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Datos principales
Desarrollo
Capítulo 31 De lo que la partera dezía al niño cuando le cortava el ombligo, que eran todas las fatigas y trabajos que havía de padescer en este mundo, y al cabo morir en la guerra o sacrificado a los dioses. Y davan el ombligo a los que ivan a la guerra para que le enterrasen en el lugar donde se combatían los que peleavan, que en todas partes tenían lugar señalado para pelear. Y el ombligo de la niña enterrávanle cabe el hogar, en señal que la muger no ha de salir de casa y que todo su trabajar ha de ser cerca del hogar, haziendo de comer, etc. Hijo mío muy amado y muy tierno, cata aquí la doctrina que nos dexaron nuestro señor Yoaltecutli y la señora Yoaltícitl, tu padre y madre. De medio de ti corto tu ombligo. Sábete y endende que no es aquí tu casa donde has nacido, porque eres soldado y criado, eres ave que llaman quéchol, eres ave que llaman çacuan, que eres ave y soldado del que está en todas partes. Pero esta casa donde has nacido no es sino un nido donde has nacido, es una posada donde has llegado, es tu salida en este mundo. Aquí brotas y aquí floresces; aquí te apartas de tu madre, como el pedaço de la piedra donde se corta. Esta es tu cuna y el lugar donde reclines tu cabeça. Solamente es tu posada esta casa. Tu propria tierra otra es; en otra parte estás prometido, que es el campo donde se hazen las guerras, donde se traban las batallas. Para allí eres embiado. Tu oficio y facultad es la guerra; tu oficio es dar a vever al sol con sangre de tus enemigos, y dar de comer a la tierra, que se llama Tlaltecutli, con los cuerpos de tus enemigos.
Tu propria tierra y tu heredad y tu fuerte es la casa del sol en el cielo. Allí has de alabar y de regocijar a nuestro señor el sol, que se llama Totonámetl in Mánic. Por ventura merecerás y serás digno de morir en este lugar y rescebir en él muerte florida. Y esto que te corto de tu cuerpo y de medio de tu barriga es cosa suya, es cosa devida a Tlaltecutli, que es la tierra y el sol. Y cuando se començare la guerra a bullir, y los soldados a se juntar, ponerla hemos en sus manos de aquellos que son valientes soldados, para que la den a tu padre y a tu madre la tierra y el sol. Enterrarla han en el campo, en el medio, donde se dan las batallas. Y ésta es la señal que eres ofrecido y prometido al sol y a la tierra; ésta es la señal que tú hazes professión de hazer este oficio de guerra. Y tu nombre estará escripto en el campo de las batallas para que no se eche en olvido tu nombre ni tu persona. Esta es la ofrenda de espina y de maguey y de caña de humo y de ramos de acxóyatl, la cual se corta de tu cuerpo, cosa muy preciosa. Con esta ofrenda se confirma tu penitencia y tu voto. Y agora resta que esperemos el merecimiento y dignidad o provecho que nos vendrá de tu vida y de tus obras. Hijo mío, muy amado, vive y trabaja. Desseo que te guíe y te provea y te adorne aquel que está en todo lugar. Y si la criatura era hembra, hablávala la partera de esta manera cuando la cortava el ombligo: Hija mía y señora mía, ya havéis venido a este mundo. Haos acá embiado nuestro señor, el cual está en todo lugar.
Havéis venido al lugar de cansancios y al lugar de trabajos y al lugar de congoxas, donde haze frío y viento. Notad, hija mía, que del medio de vuestro cuerpo corto y tomo tu ombligo, porque ansí lo mandó y ordenó tu madre y tu padre Yoaltecutli, que es el señor de la noche, y Yoaltícitl, que es la diosa de los baños. Havéis de estar dentro de casa como el coraçón dentro del cuerpo; no havéis de andar fuera de casa; no havéis de tener costumbre de ir a ninguna parte. Havéis de ser la ceniza con que se cubre el fuego en el hogar; havéis de ser las trévedes donde se pone la olla. En este lugar os entierra nuestro señor; aquí havéis de trabajar. Vuestro oficio ha de ser traer el agua y moler el maíz en el metate. Allí havéis de sudar cabe la ceniza y cabe el hogar. Dicho esto, la partera enterrava junto al hogar el ombligo que havía cortado a la niña. Dezían que ésta era señal que la niña no saldría de casa. Solamente havía de vivir en casa; no convenía que fuesse alguna parte. También esto significava que havía de tener cuidado de hazer la bevida y la comida, y las vestiduras, como manta, etc., y que su oficio ha de ser hilar y texer.
Tu propria tierra y tu heredad y tu fuerte es la casa del sol en el cielo. Allí has de alabar y de regocijar a nuestro señor el sol, que se llama Totonámetl in Mánic. Por ventura merecerás y serás digno de morir en este lugar y rescebir en él muerte florida. Y esto que te corto de tu cuerpo y de medio de tu barriga es cosa suya, es cosa devida a Tlaltecutli, que es la tierra y el sol. Y cuando se començare la guerra a bullir, y los soldados a se juntar, ponerla hemos en sus manos de aquellos que son valientes soldados, para que la den a tu padre y a tu madre la tierra y el sol. Enterrarla han en el campo, en el medio, donde se dan las batallas. Y ésta es la señal que eres ofrecido y prometido al sol y a la tierra; ésta es la señal que tú hazes professión de hazer este oficio de guerra. Y tu nombre estará escripto en el campo de las batallas para que no se eche en olvido tu nombre ni tu persona. Esta es la ofrenda de espina y de maguey y de caña de humo y de ramos de acxóyatl, la cual se corta de tu cuerpo, cosa muy preciosa. Con esta ofrenda se confirma tu penitencia y tu voto. Y agora resta que esperemos el merecimiento y dignidad o provecho que nos vendrá de tu vida y de tus obras. Hijo mío, muy amado, vive y trabaja. Desseo que te guíe y te provea y te adorne aquel que está en todo lugar. Y si la criatura era hembra, hablávala la partera de esta manera cuando la cortava el ombligo: Hija mía y señora mía, ya havéis venido a este mundo. Haos acá embiado nuestro señor, el cual está en todo lugar.
Havéis venido al lugar de cansancios y al lugar de trabajos y al lugar de congoxas, donde haze frío y viento. Notad, hija mía, que del medio de vuestro cuerpo corto y tomo tu ombligo, porque ansí lo mandó y ordenó tu madre y tu padre Yoaltecutli, que es el señor de la noche, y Yoaltícitl, que es la diosa de los baños. Havéis de estar dentro de casa como el coraçón dentro del cuerpo; no havéis de andar fuera de casa; no havéis de tener costumbre de ir a ninguna parte. Havéis de ser la ceniza con que se cubre el fuego en el hogar; havéis de ser las trévedes donde se pone la olla. En este lugar os entierra nuestro señor; aquí havéis de trabajar. Vuestro oficio ha de ser traer el agua y moler el maíz en el metate. Allí havéis de sudar cabe la ceniza y cabe el hogar. Dicho esto, la partera enterrava junto al hogar el ombligo que havía cortado a la niña. Dezían que ésta era señal que la niña no saldría de casa. Solamente havía de vivir en casa; no convenía que fuesse alguna parte. También esto significava que havía de tener cuidado de hazer la bevida y la comida, y las vestiduras, como manta, etc., y que su oficio ha de ser hilar y texer.