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Desarrollo


Cómo cesaron las visiones del diablo Se aparecía y hablaba el diablo a estos indios muchas veces, según se ha contado, especialmente al principio de la conversión, sabiendo que se habían de convertir. Los persuadía a sustentar los ídolos y sacrificios en aquella religiosa costumbre que tuvieron sus padres, abuelos y antepasados. Les aconsejaba que no dejasen su buena conversación y amistad por quien nunca vieron. Les amenazaba que no llovería, ni les daría sol ni salud ni hijos. Los reprendía de cobardes, porque no mataban a aquellos pocos españoles que predicaban. Ellos, engañados con las dulces palabras, o con las sabrosas comidas de carne humana, o con la costumbre, que como otra naturaleza los tiranizaba, deseaban complacerle y quedarse en su antigua religión; así que mataron a algunos por esto, y defendían los ídolos o los escondían, diciendo que ni Vitcilopuchtli ni los otros dioses buscaron oro. Ponían cruces sobre los ídolos escondidos para engañar a los españoles, y el diablo huía de ellas; cosa de la que los indios se maravillaban; y así, comenzaban a creer en la virtud del Crucificado que les predicaban. Pusieron los nuestros el Santísimo Sacramento en muchos lugares, que ahuyentó del todo al diablo, como él mismo confesó a los sacerdotes que le preguntaron la causa de su ausencia y esquivez. De manera que no se acercaba el diablo, como solía, a los indios que, bautizados, tenían el Sacramento y cruces, y poco a poco desapareció. Aprovechaba mucho el agua bendita contra las visiones y superstición de la idolatría.

Dieron a la marquesa doña Juana de Zúñiga en Teoacualco una pilita de buena piedra, en la que solía haber ídolos, ceniza y otras hechicerías. Ella, por haber servido para aquello, mandó que bebiese allí un gatito muy regalado; el cual jamás quiso beber en la pilita hasta que le echaron agua bendita; cosa notable, y que se publicó entre los indios para la devoción. Muchas veces ha faltado agua para los panes, y en haciendo rogativas y procesiones, llovía. Llovía tanto el año 28, que se perdían los panes y ganado, y hasta las casas. Hicieron procesión y oraciones en México, Tezcuco y otros pueblos, y cesaron las lluvias; que fue gran confirmación de la fe. Llovía, pues, y serenaba, y había salud, contra las amenazas del diablo, aunque se rompían los ídolos y se derribaban los templos.

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