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Datos principales
Desarrollo
Capítulo XCII Que trata de la cordillera nevada y de dónde viene y lo que corre y de una gente que habitan dentro de ella Muchas veces se ha tratado de la cordillera nevada, y pareciéndome justo quise decir de ella y dónde procede, que es desde Santa Marta, y pasa por cerca de Cartagena y atraviesa todo el Pirú y toda esta gobernación de Chile, y llega al estrecho de Magallanes y pasa adelante, según se ha visto. Desde Cartagena al estrecho son más de dos mil leguas. En muchas partes de ella no se quita la nieve en todo el año. Tiene de atravesía veinte y cinco y treinta leguas y más, de altas sierras y profundas quebradas. En esta gobernación es en parte montuosa la falda de ella y en partes es pelada. Pásase por tres o cuatro partes y con gran trabajo. Son tres meses en el año que es enero y febrero y marzo, y todos los demás no se puede pasar por causa de los grandes fríos. El término que hay de ella a la mar son quince y dieciséis y en partes diez y siete leguas, y no hay más anchor y ansí va hasta el estrecho. Y en este compás va la población. Dentro de esta cordillera a quince y a veinte leguas hay unos valles donde habita una gente, los cuales se llaman puelches y son pocos. Habrá en una parcialidad quince y veinte y treinta indios. Esta gente no siembra. Susténtanse de caza que hay en aquestos valles. Hay muchos guanacos y leones y tigres y zorros y venados pequeños y unos gatos monteses y aves de muchas maneras. Y de toda esta caza y montería se mantienen que la matan con sus armas, que son arco y flechas.
Sus casas son cuatro palos y de estos pellejos son las coberturas de las casas. No tienen asiento cierto, ni habitación, que unas veces se meten a un cabo y otros tiempos a otro. Los vestidos que tienen son de pieles y de los pellejos de los corderos. Aderézanlos y córtanlos y cósenlos tan sutilmente como lo puede hacer un pellejero. Hacen una manta tan grande como una sobremesa y ésta se ponen por capa o se la revuelven al cuerpo. De éstas hacen cantidad. Los tocados que traen en la cabeza los hombres son unas cuerdas de lana que tienen veinte y veinte y cinco varas de medir, y dos de éstas que son tan gordas como tres dedos juntos. Hácenlas de muchos hilos juntos y no las tuercen. Esto se revuelven a la cabeza y encima se ponen una red hecha de cordel, y este cordel hacen de una hierba que es general en todas las Indias. Es a manera de cáñamo. Pesará este tocado media arroba y algunos una arroba. Y encima de este tocado en la red que dije meten las flechas, que les sirve de carcaj. Los corderos que toman vivos sacrifican encima de una piedra que ellos tienen situada y señalada. Degüéllanlos encima y la untan con sangre, y hacen ciertas cerimonias y a esta piedra adoran. Es gente belicosa y guerreros y dada a ladronicios, y no dejarán las armas de la mano a ninguna cosa que hagan. Son muy grandes flecheros, y aunque estén en la cama han de tener el arco cabe sí. Estos bajan a los llanos a contratar con la gente de ellos en cierto tiempo del año, porque señalado este tiempo, que es por febrero hasta en fin de marzo que están derretidas las nieves y pueden salir, que es al fin del verano en esta tierra, porque por abril entra el invierno y por eso se vuelven en fin de marzo, rescatan con esta gente de los llanos.
Cada parcialidad sale al valle que cae donde tiene sus conocidos y amigos, y huélganse este tiempo con ellos. Y traen de aquellas mantas que llaman llunques y también traen plumas de avestruces, y de que se vuelven llevan maíz y comida de los tratos que tienen. Son temidos de esta otra gente, porque ciento de ellos juntos de los puelches correrán toda la tierra, sin que de estos otros les haga ningún enojo, porque antes que viniesen españoles, solían abajar ciento y cincuenta de ellos y los robaban y se volvían a sus tierras libres. No sirven éstos a los españoles por estar en tierra y parte tan agra y fría e inhabitable. Parece esta gente alarbes en sus costumbres y en la manera de vivir.
Sus casas son cuatro palos y de estos pellejos son las coberturas de las casas. No tienen asiento cierto, ni habitación, que unas veces se meten a un cabo y otros tiempos a otro. Los vestidos que tienen son de pieles y de los pellejos de los corderos. Aderézanlos y córtanlos y cósenlos tan sutilmente como lo puede hacer un pellejero. Hacen una manta tan grande como una sobremesa y ésta se ponen por capa o se la revuelven al cuerpo. De éstas hacen cantidad. Los tocados que traen en la cabeza los hombres son unas cuerdas de lana que tienen veinte y veinte y cinco varas de medir, y dos de éstas que son tan gordas como tres dedos juntos. Hácenlas de muchos hilos juntos y no las tuercen. Esto se revuelven a la cabeza y encima se ponen una red hecha de cordel, y este cordel hacen de una hierba que es general en todas las Indias. Es a manera de cáñamo. Pesará este tocado media arroba y algunos una arroba. Y encima de este tocado en la red que dije meten las flechas, que les sirve de carcaj. Los corderos que toman vivos sacrifican encima de una piedra que ellos tienen situada y señalada. Degüéllanlos encima y la untan con sangre, y hacen ciertas cerimonias y a esta piedra adoran. Es gente belicosa y guerreros y dada a ladronicios, y no dejarán las armas de la mano a ninguna cosa que hagan. Son muy grandes flecheros, y aunque estén en la cama han de tener el arco cabe sí. Estos bajan a los llanos a contratar con la gente de ellos en cierto tiempo del año, porque señalado este tiempo, que es por febrero hasta en fin de marzo que están derretidas las nieves y pueden salir, que es al fin del verano en esta tierra, porque por abril entra el invierno y por eso se vuelven en fin de marzo, rescatan con esta gente de los llanos.
Cada parcialidad sale al valle que cae donde tiene sus conocidos y amigos, y huélganse este tiempo con ellos. Y traen de aquellas mantas que llaman llunques y también traen plumas de avestruces, y de que se vuelven llevan maíz y comida de los tratos que tienen. Son temidos de esta otra gente, porque ciento de ellos juntos de los puelches correrán toda la tierra, sin que de estos otros les haga ningún enojo, porque antes que viniesen españoles, solían abajar ciento y cincuenta de ellos y los robaban y se volvían a sus tierras libres. No sirven éstos a los españoles por estar en tierra y parte tan agra y fría e inhabitable. Parece esta gente alarbes en sus costumbres y en la manera de vivir.