados, distante la una de la otra como de veinte pies. Estava en medio de cada una de estas paredes una rueda como piedras de molino pequeña que tenía un agujero en el medio, que pudía caber justamente la pelota con que jugavan por él.
Estavan tan altas como un estado del suelo; igualmente distavan de los cavos de las paredes. El que jugando metía la pelota por aquellos agujeros de las piedras o ruedas, ganava todo el juego. Jugavan desnudos y ceñidos a la cintura con unos cintos anchos, y de ellos colgava un pedaço de cuero de venado labrado que cubría las nalgas; y cuando jugavan no hirían con mano ni con pie sino con la nalga. A este juego perdían y ganavan muchas mantas ricas y joyas de oro, y piedras y esclavos. El segundo passatiempo que tenía era juego como de dados. Hazían en un petate una cruz pintada, toda llena de cuadros semejantes al juego del alquerque o castro; y puestos sobre el petate, sentados, tomavan tres frixoles grandes, hechos ciertos puntos en ellos, y dexávanlos caer sobre la cruz pintada, y de allí tenían su juego con que perdían y ganavan joyas y otras cosas, como arriba se dixo. Párrapho sesto: de la liberalidad del rey Procuravan los señores de ser liberales y tener tal fama. Y ansí hazían grandes gastos en las guerras y en los areitos. También jugavan cosas muy preciosas; y a la gente baxa, ansí hombres como mugeres, que se atrevían a saludarlos y les dezían algunas palabras que les davan contento, dávanle ropa para vestir y para dormir, y comida y bevida. Y si alguno le hazía algún cantar que les dava contento, hazíale dar dones conforme a lo que havía hecho y al contento que él havía tomado de su obra.