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Datos principales
Desarrollo
Capítulo CX Que trata de la salida de Francisco de Villagran de los reinos del Pirú Llegado que fue Francisco de Villagran de los reinos del Pirú donde estaba el presidente Pedro de la Gasca, dados los despachos que del gobernador llevaba y él dado su descargo de lo que había hecho en la tierra mientras el gobernador estuvo fuera de ella. El presidente, oído todo esto, le dio licencia para que hiciese gente y con ella fuese por detrás de la cordillera como el gobernador se lo encargaban. E hizo ciento y cincuenta hombres y se fue a Potosí, y de allí a Omaguaca, que serán sesenta leguas de Potosí. Salido de estas provincias de Omaguaca pásase la cordillera nevada. Aquí hay unos indios que se sustentan de solamente caza y no se les da nada de sembrar. De aquí vino a un valle que se dice Esteco que tendrá cuarenta leguas el valle abajo. Toda la orilla de este río no hay agua para que puedan beber. Hay muy grandes algarrobales y chañares. Sus pueblos es en lo raso a causa de los muchos tigres que hay. Es lengua por sí. Es gente dispuesta y las mujeres son de buen parecer. Es tierra fértil y tienen algunas ovejas de que se visten. Hay avestruces y de las plumas de éstos hacen una cobertura con que se cubren sus vergüenzas, y ellas con unas mantillas de lana de la cintura abajo. En el río hay mucho pescado y muy bueno. No tienen ídolos ni casa de adoración. Este río al cabo de las cuarenta leguas se sume debajo de la tierra y hace lagunas. De esta provincia se vino a la provincia de Tuama que está veinte leguas de Amaguaca, e son todas arenales.
Estando en un pueblo que se dice Cotagaeta, estaba un capitán de Joan Núñez de Prado que se decía Santa Cruz, el cual llevaba cierta gente a Joan Núñez de Prado. Y cerca de él estaba otro capitán de Francisco de Villagran, el cual se decía Graviel de Villagran. Fue al Santa Cruz y le prendió y le quitó la gente, e le mandó que se volviese a Potosí. Llevando el Graviel de Villagran la gente se fue adelante a juntarse con Francisco de Villagran. Esta provincia de Tuama que he dicho es toda tierra llana. Hay grandes algarrobas. No se halla en toda esta tierra una piedra, si no es traída de otra parte, aunque sea como una avellana. Acostumbran estos indios hondas. Es gente belicosa. Sus armas son arcos y flechas. Tienen hierba muy peligrosa. Este valle está muy poblado y más que el pasado, porque tiene más de ochenta leguas el río abajo de poblazón. Y créese que entra en el río de la Plata, porque se hallaron cosas de nuestra España, en que se halló un real y un dedal y un barril de barro vedriado. Las mismas cosas que hay en el otro valle de arriba, solamente difieren en la lengua. Aquí se vido una cosa admirable que tienen por costumbre, que si una mujer enviuda, tiene el defunto en una barbacoa o cama desnudo y ella le está cada el día llorando. Y como es tan calurosa la tierra, en breve cría gusanos el cuerpo, y ella se los limpia y los toma con sus manos sin asco ninguno, aunque hiede pestíferamente. Y allí está de noche y de día y no se levanta si no es a cosas necesarias que no las puede escusar.
Y si por ventura corre alguna grasa del cuerpo, la toma con las manos y avuelta los gusanos y sin pena se unta ella el cuerpo y el rostro. Y de esta manera se está hasta que el cuerpo se seca y se consume. Toma los huesos y los meten en un cántaro, y allí los tiene guardados. Y éste es su entierro. Aquí se vio un cuero de una culebra que le faltaba la cola y cabeza, que tenía veinte pies de largo y tres pies y medio de ancho. Y de este cuero se hicieron veinte vainas de espadas. Estas culebras son mansas que los mismos indios se dicen darles de comer, y no hacen mal. Siembran estos indios en esta manera, que desque viene el río fuera de madre en invierno, sale dos o tres leguas de madre y después se torna a su ser. Queda toda esta tierra empantanada y allí siembran. Y acontece estar un maíz para se coger e otro en berza y otro en leche. En invierno no hace mucho frío y el verano hace tan gran calor que no pueden andar ni salir fuera de la sombra. Esta provincia se dice Juríes. Andan vestidos de lana y de las avestruces hacen la misma ropa que dije arriba para sus vergüenzas. Es gente dispuesta, y tanto, que en todo lo que se ha descubierto en las Indias a una mano, no se ha visto tan dispuesta, y ellas por el consiguiente, y son de buen parecer y tienen muy lindos ojos. No tienen casa de adoración ni ídolos. Adoran al sol. Tienen los pueblos cercados de una muy fuerte palizada, a causa de una gente comarcana que se dicen ules. Y esta gente no siembra, sino susténtanse de algarrobas y de chañares y de caza que tienen mucha.
Son dados a ladronicios y viénenles a hurtar las comidas, que es maíz y frísoles y zapallos y maní. Y estos juríes los temen y a esta causa tienen los pueblos cercados, y tienen en cada pueblo de éstos dos y tres y cuatro mil indios. Y cuando éstos se juntan trescientos de ellos, aunque estén tres mil jurís, no osan defenderles las comidas. En esta provincia no hay oro ni plata. Tienen ovejas y por los campos guanacos. Hay muchas avestruces y por esta causa se llama esta provincia Jaríes, porque se llaman las avestruces en su lengua ansí. Hay muchas perdices. Tienen mucho pescado en el río. Tiene cien leguas la cordillera nevada de sí, y a la falda de la cordillera nevada pobló Joan Núñez de Prado un pueblo por mandado del presidente Pedro de la Gasca y púsole por nombre la ciudad del Barco. Está en la provincia de Tonuca. Y estando Francisco de Villagran en esta provincia, pareciéndole a Joan Núñez que tenía poca gente y que fácilmente se la podía quitar, vino una noche con cierta gente sobre él, y como vio que traía mucha gente no hizo nada, sino volvióse a su pueblo. Visto el atrevimiento Francisco de Villagran, caminó a la ciudad del Barco, del cual envió al camino Núñez de Prado al padre Carvajal a desculparse, y que él quería quedar por teniente del gobernador don Pedro de Valdivia, pues que él había poblado aquella ciudad en sus límites, y que le dejase alguna gente para la sustentación. Y ansí lo dejó Francisco de Villagran.
Estando en un pueblo que se dice Cotagaeta, estaba un capitán de Joan Núñez de Prado que se decía Santa Cruz, el cual llevaba cierta gente a Joan Núñez de Prado. Y cerca de él estaba otro capitán de Francisco de Villagran, el cual se decía Graviel de Villagran. Fue al Santa Cruz y le prendió y le quitó la gente, e le mandó que se volviese a Potosí. Llevando el Graviel de Villagran la gente se fue adelante a juntarse con Francisco de Villagran. Esta provincia de Tuama que he dicho es toda tierra llana. Hay grandes algarrobas. No se halla en toda esta tierra una piedra, si no es traída de otra parte, aunque sea como una avellana. Acostumbran estos indios hondas. Es gente belicosa. Sus armas son arcos y flechas. Tienen hierba muy peligrosa. Este valle está muy poblado y más que el pasado, porque tiene más de ochenta leguas el río abajo de poblazón. Y créese que entra en el río de la Plata, porque se hallaron cosas de nuestra España, en que se halló un real y un dedal y un barril de barro vedriado. Las mismas cosas que hay en el otro valle de arriba, solamente difieren en la lengua. Aquí se vido una cosa admirable que tienen por costumbre, que si una mujer enviuda, tiene el defunto en una barbacoa o cama desnudo y ella le está cada el día llorando. Y como es tan calurosa la tierra, en breve cría gusanos el cuerpo, y ella se los limpia y los toma con sus manos sin asco ninguno, aunque hiede pestíferamente. Y allí está de noche y de día y no se levanta si no es a cosas necesarias que no las puede escusar.
Y si por ventura corre alguna grasa del cuerpo, la toma con las manos y avuelta los gusanos y sin pena se unta ella el cuerpo y el rostro. Y de esta manera se está hasta que el cuerpo se seca y se consume. Toma los huesos y los meten en un cántaro, y allí los tiene guardados. Y éste es su entierro. Aquí se vio un cuero de una culebra que le faltaba la cola y cabeza, que tenía veinte pies de largo y tres pies y medio de ancho. Y de este cuero se hicieron veinte vainas de espadas. Estas culebras son mansas que los mismos indios se dicen darles de comer, y no hacen mal. Siembran estos indios en esta manera, que desque viene el río fuera de madre en invierno, sale dos o tres leguas de madre y después se torna a su ser. Queda toda esta tierra empantanada y allí siembran. Y acontece estar un maíz para se coger e otro en berza y otro en leche. En invierno no hace mucho frío y el verano hace tan gran calor que no pueden andar ni salir fuera de la sombra. Esta provincia se dice Juríes. Andan vestidos de lana y de las avestruces hacen la misma ropa que dije arriba para sus vergüenzas. Es gente dispuesta, y tanto, que en todo lo que se ha descubierto en las Indias a una mano, no se ha visto tan dispuesta, y ellas por el consiguiente, y son de buen parecer y tienen muy lindos ojos. No tienen casa de adoración ni ídolos. Adoran al sol. Tienen los pueblos cercados de una muy fuerte palizada, a causa de una gente comarcana que se dicen ules. Y esta gente no siembra, sino susténtanse de algarrobas y de chañares y de caza que tienen mucha.
Son dados a ladronicios y viénenles a hurtar las comidas, que es maíz y frísoles y zapallos y maní. Y estos juríes los temen y a esta causa tienen los pueblos cercados, y tienen en cada pueblo de éstos dos y tres y cuatro mil indios. Y cuando éstos se juntan trescientos de ellos, aunque estén tres mil jurís, no osan defenderles las comidas. En esta provincia no hay oro ni plata. Tienen ovejas y por los campos guanacos. Hay muchas avestruces y por esta causa se llama esta provincia Jaríes, porque se llaman las avestruces en su lengua ansí. Hay muchas perdices. Tienen mucho pescado en el río. Tiene cien leguas la cordillera nevada de sí, y a la falda de la cordillera nevada pobló Joan Núñez de Prado un pueblo por mandado del presidente Pedro de la Gasca y púsole por nombre la ciudad del Barco. Está en la provincia de Tonuca. Y estando Francisco de Villagran en esta provincia, pareciéndole a Joan Núñez que tenía poca gente y que fácilmente se la podía quitar, vino una noche con cierta gente sobre él, y como vio que traía mucha gente no hizo nada, sino volvióse a su pueblo. Visto el atrevimiento Francisco de Villagran, caminó a la ciudad del Barco, del cual envió al camino Núñez de Prado al padre Carvajal a desculparse, y que él quería quedar por teniente del gobernador don Pedro de Valdivia, pues que él había poblado aquella ciudad en sus límites, y que le dejase alguna gente para la sustentación. Y ansí lo dejó Francisco de Villagran.