Compartir
Datos principales
Desarrollo
Capítulo XXI Que trata de lo que aconteció al general estando en aqueste asiento con diez soldados y de cómo vinieron los indios sobre ellos e cómo los desbarataron Estando el general Pedro de Valdivia, en este sitio que tengo dicho con sus diez españoles, con aquella orden que en semejantes tiempos se suele tener. Estando una noche ya que quería rendir el segundo cuarto, acometió gran copia de gente de guerra, sabiendo que eran pocos los cristianos, y al tiempo que fueron a dar en ellos salieron los españoles al encuentro y los rompieron, y matáronse algunos indios y todos los demás huyeron por la aspereza de las sierras y grandes peñascos. Y venido el día hallaron otro perro y dos zapallos, que no se contentaron poco, y cociéronlo en agua y no le echaron sal, porque la sed no les diese pena. Y después que hubieren comido, se dieron a buscar maíz por las partes que entendían que los indios lo tendrían escondido. Hallóse hasta setenta fanegas de maíz y encerráronlo en una casa a donde estaban aposentados. Otra noche siguiente cuando la luna se puso, que sería medianoche, bajó mucha más gente de guerra a dar en los cristianos. Y como estaban apercibidos, dieron en ellos y matando e hiriendo, los hicieron huir. Otro día por la mañana mandó el general a cuatro de a caballo que fuesen por el valle arriba a ver si podían tomar algún indio. Y caminando estos cuatro de a caballo una legua poco más, tomaron un indio y trajéronlo al general. Y luego le preguntó dónde había maíz o a dónde lo tenían escondido.
Y el indio de miedo dijo de ciertos hoyos, donde se hallaron trescientas cargas, que estas cargas se dicen cuanto puede llevar un indio que será media fanega, que habría por todas noventa fanegas, de lo cual hubieron tanto regocijo como se podía pensar en tal tiempo. Dieron muchas gracias a nuestro Señor Dios que tan grandes mercedes les había hecho. Estando velando en una noche los seis de a caballo, y los cuatro durmiendo, en una parte donde se tenía sospecha que los indios podían venir, teniendo los caballos ensillados y sin frenos, atados a ciertos árboles, estaba comiendo un caballo de éstos a la parte de afuera, sintió venir los indios de guerra, en esto tienen los caballos gran sentido, los cuales traían muchas ollas con fuego para quemar las chozas en que estaban aposentados y donde estaba el maíz. Y como el caballo era tan diestro en la guerra, pareciéndole que se tardaba su amo, trabajó por soltarse tanto que hubo de arrancar el palo en que estaba atado, y corrió con el palo arrastrándolo y haciendo grande estruendo contra los indios. Y como era de noche parecía muy mayor el ruido y Dios lo permitió que fuese ansí. Viendo los indios de guerra aquel tran gran tropel y ruido que el caballo llevaba con su palo arrastrando, pensaron que eran cristianos que habían venido al socorro de los que allí estaban y que todos juntos les acometían. Echaron a huir y con las priesa que llevaban dejaron las ollas. Así que de esta suerte los desbarató un caballo. Y al ruido del caballo y tropel de los indios salieron los seis españoles de ronda, y el caballo vínose para ellos, y lo tomaron, y nunca más los indios vinieron a darles arma los días que allí estuvieron, que fueron ocho. El general envió otro día dos de a caballo a aguardar el real que venía marchando y hacerles saber y dar gran alegría en que habían hallado gran cantidad de maíz, y que entendían hallar mucho más.
Y el indio de miedo dijo de ciertos hoyos, donde se hallaron trescientas cargas, que estas cargas se dicen cuanto puede llevar un indio que será media fanega, que habría por todas noventa fanegas, de lo cual hubieron tanto regocijo como se podía pensar en tal tiempo. Dieron muchas gracias a nuestro Señor Dios que tan grandes mercedes les había hecho. Estando velando en una noche los seis de a caballo, y los cuatro durmiendo, en una parte donde se tenía sospecha que los indios podían venir, teniendo los caballos ensillados y sin frenos, atados a ciertos árboles, estaba comiendo un caballo de éstos a la parte de afuera, sintió venir los indios de guerra, en esto tienen los caballos gran sentido, los cuales traían muchas ollas con fuego para quemar las chozas en que estaban aposentados y donde estaba el maíz. Y como el caballo era tan diestro en la guerra, pareciéndole que se tardaba su amo, trabajó por soltarse tanto que hubo de arrancar el palo en que estaba atado, y corrió con el palo arrastrándolo y haciendo grande estruendo contra los indios. Y como era de noche parecía muy mayor el ruido y Dios lo permitió que fuese ansí. Viendo los indios de guerra aquel tran gran tropel y ruido que el caballo llevaba con su palo arrastrando, pensaron que eran cristianos que habían venido al socorro de los que allí estaban y que todos juntos les acometían. Echaron a huir y con las priesa que llevaban dejaron las ollas. Así que de esta suerte los desbarató un caballo. Y al ruido del caballo y tropel de los indios salieron los seis españoles de ronda, y el caballo vínose para ellos, y lo tomaron, y nunca más los indios vinieron a darles arma los días que allí estuvieron, que fueron ocho. El general envió otro día dos de a caballo a aguardar el real que venía marchando y hacerles saber y dar gran alegría en que habían hallado gran cantidad de maíz, y que entendían hallar mucho más.