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Datos principales
Desarrollo
Cuéntase la primera vista con los indios desta bahía y un recuentro que se tuvo con ellos El otro día siguiente se vieron andar indios paseando por la playa. El capitán en las barcas salió a verlos con deseo de traer algunos dellos para enviarlos vestidos y acariciados, queriendo con estos y otros modos suaves trabar con ellos amistad. Hiciéronse muy porfiadas diligencias para que entrasen en las barcas: ellos hicieron las mismas por que los nuestros saliesen; y como no quisieron, arrojaron ciertas frutas en el agua, y cogidas de los nuestros nos volvimos a las naos. El día siguiente ordenó el capitán al almirante que con una escuadra de soldados fuese a tierra y procurase con todos posibles medios traerle algunos indios, para con ellos asentar paz y amistad, fundada en las buenas obras que deseaba hacerles. Hicieron alto en la playa y con presteza formaron un escuadrón, porque venían los indios no sabiendo con qué intento. Estando cerca hicieron señas y hablaron lo que no se les entendió: los nuestros como pudieron los llamaron, mas ellos hicieron. un raya en el suelo y dijeron, al parecer, que no pasasen de allí. Yo entiendo que no hubo quien se entendiese y que es el daño muy cierto cuando en ocasiones tales falta el celo y falta maña. Sentíanse en el monte indios, y para el asombro dellos se dio orden que tirasen ciertos mosquetes al aire. Un soldado a quien se acabó la paciencia, o se olvidó en el mandato, tiro bajo y mató a un indio. Los otros, dando al punto grandes gritos, se huyeron; y un Moreno, atambor, cortó la cabeza al muerto y de un pie colgó el cuerpo en un brazo de un árbol sin que los de la playa lo viesen.
Sucedió que tres capitanes dellos vinieron a donde estaban los nuestros, que en lugar de acariciarlos y traerlos a la nao le mostraron su compañero colgado sin cabeza corriendo sangre, pareciendo ser esta crueldad el medio para la paz pretendida; mas ellos como lo vieron, mostrando grande dolor dieron vuelta a donde estaban los suyos, y a poco rato sonaron sus instrumentos con gran fuerza y alarido que se oía entre los árboles; y por muchas de sus partes iban tirando flechas, dardos, y pedradas, y los nuestros también tiraban a ellos saliendo una manga y otra. Todo esto el capitán lo miraba, desde la nao a donde estaba, con grande pena de ver la paz y vuelta en guerra. Parecióle convenir saltase en tierra más gente, y acertó de ser en parte por donde del monte iba saliendo mucha cantidad de indios para del todo cercar los nuestros. Los del socorro trabaron tal pelea con ellos, que obligado el capitán hizo disparar dos piezas, cuyas balas, desgajando árboles, pasaron zumbando por encima de los indios; y con esto y con el rostro que los nuestros les hicieron se fueron éstos retirando. En este tiempo los otros indios que estaban en la playa, se movieron a medio correr esgrimiendo sus macanas puestas las flechas en arcos, y los dardos para tirar, amenazando con desentonada grita. Venía delante un bien alto indio viejo tocando a son de arremetida con gran fuerza un caracol. Al parecer era éste capitán que a trechos hablaba con sus soldados, y creo que les diría que defendiesen su tierra de quien ya entraba en ella matando sus moradores. Estaban de emboscada ocho mosqueteros nuestros y el uno por desgracia, según después lo contó, mató a este principal, y luego los otros pararon, y tres o cuatro llevaron a cuestas su muerto y con grande priesa se fueron la tierra dentro, dejando desiertos los pueblos circunvencinos: y éste es el fin que tuvo la paz del capitán deseada y pretendida por haber de ser el medio para saber la grandeza de la tierra, y todo lo contenido en ella; y fue tal el sentimiento que el capitán tuvo desto cuanto suena.
Sucedió que tres capitanes dellos vinieron a donde estaban los nuestros, que en lugar de acariciarlos y traerlos a la nao le mostraron su compañero colgado sin cabeza corriendo sangre, pareciendo ser esta crueldad el medio para la paz pretendida; mas ellos como lo vieron, mostrando grande dolor dieron vuelta a donde estaban los suyos, y a poco rato sonaron sus instrumentos con gran fuerza y alarido que se oía entre los árboles; y por muchas de sus partes iban tirando flechas, dardos, y pedradas, y los nuestros también tiraban a ellos saliendo una manga y otra. Todo esto el capitán lo miraba, desde la nao a donde estaba, con grande pena de ver la paz y vuelta en guerra. Parecióle convenir saltase en tierra más gente, y acertó de ser en parte por donde del monte iba saliendo mucha cantidad de indios para del todo cercar los nuestros. Los del socorro trabaron tal pelea con ellos, que obligado el capitán hizo disparar dos piezas, cuyas balas, desgajando árboles, pasaron zumbando por encima de los indios; y con esto y con el rostro que los nuestros les hicieron se fueron éstos retirando. En este tiempo los otros indios que estaban en la playa, se movieron a medio correr esgrimiendo sus macanas puestas las flechas en arcos, y los dardos para tirar, amenazando con desentonada grita. Venía delante un bien alto indio viejo tocando a son de arremetida con gran fuerza un caracol. Al parecer era éste capitán que a trechos hablaba con sus soldados, y creo que les diría que defendiesen su tierra de quien ya entraba en ella matando sus moradores. Estaban de emboscada ocho mosqueteros nuestros y el uno por desgracia, según después lo contó, mató a este principal, y luego los otros pararon, y tres o cuatro llevaron a cuestas su muerto y con grande priesa se fueron la tierra dentro, dejando desiertos los pueblos circunvencinos: y éste es el fin que tuvo la paz del capitán deseada y pretendida por haber de ser el medio para saber la grandeza de la tierra, y todo lo contenido en ella; y fue tal el sentimiento que el capitán tuvo desto cuanto suena.