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Desarrollo


Mensaje de Cortés a Moctezuma Cuando le pareció tiempo que ya reposaban los indios, por ser muy de noche, envió a decir a los españoles que guardaban los presos, que procurasen soltar un par de ellos, y los llevaron a la cámara donde estaba Cortés; el cual hizo como que no los conocía, y les preguntó con Aguilar y Marina que le dijesen quiénes eran, qué querían, y por qué estaban presos. Ellos dijeron que eran vasallos de Moctezuma, y que tenían cargo de cobrar ciertos tributos que los de aquel pueblo y provincia pagaban a su señor, y que no sabían la causa por la que los habían prendido y maltratado; antes bien, se maravillaban de ver aquella novedad y desatino, porque otras veces los salían a recibir al camino con no poco acatamiento, y hacer todo servicio y placer; mas que creían que por estar él allí con los otros compañeros, que dicen que son inmortales, se les habían atrevido aquellos serranos, y aun que temían no matasen a los que quedaban presos, según eran aquellos de allí gente bárbara, antes que Moctezuma lo supiese, contra el cual se alegrarían de rebelarse, por darle costa y enojo, si hallasen aparejo, pues otras veces lo solían hacer. Por tanto, que le suplicaban hiciese que tanto ellos como sus otros compañeros no muriesen ni quedasen en manos de aquellos enemigos suyos; que recibiría Moctezuma, su señor, mucho pesar si aquellos sus viejos y honrados criados padecían algún mal por servirle bien. Cortés les dijo que sentía mucho que el señor Moctezuma fuese deservido, siendo su amigo, donde él estaba, ni sus criados maltratados; que había de mirar por ellos como por los suyos; pero que diesen gracias al Dios del cielo, y a él, que los mandó soltar en gracia y amistad de Moctezuma, para despacharlos después a México con cierto recado.

Por eso, que comiesen y se esforzasen en caminar, encomendándose a sus pies, no los cogiesen otra vez, que sería peor que la pasada. Ellos comieron pronto, que no se les cocía el pan por irse de allí. Cortés los despidió después, y los hizo sacar del pueblo por donde ellos guiaron, y darles algo que llevasen de comer; y les encargó, por la libertad y buena obra que de él habían recibido, que dijesen a Moctezuma, su señor, que él lo tenía por amigo y deseaba hacerle todo servicio, desde que oyó su fama, bondad y poder; y que se había alegrado de hallarse allí en semejante momento, para demostrar esta voluntad, soltándolos a ellos, y pugnando por guardar y conservar la honra y autoridad de tan gran príncipe como él era, y por favorecer y amparar a los suyos, y mirar por todas sus cosas como por las propias; y que aunque su alteza no se inclinaba a su amistad ni a la de los españoles, según lo mostró Teudilli, dejándole sin decir adiós, y llevándose la gente de la costa de sus tierras, no dejaría él de servirle siempre que tuviese ocasión, y procurar por todas las vías a él posibles y manifiestas, su gracia, su favor y su amistad; y que bien creído tenía, pues no había razón para ello, sino antes bien toda buena obra y señal de amor de una parte a otra, que su alteza no huía ni rehusaba la amistad, ni mandaba que nadie de los suyos le viese ni hablase, ni proveyese con su dinero de lo que era necesario al sustento de la vida, sino que sus vasallos lo hacían pensando servirle; mas que por acertar, erraban, no comprendiendo que Dios los venía a ver en tropezar con criados del Emperador, de quien podían él y todos ellos recibir beneficios grandísimos y saber secretos y cosas santísimas; y que si por él quedaba, que fuese a su culpa; pero que confiaba en su prudencia que, mirándolo bien, se alegraría de verle y hablarle, y de ser amigo y hermano del rey de España, en cuyo felicísimo nombre habían venido allí él y sus otros compañeros; y en cuanto a sus criados que quedasen presos, que él se daría tal mana, que no peligrasen; y así, prometía de librarlos y libertarlos, por sólo su servicio, y que ya lo hubiera hecho, como a los dos que enviaba con este mensaje, si no fuera por no enojar a los de aquel lugar, que le habían hospedado y hecho mucha cortesía y buen tratamiento, y no pareciese que se lo pagaba ni agradecía mal en irles a la mano en cosa que hacían en su casa. Los mexicanos se fueron muy alegres, y prometieron de hacer lealmente lo que les mandaba.

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